Mi lista de blogs

miércoles, 23 de febrero de 2022

CON LA DUDA

 A las pocas horas de reconocer a las "repúblicas populares" de Donetsk y Lugansk, en el Este de Ucrania, el presidente ruso, Vladimir Putin, se agarró del caso de Kosovo en otro mensaje . No era lo mejor avenido, puesto que Rusia se encuentra entre los países del mundo que no han reconocido la independencia kosovar, aunque sea porque sería darle una puñalada por la espalda a Serbia. No es la primera vez que Moscú, capital rusa, hace este tipo de referencia: ya había ocurrido a propósito de Osetia del Sur, aunque en este caso Rusia reaccionó a una agresión de Georgia. Chechenia se cuece aparte: Moscú tenía todo el derecho de intervenir, con lo que se estrenó Putin, porque el territorio es parte de la Federación Rusa. El problema está en que tanto en el caso de Crimea como en el del Donbás, Rusia violó la ley internacional. Era lo que esperaba Estados Unidos, con el presidente Joseph Biden a la cabeza, para alegar una "invasión a Ucrania" y desatar las "sanciones del infierno". Bien, se pueden dar por válidas las sanciones.

     Parte de la argumentación de Putin para justificar el reconocimiento mencionado consistió en culpar de la creación de Ucrania a Lenin, en medio de un discurso en el cual la Revolución de Octubre de 1917 fue llamada "golpe de Estado", y llovieron las críticas a los jerarcas soviéticos, algunas no del todo descaminadas. Hace tiempo que Putin considera que Lenin puso una "bomba de tiempo" con su manera de querer resolver la llamada "cuestión de las nacionalidades", creando desde entidades artificiales -como la misma Ucrania- hasta la libertad de cada integrante de la Unión Soviética de largarse cuando quisiera. El asunto se complica desde el momento que que, justamente, la inmensa mayoría no quería largarse, como lo demostró el referéndum de 1991 previo al golpe de Estado del Comité Estatal para el Estado de Emergencia, que no estaba haciendo otra cosa que suplicarle al líder soviético Mijaíl Gorbachov que se apegara a la legalidad. 

    Putin tiene que vérselas con una telecracia que ensalza de manera enfermiza el chovinismo panruso: en los programas del señor Vladimir Soloviov, una peste que no entiende lo que hace (al igual en parte que Dmitri Kiseliov, aunque éste es el encargado del grupo Rossiya Segodnya), no faltaban los "expertos" preguntándose si la mejor manera de invadir Ucrania no era comenzar por mandar soldados a Odessa. Esta gentuza juega a varias bandas a la vez: a los oligarcas, al chovinismo panruso y al más feroz anticomunismo. Lo simpático es que Putin accedió a fin de cuentas a una petición parlamentaria iniciada por el Partido Comunista de la Federación Rusa para reconocer a las "repúblicas populares" de Donetsk y Lugansk, cabe esperar que no para beneficio del grandísimo oligarca de Donetsk, Rinat Ajmedov. En todas partes está quedando claro -se incluye Kazajistán- lo que es tratar con nuevos ricos descendientes de primeros secretarios del Partido o cosas parecidas.

     Tres cosas llaman la atención. En primer lugar, la negativa de Estados Unidos y sus "socios y aliados" a considerar lo que es legal según Naciones Unidas, la indivisibilidad de la seguridad, de tal manera que la seguridad de unos no puede ganarse a costa de otros. El mensaje de una hora de Putin no fue recogido en su integridad por los medios de comunicación occidentales, pero tampoco por los medios oficiales rusos: desde Ucrania puede ponerse bajo vigilancia y reconocimiento militar toda la parte europea de Rusia, lo cual la amenaza desde ya si hay asesoría estadounidense en suelo ucraniano, como es el caso. Y existe el riesgo de que Ucrania sirva de lanzadera de armas ofensivas -Putin mencionó misiles hipersónicos- contra Rusia. No se sabe de nadie en la autodenominada "comunidad internacional" que le exija nada a Estados Unidos ni a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que tal vez podrían ingeniárselas para "yugoslavizar" Ucrania a las puertas del Kremlin. Esta "yugoslavización" seguiría las líneas de los rusoparlantes, mayoritarios en varias regiones más allá del Donbás (Centro Este y sur de Ucrania) y los hablantes de ucraniano, mayoritarios en el Centro y hacia el Occidente, que están imponiendo su voluntad a sus propios compatriotas. Intervenir por lo pronto en el Donbás, a dos días de que Kíev, capital ucraniana, estuviera por lanzar una ofensiva contra el lugar, puede ser una buena prevención. Si hay una total confusión ideológica en Moscú, en Kíev no saben bien a bien a quién venderse en Occidente.

      La segunda cosa, entonces, estriba en saber si Estados Unidos y la OTAN sabrán detenerse a tiempo para que, eso sí como sugiere Kiseliov, no les disparen en la sien. No quisieron darle ninguna seguridad de nada a Rusia, pasando entonces sobre el asunto de la indivisibilidad y reservándose el derecho a incluir a Ucrania en la organización militar. Ni quien le diga nada al patrón, salvo tímida y discretamente China. No queda claro si Estados Unidos y sus "socios y aliados" miden el riesgo de "yugoslavizar" Ucrania y de ponerse a especular con la posibilidad de mandar misiles Tomahawk desde el lugar -fue otra referencia de Putin- o incluso armarla con armas nucleares tácticas, pese a que Ucrania ha suscrito el Tratado de No Proliferación Nuclear. Hay parte de especulación y no conviene ir muy lejos, pero también se sabe que hombre precavido vale por dos.

      La tercera cosa es la siguiente. Vamos a reproducir aquí el nombre de los países a los que se refirió la traductora de CNN (Cable News Network) durante el discurso de la representante de Estados Unidos en Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield: Kazistán, Turkmakestán, Kurjistán, Ubekistán y Litania  Que se sepa, nadie le pide a CNN no burlarse de esa manera del público.

     El asunto va para largo si los Demócratas estadounidenses no deponen la idea lanzada por el presidente William Clinton en los años '90 (hacer implosionar la Federación Rusa) y alguna otra lanzada por el halcón, igualmente Demócrata, Zbigniew Brzezinski (armarle un problema nuclear a Rusia). No es justificación de las ilegalidades rusas. Con todo, salvo por lo que corresponde a un puñado de gente del "Estado profundo" y secuaces, en Occidente ni se han dado cuenta de en qué dirección se mueve la OTAN, a la espera de repetir, si la ocasión se presta, guiones como los de Irak, Yugoslavia y otras. Todo está en que "la ocasión hace al ladrón", y en que Rusia le de el menor número de ocasiones a los "socios y aliados". Queda un asunto: si éstos consideran que no hay más que hablar y que Rusia no tiene porque ser oída, no tiene caso seguir entre mudos y sordos. Simplemente conviene mantener bien la puntería al apuntar a la sien de dichos "socios y aliados". si Ucrania quiere ponerse en primera fila, adelante. Kiseliov ha dicho claramente: "si se trata de la adhesión  de Ucrania a la OTAN  o del desarrollo militar  del territorio ucraniano, pondremos el cañón de nuestra pistola en la sien de Estados Unidos". Estados Unidos lo sabe, pero puede estar haciendo dos tipos de cálculos: 1) el de blofear para ganar el máximo de terreno posible desde una posición favorable, 2) el de pensar que "Rusia no se atreverá". El tan detestado por Putin, Lenin, criticaba la diplomacia secreta entre otras cosas porque, a diferencia de los espectadores actuales, no veía con buenos ojos que las potencias se pusieran a jugar al póker con los destinos de poblaciones enteras. Algo de Ucrania (da click en el botón de reproducción):



LO QUE HAY QUE TENER (THE RIGHT STUFF)

 La Internacional Progresista (IP) del político Demócrata estadounidense Bernie Sanders se ha tragado a buena parte del progresismo latinoam...