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sábado, 25 de abril de 2015

ARGENTINA-RUSIA: ...Y UN POCO DE HUMOR

Seguramente que más de uno se sorprendió cuando a Cristina Fernández, mandataria argentina, Vladimir Putin, su homólogo ruso, le ofreció servirle agua. Y se la sirvió, estando ella de visita oficial en Rusia.
     Putin, pasado este gesto de caballerosidad, señaló que hay algunos problemas en las relaciones comerciales entre Argentina y Rusia, y es que el país sudamericano, por lo pronto, es muy latinoamericano: como prometer no empobrece, promete en grande, pero no cumple demasiado, algo que la presidente sudamericana -visiblemente conmovida por la gentileza de Putin- se ofreció a enmendar. El principal interés de la Federación Rusa es invertir en energía en Argentina y comprarle a este país alimentos. El desorden, casi que "a la cubana", parece ser tal que no hubo acuerdo previo ni en las estadísticas, ya que para Argentina el intercambio con Rusia es deficitario, mientras que Moscú no lo registra así. Es más, después de 11 años de crecimiento, el año pasado el comercio bilateral se estancó.
     Cristina Fernández se embarcó en condenas a las sanciones contra Rusia, se deshizo en elogios al Ejército Rojo de antaño, y los argentinos presentes ofrecieron  "estudiar negocios" y "evaluar inversiones" a futuro, mientras la mandataria sudamericana, recientemente afectada por un ataque especulativo contra el país sudamericano, condenó a quienes pretenden tener el "monopolio de la amistad". Para Rusia, es muy probable que Argentina siga siendo un socio prioritario en toda América Latina, desde el punto de vista económico, como Cuba lo es en lo político, pero no más. Queda demostrado de nuevo que la prioridad para Moscú no es la retórica antiimperialista  que incendie alguna pradera, por si estuviera seca, y que ningún alto funcionario ruso ha hecho gala de presencia en Caracas. Lo único que ha sucedido es que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, al mirar al retrato del "camarada Stalin", se ha atrevido a comentar: "!el bigote, se parece a mi!", sin que nadie -menos en el entorno- le haya hecho notar al del Palacio de Miraflores que, perdón, es él quien tal vez se parece al difunto (!pero vaya manera de creerse el centro del mundo!).
     ¿Pragmatismo, el de Putin? No exactamente. Sucede que lo cortés no quita lo valiente y que Putin, luego de servirle agua a Cristina, como la llaman confundidos algunos (como si fuera la Saralegui, digamos), le lanzó un balde de agua fría. Por si la señora iba ante todo a maniobrar, siguiendo la costumbre del Sur que, vaya, también existe, e insiste (demasiado).
      
     

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