Todo parece indicar que en el país centroamericano se aprendió el lawfare o "judicialización de la política", que es más bien una "politización de la Justicia", de tal manera que de la reciente campaña electoral quedaron fuera la ex fiscal general Thelma Aldana (foto) y su Movimiento Semilla. Aldana habría logrado bastante en la lucha contra la corrupción que aqueja a la élite guatemalteca: junto con la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), consiguió investigar a unas 500 personas corrompidas en esa élite, el encarcelamiento del militar y presidente Otto Pérez Molina y acusar por financiamiento ilícito al mandatario Jimmy Morales. Aldana fue descartada de la contienda presidencial por un problema legal completamente menor y no comprobado y tuvo que irse a El Salvador. Con todo, no está de más señalar que incluso analistas de izquierda han señalado que con la CICIG, creada por acuerdo entre Guatemala y Naciones Unidas, Estados Unidos consiguió meter las manos en el país centroamericano. Finalmente, la CICIG fue expulsada por Morales.
Tampoco se resolvió mayor cosa. Mario Estrada, candidato a la presidencia por la Unión del Cambio Nacional (UCN), quiso ofrecerle al Cártel mexicano de Sinaloa todas las facilidades portuarias y aeroportuarias en Guatemala a cambio de financiamiento para su campaña, sólo que no se percató a tiempo de que estaba haciendo la oferta a agentes de la DEA (Drug Enforcement Administration, por sus siglas en inglés, o Administración para el Control de Drogas), por lo que fue capturado. Al final, en la primera vuelta de las elecciones ganó la "centro-izquierdista" Sandra Torres (foto), por la UNE (Unidad Nacional de la Esperanza) quedando en segundo lugar el derechista Alejandro Giammatei (Vamos). Según Aldana, el sistema electoral fue manipulado para beneficio de Torres y la élite, conocida ya como "Pacto de los Corruptos". Torres sería admitida como el mal menor.
En la izquierda, la derrota en la guerra interna dejó una secuela de divisiones y de interpretaciones divergentes de lo ocurrido durante el conflicto. Tal vez en parte bajo la influencia de la Premio Nobel Rigoberta Menchú Tum (foto), quien fundó el movimiento político WINAQ (séptimo lugar en las elecciones recientes), empezó a imponerse la creencia de que el conflicto interno en Guatemala había sido algo así como una "guerra del Estado contra los indígenas", lo cual es falso, entre otras cosas porque fueron asesinados y exiliados, por su lucha, muchos blancos y mestizos: salvo una de las organizaciones de la Unidad Nacional Revolucionaria Guatemalteca (UNRG, hoy URNG-MAIZ y con pésimos resultados electorales), la ORPA (Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas), dirigida por Rodrigo Asturias (hijo del escritor y Premio Nobel Miguel Angel Asturias), ninguna era "indigenista".
Un intelectual como Mario Roberto Morales, ensayista y literato (tiene un sitio Web), criticó en su momento esta deriva "indigenista" de la interpretación de la guerra interna y las invenciones testimoniales de Menchú. Pero es una interpretación que parece haber surtido efecto: el único resultado aceptable para la izquierda en las recientes elecciones guatemaltecas fue el del Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), encabezado por la líder indígena maya mam Thelma Cabrera (foto), quien obtuvo poco más del 10 % de los votos. Cabrera tuvo entre sus principales propuestas la de crear un "Estado plurinacional" a través de una Asamblea Constituyente.
Hasta aquí, si se observan el argumento y las fotografías, pareciera que a Guatemala se la disputan las dueñas de casa y las empleadas domésticas. Sin embargo, quien quedó en tercer lugar es un hombre, Edmond Mulet, del Partido Humanista de Guatemala (PHG), que consideró que por fraude sostenido las elecciones guatemaltecas debían repetirse. Advirtió que Guatemala está a punto de convertirse en un "Estado fallido" al igual que Haití, algo de lo que ya llegó a ser un síntoma la necesidad de una instancia como la CICIG. Mientras tanto, Torres y Giammatei firmaron ambos, junto a otros candidatos, menos los de izquierda, una Declaración por la Vida y la Familia, en la cual se sostiene, palabras más palabras menos, que la familia y no el trabajo es el pilar de la sociedad. El tema ha sido dejado al conservadurismo por una izquierda que no tiene más que proponer que la diversidad de "todos con todos", por así decirlo. Pero Guatemala no va bien.