En algunos lugares de América Latina prácticamente ya no existe el estudio de las relaciones internacionales, reducido en realidad a la especulación improductiva -porque las decisiones son de facto y desde lugares ajenos al debate- sobre lo que hará o dejará de hacer Estados Unidos en la coyuntura. El supuesto es que la hegemonía estadounidense durará todavía alrededor de medio siglo -lo que por lo demás no es de descartar-, aunque no cabe ninguna pregunta sobre qué tipo de sociedad es la de Estados Unidos. Se estudia cantidad, no calidad. Como sea, lo que alguna vez fue visto como externo ahora está interiorizado: como sucede en la gran potencia, el resto del mundo no importa y no es cosa que incumba al estudioso salvo para ver "cómo le afecta". A ésto bien se le puede llamar ombliguismo.
México tuvo, junto a la mejor tradición diplomática de América Latina, estudios importantes sobre el Tercer Mundo como un todo, pero se han ido perdiendo, al igual que esa tradición. Incluso a la izquierda los hay que no pueden "pensar" -como ocurre en la casa Meyer & Meyer- si la última referencia estadounidense no les dicta cómo hacerlo y cómo ostentarse. El estilo de estudiar es de una cafetería de campus estadounidense y el de argumentar, el equivalente de hilvanar unas cuantas referencias de autores de Estados Unidos, desconociendo todo del resto del mundo, o casi (salvo cuando se menciona de pasada a China). No queda gran cosa del interés de antaño por Asia y Africa, ni hay interés por una cercana América Latina, y cada vez menos se estudia a Europa, Rusia o Japón. Más "globales" quieren ser, y más provincianos se vuelven estos estudios que, como en Estados Unidos, consideran en resumidas cuentas: "el mundo soy yo". No es algo que suceda nada más en México: es notoria desde hace varios años la reorientación de importantes publicaciones cubanas, incluidas revistas de circulación internacional, que han abandonado toda referencia al "resto del mundo" para centrarse en lo que dicta la agenda estadounidense. A fin de cuentas, ahora resulta que "lo internacional" es Estados Unidos. como garantía de estatus, y que lo demás puede verse a lo sumo con el lente de los medios y los estudios estadounidenses (no todos son malos, por lo demás). La batalla por los "valores blandos" a la que alguna vez se refiriera Joseph Nye la ha ganado ya Estados Unidos en "su" Mediterráneo, y la potencia va por más, como lo ha reconocido hace poco el mismo Nye. Sin disparar un tiro.
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