Uno de los argumentos de los activistas LGBTTTIQA+ (!) es que cada uno escoge su estilo de vida según su gusto y preferencia, y según a quién ama. El argumento es muy "neoliberal", si de "preferencias" se trata, pero es innegable que en algunos grupos los "trans" no son mal vistos, como ocurre con los kathoey de Tailandia (a veces llamados ladyboys), o como ha ocurrido en el pasado con la gente "del tercer género" (hijras) en India, estigmatizada a partir de la colonización británica. Los kathoey han sido objeto de películas occidentales y no son aceptados por el budismo, pero sí tolerados. En India se atribuyen poderes sobrenaturales a los hijras. Lo dicho es una cosa, pero algo distinto decir que los transgénero -que por lo general se inclinan hacia lo femenino, como kathoeys e hijras- mueren a edad temprana por discriminación.
En Occidente, los "transgénero" se han convertido en negocio médico, a partir de la "disforia de género": ofrecimiento de "bloqueadores de la pubertad" desde los 12 años, y de hormonas cruzadas desde los 14 años, tratamientos no sin consecuencias y que, en el segundo caso, debe seguirse de por vida, aún en caso de ablación de testículos u ovarios. Lo que llama la atención es el crecimiento de número de casos, sobre todo de "transición a la mujer", y de las clínicas que dan facilidades. Llama la atención por el motivo siguiente, que sugiere más una moda o un contagio social que algo auténtico: hasta que se empezaran a hacer "transiciones" médicas, el 80 % de los casos de disforia de género se corregía en la adolescencia. Esto quiere decir que se está forzando desde una edad indebida a procedimientos sin retorno médico, de manera artificial y que, por ende, no tiene que ver ni con un gusto o preferencia definidas o con amor, sino con una creencia en la libertad -llevada a edades tempranas- que es propicia al negocio. Los "bloqueadores de pubertad" frenan el crecimiento cerebral y de la densidad ósea, y de aquí un 95 o 96 % pasa a las hormonas cruzadas. ¿Porqué existen incluso muñec(a)s "trans"? La libertad es muy relativa, puesto que se otorga en una edad que no es de mayor y en la que no se está en plena consciencia ni con un criterio claro. El problema está cuando, llegados a la edad adulta, algunos se dan cuenta de que en realidad no querían la "transición": ya no hay remedio. ¿Qué hacer con los derechos de quienes son "des-transicionistas" y no pueden dar marcha atrás? Contra lo que dicen los activistas "trans", el cambio no es algo dado para siempre y que decida que "infancia es destino". Es a partir de esta creencia errónea que se destruyen vidas. ¿Por qué tampoco dicen los activistas que puede llegar hasta el 35 % el espectro de autistas entre los que "prefieren la transición" a temprana edad? El número de autistas en la población general es de dos por ciento. Hay más: ¿porqué no se reconoce el alto número de casos de incesto, hostigamiento sexual y violación entre las niñas que pronto quieren ser hombres? De la misma manera en que la "libertad de escoger" -lo preferido de los "neoliberales" -es muy relativa, la de hacerlo con "autenticidad" y no de manera fabricada -médica y socialmente- también: el 80 % de los casos no es todo lo natural que pudiera parecer. Los casos de "trans genuinos" son menores a lo que se cree, y tampoco se entiende que, además de dejar de lado las comorbilidades, se haga caso omiso -como es tabú entre homosexuales y lesbianas, por ejemplo- de circunstancias que el activismo reprueba, como el hostigamiento sexual o la violación. El remate está en los sanitarios "neutros": se aprobaron en Estados Unidos con el presidente Barack Obama, de la misma manera en que la oferta médica pre-pubertad se encuentra en estados Demócratas y no en Republicanos. A fin de cuentas, el motivo es algo similar al que fuerza -porque es lo que hace -a prepúberes (nivel de maduración de Tanner) a tratamientos médicos muchas veces sin retorno: "mostrarse" de determinada manera ante cierta presión social que obliga a ostentarse como de "mente abierta" y que, de lo contrario, exhibe a quien no acepte como "represor" y con "algún problema". En todo caso, la trayectoria del asunto indica con argumentos fehacientes que es un error muy probable hacer negocio con la "identidad de género" desde temprana edad, salvo que ya no quepa discernir entre minoría y mayoría de edad y lo que significa en términos de consciencia de la responsabilidad. Al menos cabría pedir al activismo LGBTTTIQA+ que no considere que los infantes son "mayores" -y, de paso, la inversa, es decir, que los "mayores" no son más que "infantes grandotes": es pérdida de discernimiento o inconsciencia sobre lo que significa la mayoría de edad en términos de realidad y límite a la fantasía. El asunto sigue al mundo del espectáculo o al de los deportes (da click en el botón de reproducción).