Desde principios del siglo XX, Estados Unidos no ha podido recuperarse de sus crisis económicas sin guerra. Como lo recordaba hace algún tiempo Myléne Gaulard en una conferencia sobre Rosa Luxemburgo disponible en la Web, en 1914, al inicio de la primera Guerra Mundial, Estados Unidos se encontraba en recesión y la tasa de desempleo sólo pudo bajar espectacularmente para 1918 gracias al conflicto bélico. También según Gaulard, el New Deal de Franklin D. Roosevelt sólo pudo funcionar a medias y los niveles de actividad económica (como la inversión) a finales de los años '30 no eran mejores que los del comienzo de la Gran Depresión. El asunto puede seguir: aún recuperándose con la segunda Guerra Mundial, Estados Unidos volvió a tener tendencias a la recesión en la posguerra y salió a flote parcialmente gracias a la guerra de Corea y luego a la de Vietnam. A principios de los '80, el entonces presidente Ronald Reagan llegó con una recesión y lanzó la "Guerra de las Galaxias"-aunque no se concretó- contra la Unión Soviética; algo similar pasó en vísperas de la primera guerra de Iraq.
Cabe señalar que Estados Unidos ha ganado casi todas sus guerras (incluyendo las de Iraq y Afganistán), salvo en Vietnam. La primera guerra del Golfo estuvo destinada a que los estadounidenses se deshicieran del "síndrome de Vietnam". Esto quiso decir "volver de nuevo aceptable la guerra" (make war great again!) siempre y cuando volviera a ser rentable (con todos los inventos a prueba en la operación "Tormenta en el Desierto").
La guerra ha sido propuesta por varios economistas -John Maynard Keynes incluido- como una forma de salir del atolladero de la crisis. Hace poco (2011) lo proponía medio en broma medio en serio (contra una "amenaza alienígena") el Premio Nobel de Economía, Paul Krugman.
El armamentismo (la industria militar) supone, según Rosa Luxemburgo, una "punción" -vía impuestos - sobre el salario para trasladarlo al gasto que crea demanda para las empresas militares, una nueva "salida" de inversión. Es por este motivo que terminar con los complejos militares-industriales podría ayudar en cambio a gastar en otras prioridades para salir de la crisis (sacando a mucha gente de la pobreza), según la argumentación que defendió largamente, por ejemplo, Fidel Castro. Pero el capitalismo prefiere resolver antes los problemas de ganancia, recuperándola, cuando tiende a caer, con la guerra, el negocio con la muerte, digamos que "el último negocio" (contrarrestar con la muerte la caída tendencial de la tasa de ganancia, incluida la que puede provocar la sobre-producción en la industria bélica). La guerra permite efectivamente destruir la sobre-producción, el exceso de mercancías y (supuestamente) de hombres, y "recomenzar el ciclo" de acumulación. Es probable que el capitalismo deje de incluir entre sus negocios las grandes guerras -que no son una fatalidad histórica- cuando se le aparezca que no son rentables, sino que pueden conllevar más costos que beneficios.
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lunes, 10 de julio de 2017
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