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jueves, 21 de diciembre de 2023

DE MITOTE EN MITOTE

 La candidata oficialista a la presidencia en México, Claudia Sheinbaum, está montada en la mentira, como ocurre con frecuencia con quienes se reclaman como herederos del 68. Sheinbaum ha presumido haber crecido cerca de Raúl Álvarez Garín, líder estudiantil que se benefició del mito sesentaiochero y se negó a mencionar a los verdaderos culpables, cuando tenía elementos para hacerlo (incluso con la desclasificación de archivos de la Central de Inteligencia Americana en 2008), prefiriendo repetir al empresariado. Pesan además otras cosas, como los vínculos de Álvarez Garín con los culpables mencionados, que para fortuna del líder estudiantil no han sido divulgados. Quienes saben no pueden ir hasta donde se debiera, como le ha ocurrido a Ángeles Magdaleno Cárdenas, o prefirieron callar para quedar bien con Elenita Poniatowska por cuestiones de amistad que más parecen de complicidad, algo distinto. La mafia no perdona a quien se salga, y hay amistades "de la familia" que son lo más parecido a la "cosa nuestra" (cosa nostra). 

     Sheinbaum ya se allegó a alguien como el ex comunista Alejandro Encinas, quien contribuyó a montar una "Comisión de la Verdad" que trata al pasado priísta (del PRI, Partido Revolucionario Institucional) como si se estuviera ante una dictadura del Cono Sur. Otro ex comunista, tampoco especialmente inteligente (Encinas no lo es), Pablo Gómez, a cargo de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), participó con Álvarez Garín en tráficos de documentos de tal modo que resultara exonerado el principal culpable de lo ocurrido el 2 de octubre de 1968 (por cierto: 39 muertos, 12 de ellos estudiantes). Álvarez Garín, sin empacho en mentir, señaló a más de un culpable fabricado por encargo. No parece que Sheinbaum quiera ahorrarse el mito, ni que tenga la facultad de indagar. Creció en el mundillo universitario, no exento de mitomanía. Seguramente no ignore cómo fue recompensado -a diferencia de otros- Álvarez Garín en tiempos del gran cooptador José Narro Robles.

     Los sesentaiocheros creen que la Historia comenzó con ellos, una manera de asegurarse un lugar en ella ("Juntos haremos Historia"), y de que el tiempo nunca les pasará ninguna cuenta de nada. Así se fueron impunes los verdaderos culpables del 68, y así se fueron impunes líderes como Álvarez Garín y otros. Quienes se escudaron en la amistad familiar con la Poni no pueden ir muy lejos en cierto tipo de antiizquierdismo y, más, de anticomunismo: el PCM (Partido Comunista de México) se entrevistó con el presidente Gustavo Díaz Ordaz en el 68 para evitar desbordamientos en vísperas de las Olimpíadas, pero, a costa de caer en provocaciones, y sin reconocer lo que estaba en juego, muchos líderes del CNH (Consejo Nacional de Huelga) consideraron oportuno desbancar a los comunistas y burlarse de ellos, sentando las bases para desmontar la capacidad de organización política.

     Hace poco, Sheinbaum, que anda agarrada de un intento de mitologizar al presidente Andrés Manuel López Obrador, se apersonó a presentar con Francisco Ignacio Taibo Mahojo, o Paco Ignacio Taibo II (PIT II o Paco Ignacín para "los allegados") un libro de éste, Los alegres muchachos de la lucha de clases, retrato de una generación clasemediera y muy consciente de serlo. Sheinbaum arrancó con una mentira, con PIT II como hijo del exilio republicano español. Francisco Ignacio Taibo I no fue ningún exilado de nada: llegó a "hacer la América" en 1958 entre el medio periodístico y el del espectáculo, cerca de 20 años después del fin de la Guerra Civil en España. PIT II creció con el arte de su padre para relacionarse invitando a comidas reconocidas por su sazón o su fabada. Frente a Sheinbaum, con sus 74 años PIT II aseguró haber escrito 80 libros: es imposible, o es mucha basura. Seguramente no se recuerde el fiasco cinematográfico de Belascoarán, el detective de Taibo II, o no se quiera tomar en cuenta que "montó el negocio" entre México y su originaria Gijón, en Asturias, España. En algún momento entendió que para deslumbrar en México había que darse licencias y exhibirlas, para "podérselas", por ejemplo con un lenguaje vulgar, grosería maliciosa. Sheinbaum nombró a PIT II el "historiador más prominente" y de "consistencia": ¿más prominente de dónde?¿O más prominente en panza?¿ Y con qué lenguaje de organismo internacional, queriendo en realidad decir "congruente"? PIT II es un extranjero que supo hacer su agosto con dominación: otro "chingón" que "se las pudo", para decirlo coloquialmente, adoptando desde temprano la red de relaciones e invitaciones, que es lo que hacía Taibo I. La lucha de clases no tiene mayor cosa que ver, salvo para colgarse de rentas: Sheinbaum cayó redonda, puesto que creyó que Paco Ignacín tiene algo que ver con el exilio republicano español. De paso, Sheinbaum habló de una militancia política de Taibo II que tampoco existe. PIT II es ante todo "militante" de sí mismo y de nada que tenga que ver con lucha de clases.

     La misma Sheinbaum tiene una idea mítica del "pueblo mexicano", aunque lo menciona poco, a diferencia de López Obrador, y prefiere la vaguedad de "los pobres", a los que les habla como si fueran discapacitados o, para decirlo de otro modo, "personas con capacidades diferentes". Es curioso pero, como el capitalismo, los "libertarios" creen que hacen el cambio, pero, además, "la diferencia" (la primera mujer en la Historia en ser presidenta, etcétera). Cuestión de marcas, de tal modo que no haya alternativas reales, sino ilusiones de inclusión distintas entre las cuales escoger. Aunque quiere pasar a la Historia como un buen presidente, y así lo ha expresado abiertamente, López Obrador, como tabasqueño, probablemente no quiera ser convertido en mito: desde un principio prohibió "cultos a la personalidad" (como colgar su retrato en oficinas públicas), y tal vez preferiría a alguien más frontal con los intereses creados -en la Ciudad de México no se estila- que a la que pareciera salir en cada mitin con "quiero ser/la consentida de mi profesor". Ya hubo "luchador social" en vez de jefe de Estado, porque hay gobiernos pero el sentido del Estado se extravió. Ahora puede haber activista sin sentido de jefe de Estado. Así va, de mito en mito y a atender al "pueblo" como quien explica a párvulos los héroes que nos dieron patria. López Obrador, por ejemplo. Los sesentaiocheros son el equivalente de que Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero o Cárdenas hubieran arrancado con un sonoro "con permiso, que voy haciendo Historia". Sería jactancioso si no fuera mercadotécnico. Con PIT II como "cronista de Indias". Sheinbaum, muy universitaria, en pleno mitote (da click en el botón de reproducción).






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