"Los de negro" que se asoman a violentar marchas en la capital mexicana, la Ciudad de México (CDMX), han sido identificados cuando menos desde 2014, y varios tienen "sede" en lugares de la universidad pública, al grado que hace mucho se sabe en qué Facultades, Preparatorias y Colegios de Ciencias y Humanidades (CCHs). Son parte de un muy antiguo hábito del antiguo régimen, del PRI (Partido Revolucionario Institucional). Durante gobiernos priístas, como el de Enrique Peña Nieto (2012-2018), se les dejaba actuar, ya que con su violencia ayudaban a crear entre la gente una percepción errónea del estudiantado, para desacreditar atisbos de protesta, por lo demás tenue, como la de #Yosoy132, de quien ni se acuerde.
Durante el sexenio pasado (2018-2024), del presidente Andrés Manuel López Obrador, fue el turno de "feministas", en cuyas marchas llegó a haber también violencia, incluyendo agresiones contra policías. Al mismo tiempo, grupos "feministas", muy minoritarios, llegaron intermitentemente, mediante tomas, a paralizar actividades en la universidad pública. También se les dejó actuar, pese a no ser representativas ni contar con respaldo mayoritario. Sin la menor explicación, todo cesó con el término de un rector y el paso a otro. En algunos casos, se sabía de qué Facultades partían las decisiones de amedrentar para "parar", en lo que eran tomas. Pese a los "métodos" empleados, estos grupos obtuvieron no menos cotos de poder, que se han reproducido actualmente, y cambios en estatutos universitarios, además de "baños neutros" en algunas dependencias.
Ambas "corrientes" están representadas en sectores "altos" de la universidad pública, que fomenta estudios que se dedican a situarse contra "el Estado", por los motivos que sean, todo a costa del erario de un organismo descentralizado del Estado, lo que se conoce coloquialmente en México como "mamar y dar de topes" o "patear el pesebre", provocando pérdida de institucionalidad; otros lo hacen desde el "antiextractivismo". Ni se diga sobre la proliferación en exceso de temáticas sobre las mujeres. Así como entre investigadores se hace colecta de fondos (fund raising) ante instancias internacionales, ya sin niguna idea de Estado ni de nación, es sabido que grandes magnates han fomentado el feminismo, incluido el abortismo, y a través de quiénes en la universidad pública, como el "antiextractivismo" también tiene vínculos internacionales de diversa índole, onegeísmo incluido. Por otra parte, no hay que leer una bola de cristal para tener idea de quién puede utilizar políticamente a "los de negro". Si vandalizan, agreden a la policía, asaltan comercios, etcétera, se trata de gente que, como más de una feminista, delinque y es lumpen, por más que el llamado "neoliberalismo" haga pasar actitudes antisociales por "la vida misma", tratándose de mujeres o de ambientalistas, para no hablar de quienes no ven en el Estado más que algo coercitivo y "artificial", que se opone a la "buena naturaleza humana".
Como ya hubo ocasión de decirlo, la Físcalía de la CDMX encontró la pista de los más recientes intentos de desestabilización en la universidad pública, por lo que en un santiamén cesaron hasta las "legítimas demandas", junto con las amenazas de bomba y las incursiones de "los de negro". Luego, como se trata también de "expresiones de vida", surgió la provocación no "de", sino "en nombre de" la generación Z, otra vez con actos de vandalismo, que terminaron por exasperar a más de un policía, pese a la orden de contención y no represión.
En ningún momento se expresó la universidad para agradecer que no se la manosee, sino que, para colmo, detenidos algunos jóvenes que cometieron serios actos vandálicos, alguna autoridad universitaria dijo lo suficiente para entender, ya que se pidió "esclarecer las detenciones de jóvenes", "conocer quiénes fueron detenidos y qué se les imputa", y "determinar si las personas detenidas fueron realmente quienes participaron en los actos de violencia". "de no ser el caso, "se" agregó, se tendrá que buscar a los que realmente cometieron". La universidad pública no es, como tampoco los medios de comunicación y los intereses económicos a los que responden, juez en materia de delitos, ni quién para pronunciarse sobre lo que no le incumbe, y menos para deslizar insinuaciones, salvo pruebas PREVIAS en contrario. A menos que, como alguno que otro avezado quiso deslizar, fuera el modo universitario de insinuarse políticamente, a favor de quienes quisieron sugerir una "criminalización de la protesta", lo que no hubo. Curiosas declaraciones con tufo de extraterritorialidad y de coartada para delincuentes, es decir, para la extraña confusión que de delincuentes saca inocentes. Política, ante todo: al grado de deslizar una agresión contra quienes protegieron a la universidad de una desestabilización más o menos fuerte. Eso no es de un académico propiamente dicho, sino de un politiquero (da click en el botón de reproducción).