A "tiro de piedra", los países del Báltico están aproximadamente tan cerca de Moscú, capital rusa, como lo está Ucrania. Es poco probable que Rusia tema que algún ataque se haga desde Ucrania pudiéndose hacer desde el Báltico, y en este sentido, el liberal ruso Grigori Yavlinski afirmó hace algún tiempo que no es cosa de que sea Ucrania en el futuro una potencial amenaza nuclear contra Rusia, sobre todo si ésta tiene la manera de contrarrestar esta eventualidad. En este sentido, Ucrania podría entrar a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). De hecho, la OTAN, y sobre todo algunos países de ésta, ya están metidos hace rato en Ucrania, desde antes de 2022, y Rusia no había protestado mayormente, limitándose con la anexión de Crimea a asegurarse una salida por el mar Negro. Rusia intervino en 2022 para evitar que se siguiera masacrando a la población rusófona del Donbás, para lo que se estaban entrometiendo fuerzas neonazis. No es falso decir que éstos se adueñaron de la mayor parte de Ucrania con el golpe del Euromaidán en 2014. Es entendible que Rusia no quiera a los neonazis y que, además, en una de las condiciones que pone, el gobierno ruso quiera que los rusófonos ucranianos sean respetados.
El asunto de la OTAN es otro. Esta organización ha avanzado hasta las fronteras rusas violando los acuerdos de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa), en el sentido de que no se puede aumentar la seguridad de un país a costa de otro. Es algo que ya está hecho, por ejemplo con los países del Báltico. El actual gobierno de Volodímir Zelenski en Ucrania ha estado demostrando en parte de qué se trata: no sólo fuerzas ucranianas se adentraron en la región de Kursk, en Rusia, de donde tuvieron que ser desalojadas, sino que atacan regularmente con drones distintos espacios del centro y el sur de Rusia, habiendo alcanzado Moscú y Kazán. El aparente absurdo es que hace ya un rato que Zelenski perdió la guerra en el Donbás y las regiones que lo conectan con Crimea. Pese a esta derrota, la gente de Zelenski quiere seguir con Ucrania no para recuperar lo irrecuperable, sino como plataforma para agredir y provocar a Rusia, bajo los auspicios de potencias occidentales. Nótese que no se está tratando de defender a Ucrania, porque, además, las defensas no funcionan: se busca ganar en profundidad en la capacidad para atacar -es decir, tener un movimiento ofensivo- a Rusia, recibiendo armas e instrucciones de países europeos, como el Reino Unido, o misiles como los Taurus de Alemania: ni quien se incomode por los neonazis en Ucrania, en el gobierno desde 2014, ni por las masacres de rusófonos, ni por el hecho de que Alemania "autorice" con sus armas y verbalmente a atacar Rusia, que es de lo que se trata. Otra vez: no se está hablando de defender a nadie, sino de seguir creándole problemas a Rusia, al grado de atacar su territorio, bajo la supervisión de países miembros de la OTAN (como el Reino Unido y Alemania), mientras se ha buscado una "fuerza de paz" europea que se instale en Ucrania, por iniciativa de Francia. Si Rusia está pidiendo básicamente que Ucrania no entre a la OTAN, es para parar de hacer de este país una plataforma de agresión a la misma Rusia, sin que se sepa hasta dónde quieren ir algunos NO en Ucrania, sino en agresiones y provocaciones que involucran al territorio ruso. Dicho de otra manera, lo que interesa al gobierno ruso es saber si la OTAN se va a detener o no, en su ánimo de desestabilizar a Rusia, tal vez para justificar agresiones de mayor envergadura. Por ahora, Zelenski se ha negado a aceptar que Ucrania no entre en la OTAN. Y, cabe recordarlo una vez más, Zelenski es la persona que, sin que nadie se inmutara, sugirió un ataque nuclear de "prevención" contra Rusia, lo que tampoco tiene nada que ver con defensa. Ya ha habido ocasión de recordar cómo, desde 1997, el "halcón" Demócrata Zbigniew Brzezinski sugirió "tragarse" a Ucrania -lo que están hecho, salvo en las partes hoy rusas- y desmembrar a Rusia. Ni siquiera estaba en el poder Vladimir Putin. Así, entre otras cosas a través de Ucrania, no se trata de absolutamente ninguna "amenaza rusa", sino de crear condiciones para que, como lo quisiera el presidente estadounidense William Clinton, pase con la Federación Rusa lo que con la Unión Soviética.
El equipo del presidente estadounidense Donald J. Trump mencionó estar dispuesto a dejar por un buen rato de lado el asunto de Ucrania y la OTAN, congelándolo unos 20 años. Al mismo tiempo, por estar bajo control de fuerzas "globalistas", algunos países europeos y Zelenski están saboteando a Trump y viéndole la cara, con tal de seguir con el guión establecido desde los años '90. Si Trump y Putin no consiguen anteponerse, los problemas seguirán, siendo secundario el Donbás, puesto que de lo que "se" trata es de ganar en profundidad en territorio ruso. El supuesto es que "Rusia no se atreverá" a ser la primera en atacar nuclearmente, a sabiendas de que Rusia no tiene el menor deseo de hacerlo. Se trata de poner a prueba la doctrina de DEFENSA rusa, que autoriza el uso del arma nuclear si la existencia del Estado ruso está en peligro. Si desde Ucrania se ataca Rusia central y del sur -como ya se viene haciendo con drones y como se hizo en la región de Kursk-, los países que suministran no sólo las armas, sino la capacidad para usarlas contra territorio ruso se vuelven blanco potencial de represalias rusas, salvo que crean que Rusia está blofeando. Rusia tiene como blancos prioritarios el Reino Unido y el comando de la OTAN en Bruselas, pero ya ha señalado lo que puede pasar con Francia y Alemania. El llamado es a saber detenerse, y por razones propias Trump quiere parar. Ahora bien, si algunos quieren liarse a golpes en Europa (como ucranianos que pierden ante militares pero acostumbran a tomar a civiles por blanco), no parecen tener mayor conciencia de lo que están haciendo y arriesgando, a reserva de que, si algo fuerte llegara a suceder, queda la incógnita sobre la reacción intercontinental estadounidense, entiéndase por "intercontinental" la disposición al fin de los tiempos. Por lo demás, no deja de entristecer que en política haya líderes que, como gente en la vida cotidiana, crean que el esfuerzo por no violentar es propio de los débiles y que, por lo mismo, vale todo: el día del "no más", aunque tenga que hacer pensar a los rusos, puede ser también el del fin de quienes creen, porque así crecieron, que no tienen por qué perder, o no entienden de pérdidas, o las temen, y más si, como los "globalistas" son también "financieristas", creen que "la casa se lleva todo" o que traen los ases. Pregúntenle al ex presidente ruso Dmitri Medvédev si lo que se busca es pleito de cantina o, lo que parece, lo que se conoce coloquialmente en México como "pleito ratero", en el que el asaltante hace con una provocación el ademán de estarse defendiendo.