Las calificadoras de riesgo han bajado "calificaciones" a México y algunas de sus empresas, algo que, como bien lo señaló el mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador, nunca hicieron en un pasado cercano, cuando el país y esas empresas estaban siendo saqueadas, prácticamente en ruinas y víctimas de la peor corrupción. En ese momento, no pareció que hubiera "riesgo", lo que se explica entre otras cosas porque esas calificadoras se rigen por las finanzas y no por la producción o la satisfacción de necesidades básicas de la población. El asunto es tan enfermizo que hasta lo practican universidades públicas que consiguen que se "acrediten" o certifiquen carreras que se están cayendo, por distintos motivos, algo que deja de verse gracias al auténtico show que montan las "calificadoras académicas", que se basan en criterios superficiales. Así, es perfectamente válido criticar o poner en tela de juicio lo que hacen las "calificadoras de riesgo", salvo, desde luego, que se crea a pie juntillas que en el mundo no hay más rasero que el que marcan ya ni siquiera los empresarios, si los hay productivos, sino las finanzas y la pura y simple especulación. Cualquiera con algo de formación en ciencia económica sabe que esta especulación no lo es todo en la economía, y que más bien puede perjudicarla.
En estas condiciones y no sin cierta habitual mala leche, Fernández Menéndez creyó necesario especificar que "no es una conspiración, sino la realidad" lo del mundo de las calificadoras y los negocios, descontentos por la suspensión del aeropuerto de Texcoco, la construcción de refinerías en Dos Bocas y otros proyectos de López Obrador, incluyendo el rescate de Petróleos Mexicanos (Pemex). Desde luego que puede haber debate, pero el problema está en que Fernández Menéndez lo canceló por completo con el siguiente "argumento": "por eso no hay inversión, porque se está actuando a contraflujo de la realidad (...)". Así las cosas, la realidad se confunde con el mundo de los negocios, pero además, no es interpretable, sino que consiste en un flujo de determinado sentido, por lo demás único: !López Obrador circula en sentido contrario! En cambio, Fernández Menéndez circula en el sentido de la realidad, seguramente que siguiendo...ni más ni menos que las "señales del mercado". Ni siquiera es un pensamiento único, porque no se piensa nada: se sigue el "flujo" con un encomiable espíritu borreguil. Es lo que pide, solita, "la realidad", y en esta foto final puede admirarse el estado de ánimo de Fernández Menéndez (derecha), en pleno éxtasis, luego de haber circulado un rato a todo lo que da por esa misma realidad y en el "sentido correcto" (ni los líderes soviéticos hablaban con tanta seguridad y temeridad, por cierto)
