Podría ser un héroe. Ernesto Zedillo fue golpeado por granaderos en el 68, siendo estudiante de una Vocacional del IPN (Instituto Politécnico Nacional, la 5). Y además, si se lee entre líneas su Wikipedia, puede que Zedillo de chiquito haya boleado zapatos .. Así que ya traía algo muy libertario, y mucho más tarde declaró lo mismo que se le ocurre a una parte de la autodenominada Cuarta Transformación (4T): "todo empezó en 1968 con el reclamo popular de un México más democrático", a reserva de que se entienda por "popular", si "de pueblo" o "con popularidad". ¿De pueblo o de popularidad? Al permitir la victoria de la izquierda en el Distrito Federal en 1997 -con Cuauhtémoc Cárdenas- y la alternancia -!alternancia!- en el 2000, el antiguo politécnico puede pasar por apóstol de la democracia.
Después de todo, tal vez pueda decirse lo que se estilaba como consecuencia del 68: "tú solito no puedes cambiar el sistema", "para cambiar el sistema tienes que estar adentro", o incluso "pues como no puedes cambiar el sistema, tienes que cambiar tú", lo que termina en "cambia tú para ser parte del sistema". Zedillo faltó a la regla del "sistema" -quedarse callado terminado el mandato presidencial-, a diferencia del presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), y salió a hacer una rabieta contra la potencial "tiranía" que implicaría para México la reciente reforma del Poder Judicial. Nada que ver con los tiempos de Zedillo, que ponía y quitaba -sueldazos de por medio- a toda la Corte (por esas sumas, se podían ver "asesinos solitarios" por doquier, incluso minutos después de un asesinato). Interesante silencio de más de un funcionario de Zedillo que se encuentra de "4T": Olga Sánchez Cordero o Esteban Moctezuma de "primer piso", Juan Ramón de la Fuente -bastante clave- de "segundo piso" con la presidente entrante Claudia Sheinbaum, a la vez de negocios y libertaria. Es "prosperidad compartida".
El militar Jesús Gutiérrez Rebollo, favorito del candidato priísta Luis Donaldo Colosio, asesinado en 1994, fue "sepultado en vida" por Zedillo. Gutiérrez Rebollo descubrió que en el tráfico de droga en México estaba no nada más la familia política del mandatario, sino el secretario particular de éste, Liébano Sáenz, alguien cercano a Colosio. Pagó quien puso a Zedillo delante de su responsabilidad: si hubiera tenido algo de autoridad, habría ido más allá de "callar" a la familia política y tomado medidas contra Sáenz, amigo del "Señor de los Cielos", Amado Carrillo Fuentes, alguna vez capturado por Gutiérrez Rebollo. Todos impunes, entre los culpables, y culpable quien se hizo responsable, porque así es en México, motivo frecuente para eludir tomar responsabilidades (no se vaya a amanecer como chivo expiatorio). Así es Zedillo, presidente de 1994 a 2000, acusado por Francisco Labastida Ochoa (candidato priísta en el 2000) de haberlo dejado solo, mientras, sin que volviera a faltar dinero sucio, se promovía a "los Amigos de Fox". Zedillo fue el escogido de José María Córdoba Montoya para remplazar a Colosio, y a Córdoba le había dedicado su tesis el mandatario. Así que el apóstol tuvo sus consejeros, además amigos del chief of staff, Luis Téllez. ¿Alternancia entre quiénes?¿Y el significado de alternar?¿Entre el PRI (Partido Revolucionario Institucional) y el PAN (Acción Nacional)? En fin, nadie es dueño del curso de las cosas. Es al estar por salir Zedillo que se le dió "carpetazo" al caso Colosio, estando Jorge Madrazo Cuéllar al frente de la PGR (Procuraduría General de la República). No fuera a ser Colosio otro cadáver en el clóset de Zedillo. La actitud del hoy ex mandatario es mejor que la del presidente Felipe Calderón (2006-2012): Zedillo parece el borracho que llega a casa a dar de manotazos para que no se le diga nada. Además de que cansa el uso de palabrotas por efectismo: dictadura, autoritarismo, autocracia, lo que sea.
En la universidad pública no se quería a Colosio. Tampoco se criticó mucho a Zedillo, pese a lo nunca del todo aclarado de lo sucedido en 1999. Las universitarios podían estar más cerca de Córdoba o de Camacho, al interpretar "democracia" como mayor reparto del pastel, sobre todo para las clases medias. Zedillo, a quien se reprochó carecer de grupo, fue el hombre de la apertura que se había esperado con Camacho, aunque al centro-izquierda, no a la derecha. La última serie de priístas tiene su villano favorito, Luis Echeverría, coco de libertarios y empresarios, su pequeño apóstol en Zedillo, un grandísimo corrupto intocable, puesto que "alcanzaba para todos" (José López-Portillo, 1976-1982, nunca vilipendiado pese a que hipotecó al país), y un "innombrable" venerado por ofrecer el Primer Mundo sin compartirlo. Ahora es "prosperidad compartida": en apariencia, lo que se suele esperar.
El seductor de la patria optó por volverse español. Calderón está en España. Fox, en su rancho, como la troca. Lo interesante de Zedillo, el Gran Hombre de la Democracia, es que pasó de ser "boleador de zapatos" y algo así como héroe del 68 ("yo estuve ahí") a hombre de negocios, y no menores: socio de los ferrocarriles que privatizó, gente de Citigroup, ligado a Bill y Melinda Gates, consejero del grupo PRISA (importante entre los hispanos en Estados Unidos), director de un centro de la universidad de Yale y Honoris Causa de Harvard. Libertario y ligado a los negocios. Entonces es el self made man medio cachanilla, medio chilango, el que "cambió al sistema por dentro" (¿qué, no?), y el que después de todo salvó al negocio así fuera a costa de décadas de deuda para el país por rescatar a la banca. Contra lo que dijo el mandatario saliente Andrés Manuel López Obrador, no es seguro que a Zedillo "lo mandó Salinas", porque éste, a diferencia del apóstol de la alternancia, apostaba a no perder el poder político, por lo que no eligió a Manuel Camacho. Colosio, entre otras cosas, había levantado al PRI luego del fraude de 1988 que encumbró al seductor de la patria. A la larga, Acción Nacional no logró encontrar alguna nueva fórmula (salvo la de asociarse igual con el crimen organizado), y el PRI terminó de irse a pique con el ITAM (Instituto Tecnológico Autónomo de México) y como si se tratara a propósito de ir perdiendo, en medio de los lamentables insultos de Alejandro "Alito" Moreno a Labastida Ochoa o del relegamiento de Manlio Fabio Beltrones en el Senado. Para no hablar del ridículo -otra vez, pareció a propósito- de José Antonio Meade para las elecciones de 2018.
No es que se esté en un proceso de entrega sin contradicciones, a juzgar por el relevo en el Movimiento de Regeneración Nacional (MoReNa). Nada más sucede que, entre las formas de arribismo de moda, está la combinación de libertario y gente de negocios, que es, para más señas, todo el contexto familiar de Sheinbaum, pasado y presente. Suficiente para preferir en algo a MoReNa sobre el gobierno electo, a menos que las capas medias renuncien a rematar con el agarrón entre ellas. Los medios de comunicación masiva, grandes electores al fabricar candidatos, colocaron a Sheinbaum y a Marcelo Ebrard en el foco de los reflectores, prácticamente con la misma "idea", y a sabiendas de que la gente confunde el lugar enfocado por los reflectores con la realidad. En De la Fuente, había un chorrito...Al menos que Andy López Beltrán (hijo de López Obrador) sea un guiño de ojo al clientelismo (presente en Sheinbaum y los "duros" lópezobradoristas) y Luisa Alcalde (que por inteligente no despierta grandes comentarios sobre "tiempos de mujeres", ni sobre su interesante propuesta de 100 puntos para hacer de MoReNa algo más serio) al mundo del trabajo por el nearshoring. Sheinbaum dejó su militancia en MoReNa (!) y no quiere un "partido de Estado": de acuerdo, si va a un viraje que no anticipa mucho de bueno, y que ya fue entendido por el mundo de los negocios luego de una que otra escaramuza. En fin: tiempo de libertarios y de hombres de negocios, como el del "zedillismo", pero también de buscar preservar lo mejor de la 4T. Con los universitarios esperando, como acostumbrado, que la parte propia del pastel crezca: si es "tiempo de mujeres", sin demasiado aprecio por las inteligentes, seguramente deba ser también "tiempo de ciencia", con la peculiar creencia de que un científico es, por fuerza, inteligentísimo. ¿O sea que no quien no lo es? (da click en el botón de reproducción).