Los Derechos Humanos son un tema recurrente en la actualidad, aunque en realidad son poco tomados en cuenta.
Una visión muy al estilo estadounidense se ha encargado de sacar toda dimensión económica y social de los Derechos Humanos, pese a grandes declaratorias sobre la búsqueda de la eliminación de la pobreza y la reducción de la desigualdad. Incluso ha dejado de hablarse de calidad de vida para preferir el "bienestar" y vaguedades como "la felicidad" o, por ejemplo con Movimiento Ciudadano (MC) en México, "el derecho a la alegría". Los "demócratas liberales" en realidad no atienden los Derechos Humanos, mucho menos en su carácter integral. Lo que defienden son "los derechos y las libertades", pero no se trata en este caso de lo mismo que Derechos Humanos. Para cierta parte de la población, todavía se trata del derecho a lo humano, hasta donde se piensa que la extrema pobreza crea condiciones infrahumanas. Luego empieza otra cosa.
En efecto, lo que en realidad está en boga defender son los derechos civiles y políticos. Es a lo que se llega y en lo que comulga el "extremo centro", repitiendo hacia la izquierda o hacia la derecha la palabra "libertad" y el reclamo de "derechos". En el límite, son formas de igualdad entendibles. Son los derechos a la no discriminación por cuestiones de raza (ahora se supone que "las razas no existen"), de género (hay una recuperación colectiva de la vista sobre el feminismo, por ejemplo), de discapacidad (se puede estar en silla de ruedas y ser presidente, como lo fue Lenín Moreno en el Ecuador) y de edad (cualquiera sea el ingreso, ser de la "tercera edad" da derecho a pensión, sin hablar del "interés superior de la niñez"). En materia de derechos políticos, se defiende a capa y espada la libertad de expresión (qué bien si el ufólogo Jaime Maussán rinde cuentas en el Congreso mexicano), el sufragio (menos mal), la libertad de reunión y manifestación (de pintarrajear monumentos o agredir a mujeres policías sin incurrir en delito alguno...), de creencias (en el ser vegano o en las ventajas de pistear), de circulación (migrantes, otra moda) y se va parando de contar.
No estamos en la época en que la Unión Soviética no quiso firmar la Declaración Universal de los Derechos Humanos alegando que no consideraba el derecho a no hacerse explotar. Se tiene el derecho y la libertad de explotar, aunque sólo sea porque es tabú hablar de explotación. Así, se tiene derecho de no asegurar Derechos Humanos como los que suponen acceso al trabajo, la salud, la alimentación y la vivienda dignas. o, para ser más exactos, justas. A lo sumo, se habla de "combate a la pobreza" o de "reducir las desigualdades", pero ni siquiera, en verdad, de salarios dignos: incluso con el esperado aumento reciente del 20 % al salario en México, el promedio es de 11 mil o 12 mil pesos mensuales (el mínimo es de aproximadamente la mitad), para una familia promedio de cuatro personas (tres mil por persona, aproximadamente), siendo que los gastos en alimentación rondan los ocho mil pesos. No sirve de mucho maquillar el asunto diciendo que México va a la cola en la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), algo así como "somos el más pobre de los países ricos". (de 34 países). Dejando de lado la OCDE y comparando lo comparable, hasta 2023 ocho países de América Latina tenían un mejor sueldo básico que México que, también dejando de lado la OCDE, tiene una de las mayores desigualdades del mundo entre ganancias y salarios, lo que quiere decir que la explotación está a todo lo que da. El tema casi no se toca. Aquí viene la otra cosa: no parece que la explotación sea considerada inhumana. Para resumirla, consiste en hacer ganancia a costa del trabajo de otro, con la idea de que se tiene derecho porque se es propietario de medios de producción. Derecho y libertad no nada más de no pasar necesidad, sino de embolsarse trabajo ajeno. Si el valor no es el trabajo, puede aparecer que el propietario aludido le está haciendo un favor al necesitado, o actuando de manera "socialmente responsable", con misión, visión y valores. Que los aprenda el necesitado, puesto que se le está ayudando, por ejemplo con un empleo y un ingreso. Agradecido de que, con inversión, no se quede muerto de hambre. Todo está en saber propietario de qué, pero también es tabú. Los derechos económicos y sociales no sólo no importan demasiado, sino que dan lugar a cosas chuscas, como los pronunciamientos contra el clasismo cuando en el capitalismo todo el mundo se huele el estatus socioeconómico como ciertos animales la cola. Para saber qué derechos y libertades tomarse (a la estadounidense: te voy a ayudar a que me des ganancia). A huapanguear (da click en el botón de reproducción).