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jueves, 19 de junio de 2025

OTRO MÁS QUE MUERDE EL POLVO

 El supuesto interés de los llamados "demócratas liberales" por Cuba no es auténtico, ni tiene nada de preocupación humana. Es pura ideología, pese a que se diga rechazarla, y una pose para darse la licencia de tener libertades y derechos propios que signifiquen, ante todo, un beneficio y el acomodo a la conveniencia. La preocupación humana no existe, así se digan palabrotas sobre la "escasez" y la "dictadura".

       A muy poca distancia de Cuba, en Haití, se vive un desastre que ha liquidado lo poco que pudo haber de Estado. Las pandillas tienen tomada la capital haitiana, Puerto Príncipe, casi en su totalidad, en una situación que ya ha provocado fuerte emigración y el desplazamiento de más de un millón de personas, sin que el interior de Haití sea una garantía, como lo muestra una masacre reciente en la región de Artibonite (en el área rural de Petite Riviére). En Haití no hay ejército, porque fue disuelto desde los '90, y la policía no tiene fuerza suficiente para enfrentarse a la delincuencia. Tampoco ha servido de gran cosa el envío de una pequeña fuerza de soldados kenianos. Son poco más de mil sin organización suficiente. La decisión reciente de contratar a mercenarios del estadounidense Erik Prince, cercano a Trump, y que ya ha hecho también acto de presencia en el Ecuador, probablemente tampoco alcance. Haití tiene previstas elecciones a finales de año, pero no se entiende cómo podría realizarlas. Las ofertas de ayuda del mandatario salvadoreño, Nayib Bukele, no fueron tomadas demasiado en serio.

       Parte del problema es que las pandillas están bien armadas, y sale entonces a relucir la pregunta sobre el origen de las armas. Es, básicamente, Florida, en Estados Unidos, a través de puertos bien ubicados, sin que se haya hecho gran cosa para frenar el trasiego. Están en Miami y Fort Lauderdale, incluyendo Port Everglades. Una parte de las armas entra a Haití por mar, considerando el control de las pandillas sobre la infraestructura básica, y otra parte, de contrabando por República Dominicana, país vecino (a través del puerto de Haina). Si se frenara el flujo de armas y municiones, las pandillas no tendrían ya gran cosa que hacer. Pero el flujo ha existido y, según cálculos de Naciones Unidas, hay entre 300 mil y 500 mil armas circulando entre los haitianos.

      Como ya ha habido ocasión de decirlo, entre los 70 y los 80 se fue creando el trasiego de droga por el Caribe hacia Estados Unidos, que hoy alcanza cerca del 40 % de la cocaína y la marihuana. La "ventaja" de Haití es que es el punto más cercano del Caribe hacia Estados Unidos, dada la vigilancia estricta en Cuba, país de bastante civismo y no paraíso de antisociales. En el asesinato del presidente haitiano Jovenel Moise, hace algún tiempo, estuvieron involucrados colombianos (17 ex soldados), desde que Colombia exporta mercenarios. Estados Unidos puede sancionar al ex presidente haitiano Michel Martelly, por narcotráfico, pero se impidió que Moise diera a conocer la lista de importantes haitianos metidos en este negocio. La élite comercial haitiana en cierta medida lo está, y la élite política también, además de haber tolerado a las pandillas para reprimir cualquier protesta. Es poco probable que Estados Unidos no sepa qué parte de estas élites está ligada al crimen organizado, narcotráfico incluido. No es más que una élite parasitaria que "intermedia" con Estados Unidos. A cuatro años de ejecutado Moise, sigue la gente intocable. Por lo demás, las pandillas "conviven", pero no dudan en aplastar cualquier protesta o intento de organización -incluyendo autodefensas- de abajo, llegando a las peores brutalidades (70 asesinados en Pont-Sondé en octubre pasado, feudo de la pandilla Gran Grif).

       Como hay flujo para las pandillas y silencio sobre la élite haitiana, la situación ha pasado de "caos controlado" a caos puro y simple creciente, siendo que las medidas para retomar el control no serían complicadas. No es estrictamente necesario volver a errores del pasado, como el envío de una fuerza multinacional de paz, que encima provocó un fuerte brote de epidemia de cólera. Tampoco el tipo de ayuda de la Fundación Clinton y el actor Sean Penn sirvió, salvo para que, en nombre de la ayuda, se beneficiaran con frecuencia ONGs (Organizaciones No Gubernamentales).

        No sirve de mucho repetir que "Haití es uno de los países más pobres del hemisferio occidental", porque Níger es pobrísimo y no tiene una situación tan calamitosa. La fuerza multinacional de paz (MINUSTAH- Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití) fue para "aplacar" la fuerza popular que seguía al presidente Jean-Bertrand Aristide. La ayuda de la Fundación Clinton fue para hacer negocio. Por partes: una, Estados Unidos sabe quiénes en la oligarquía haitiana (Bigio con su puerto privado para importar armas, Apaid con sus intereses de cultivo de stevia en Artibonite, Mev, Brandt, Boulos, con importantes conexiones internacionales) han llevado al desastre, pero no se hace nada; y dos, tampoco se hace nada para frenar el flujo de armas a las pandillas. No hay voluntad de ir al fondo del problema: en El Salvador, y pese a los Demócratas estadounidenses y otros de izquierda que pusieron el grito en el cielo, se castigó y aisló a la oligarquía (de ARENA, Alianza Republicana Nacionalista), y se optó por una verdadera mano dura contra la delincuencia, no por parches. No queda claro si hay, al interior de Haití, fuerza capaz de remediar al desastre desde adentro, y por lo demás el temor a la gente de abajo persiste. Ah, pero es Cuba la que está en serios problemas (dicho sea de paso, por castigo de Estados Unidos, en parte). Porque, tal vez, Haití podría haber dejado de ser negocio, salvo para unos cuantos protegidos de Estados Unidos, que para el caso es el "modelo" de lo intocable. (da click en el botón de reproducción).



       

AHÍ VIENE EL LOBO

 De vez en cuando, el presidente estadounidense se cree que Estados Unidos es great  y se lanza a hacer cosas disparatadas. Durante su prime...