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jueves, 9 de marzo de 2023

OTRA DE FRANCISCO

 ¿A qué madre hay que felicitar?¿A la que presiona a su hija para que en vez de la mejor pareja escoja el mejor partido, se entiende que en términos sociales?¿O a la que en plena indolencia le consecuenta todo al hijo que será un macho más?

     El Papa Francisco es el campeón de la demagogia. Este señor considera que a "las mujeres" hay que estimarlas y respetarlas por su "corazón tierno" y porque "el captar la realidad con el corazón es un privilegio sólo de ellas". Es el típico prejuicio machista, que no cree al hombre mayormente capaz de ternura -se vería un tanto "raro"- ni a la mujer dueña de inteligencia, sino de sentimientos (para captar la realidad con el corazón, dando por sentado que un hombre no puede hacerlo). ¿Falta algún lugar común? Es, claro, que se supone que la mujer, ella solita, es "dadora de vida", y por ello humana. "Les agradezco su compromiso en la construcción de una sociedad más humana", agrega el Sumo Pontífice.

      Gracias a cierto tipo de ideología, el ser humano es "la medida de todas las cosas", todo lo vivo es respetable y se toma el rumbo incapaz de distinguir: todo lo vivo está vivo y es "humano", de tal forma que, en su cuenta de Twitter, la periodista mexicana Denise Dresser, por ejemplo, se declara "madre de hijos y perros", sin dar mayor explicación de cómo parió a los segundos -para no preguntar cómo los engendró- ni si los primeros son sus cachorros. El resultado es que hasta los perros son humanos y, en rigor, ya no hay nada inhumano. Todo lo que tiene vida es humano.

      Hillary Clinton, por ejemplo, es una mujer que no se tentó el corazón -para que lo note el Papa- para sugerirle a su marido, William Clinton, bombardear Yugoslavia, o, ya en un puesto propio, para gozar abiertamente de la muerte del líder libio Muamar el Gadafi ("vinimos, vimos y murió"), que tenía por lo demás a las mujeres de Libia en una situación de lejos mejor que la actual. Margaret Thatcher, otra mujer, primer ministro británica, no se tentó el corazón para destruirles la vida a los mineros de su país ni para mandar soldados a las islas Malvinas, como otra del mismo rango, Theresa May, tampoco se tentó el corazón para decirse dispuesta a lanzar un ataque nuclear. Violeta Barrios de Chamorro, alguna vez mandataria nicaraguense, no se tentó el corazón para hundir a Nicaragua en la miseria; Dina Boluarte, actual presidente de Perú, no se tentó el corazón para mandar matar decenas de peruanos y la boliviana Jeanine Añez tampoco se tentó nada para dar un golpe de Estado, con la amenaza de mandar quemar (entiéndase que literalmente) a opositores. Hay mujeres que no se tocan el corazón para transportar droga, para ayudar por miles a pandilleros asesinos, en El Salvador, o para ayudar a narcotraficantes, como lo ha mostrado, sin que se quiera razonar mucho sobre ello, la periodista mexicana Anabel Hernández en Emma y las otras señoras del narco.  No hace falta el narcocorrido que avale a Sandra Avila. Dicho de otra manera: hay mujeres que no se tocan el corazón para inmiscuirse en negocios turbios. Hay, para más señas, mujeres indígenas como la ecuatoriana Lourdes Tibán, dispuesta a engañar, o como (también indígena, shuar) la jueza Diana Atamaint, perfectamente corruptible y mentirosa. Hay mujeres corruptas y fascistoides como la peruana Keiko Fujimori. ¿Qué no dicen Los Tigres del Norte en México que Saba tentó a Salomón y que Cleopatra engendró un César, para celebrar la astucia de una familiar de "pesados" a la que "no le llegan"? La verdad, siempre se puede intrigar como Lucrecia Borgia. Lo dicho por el Papa Francisco indica que no piensa, en todo caso no más que el cantautor guatemalteco Ricardo Arjona, o el compositor de "Mujeres divinas".

     La mirada machista exige en algún momento -puesto que se tiene gran madre, tolerante esposa y exquisitas amantes, sin excluir prostitutas de ocasión- que se vea en la mujer lo más sublime, pero no es tan nuevo: lo novedoso es que ahora una mujer es "esencialmente humana" porque es "esencialmente vida", y no hay entonces manera de distinguir lo humano de lo inhumano (como tampoco se puede hacer por ejemplo con la delincuencia en El Salvador, donde hay que recordar que los peores asesinos son "humanos"). Es como si se hubiera perdido de vista qué es humano y qué no lo es, por lo que a Francisco "todas" las mujeres le parecen contribuyentes a una sociedad más humana, y además, "desde el corazón". "La violencia en contra de las mujeres y las madres es violencia contra el mismo Dios, que de mujer, de madre, asumió nuestra condición humana", sermonea el Papa.

     Si a una secretaria de la Función Pública en México se le critica por una vida de lujos, responde: "se me ataca por ser mujer", al igual que la ex secretaria Rosario Robles, quien además se cree atacada por ser "Rosario Robles" (ya se ha explicado: Rosario Robles se cree Rosario Robles, lo que en psicoanálisis se da por muy mal síntoma). Incapaces de actos inhumanos, entienden además su "esencia de mujer" como fuero. Dicho sea de paso, lo mismo pasa con jóvenes, pueblos originarios, negros y LGBTTTIQ+: quedan eximidos de una humanización que no está dada de antemano -lo humano se gana-, como eximidos quienes los exaltan no por humanismo, sino por "humanitarismo" (caridad, vaya). Para más de uno, el límite entre lo humano y lo inhumano ya no es discernible. Creyendo ser humanista, Francisco es un tío de mercadotecnia y casi otra gracia del peronismo. Para la reflexión: un click en el botón de reproducción.



     

LO QUE HAY QUE TENER (THE RIGHT STUFF)

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