El tema fue tratado alguna vez a propósito de la guerra en Vietnam: a partir de cierto momento, poco antes de la derrota, Estados Unidos no podía ni retirarse ni detenerse porque ello suponía no solo afectar intereses creados, sino admitir que Washington había entrado en una espiral de mentiras que ni siquiera podía reconocer como tales.
Día tras día, los medios de comunicación masiva estadounidenses repiten, sin pruebas, que el mandatario ruso Vladimir Putin es el agresor en el conflicto de Ucrania. Sin embargo, a finales de enero del año en curso, el jefe del Estado Mayor General de Ucrania, Víctor Muzhenko, afirmó: "no estamos luchando con las unidades del Ejército regular ruso", a lo que agregó que el combate es contra "grupos armados ilegales". Así, Muzhenko reconoció que no hay tropas rusas en Ucrania.
Hace poco, con todo, Ucrania mandó fotos a Estados Unidos para tratar de probar la entrada de tanques rusos en territorio ucraniano. Las fotos fueron enviadas por miembros del parlamento ucraniano al Comité para los Servicios Armados estadounidenses. El senador estadounidense Jim Inhofe, que se preparaba a enviar armas a Ucrania, se volvió a fin de cuentas lento pero furioso: eran fotos de tanques rusos tomadas en 2008 durante el conflicto en Osetia del Sur. "Me puso furioso enterarme que una de las fotos proporcionadas coincide con una foto tomada de AP en 2008", declaró el senador. Y dijo:"los miembros del parlamento ucraniano que nos dieron estas fotos realmente se hicieron a sí mismos un flaco favor".
Por su parte, el mandatario estadounidense, Barack Obama, reconoció muy tranquilamente que fue Estados Unidos quien provocó el cambio de poder en Ucrania. Dijo Obama a CNN a finales de enero: "Putin tomó esta decisión sobre Crimea y Ucrania no por una gran estrategia sino, básicamente, porque fue cogido con la guardia baja por las protestas en Maidán y la huida de Yanukovich luego de que negociáramos un acuerdo para transferir el poder en Ucrania".
El problema se agrava cuando también agarran con la guardia baja a la opinión pública occidental, y cuando, por los grandes intereses militares y económicos en juego, hasta los políticos, mal informados o desinformados (como le ocurrió al senador Inhofe), también son agarrados con la guardia baja. El éxito de esta manera de proceder difícilmente permite que quienes propician los golpes se detengan, menos si los que se autoengañan contribuyen a efectos "bola de nieve". La mentira de Colin Powell sobre las "armas de destrucción masiva" de Iraq fue apenas un granito de arena en la avalancha que ha provocado Occidente.
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