Gracias a la publicación de las Memorias de Vasil Bilak, antiguo comunista checoslovaco (de Eslovaquia), considerado "duro", se puede saber mejor lo siguiente: los protagonistas de la "Primavera de Praga" de 1968 no querían ningún socialismo, ni siquiera con "rostro humano", sino el restablecimiento del capitalismo. No se trató de una "reforma" abortada por la intervención soviética y de algunos países del Pacto de Varsovia.
Una parte se puede deducir de escritos de Ernesto "Che" Guevara luego del fracaso de su guerrilla en el Congo. El "Che", ya en la clandestinidad, pidió no ser instalado en Checoslovaquia porque, según él, este país era un nido de agentes de la CIA (Central de Inteligencia Americana), por lo que podía saberse el paradero del cubano-argentino. Checoslovaquia, en plena "Primavera de Praga", tenía controles estatales frágiles, de tal modo que se confirmó lo que decía Guevara, y los comunistas "duros" apenas si estaban enterados de cómo les "caían" agentes de potencias occidentales..
Varios de los líderes del "comunismo reformista" se encontraron abiertamente del lado capitalista, como Zdenek Mylnar, secretario del Comité Central del partido comunista local en 1968: quedó considerado no como un potencial reformador, sino como "liberal" e intelectual favorable a los Derechos Humanos. Apenas pudo, y no precisamente durante el socialismo (aunque ya había estado haciendo anticomunismo en Austria, bajo los auspicios del canciller austríaco Bruno Kreisky), sino después, Mylnar se fue al extranjero (murió en Viena, capital austríaca). Es una enciclopedia anglosajona que lo catalogó como "liberal"y desde antes de 1968 el mismo Mylnar era partidario no sólo de conciliar "economía socialista y democracia liberal", sino de admitir "grupos de presión" en el partido comunista. Es Mylnar mismo quien habló de democracia liberal con entusiasmo en uno de sus libros de Memorias. Mylnar era cercano al líder más conocido de la "Primavera de Praga", Alexander Dubcek. En los '90 (1996), Mylnar se presentó como "socialista democrático" en elecciones checoslovacas, sin el menor resultado, así que mejor se fue a Innsbruck, también en Austria. Otra "estrella", Ota Sik, había logrado hacer pasar reformas de mercado desde 1967, con algo de apertura al sector privado. Estando en Yugoslavia en el momento de la intervención en 1968, se fue a Suiza, y como no tenía inconvenientes con el capitalismo, asesoró a la presidencia checa después de 1989; no se le hizo demasiado caso y adoptó la nacionalidad suiza.
Bilak trató de evitar posturas polarizadas -a lo que empujaba también el "Manifiesto de 2000 palabras" de intelectuales detrás de Ludvik Vaculik-, y pudo darse cuenta de que la "Primavera" despertaba suspicacias entre los obreros y en provincia, y era más un asunto político-intelectual, aunque dividía al ejército y las fuerzas de seguridad. Luego de la llegada de Vaclav Havel al poder y el paso al capitalismo, se quiso acusar a Bilak de "invitar por escrito" a la intervención, pero no se encontraron pruebas, por lo que el asunto se terminó.
La gente de Dubcek uitilizaba manuales de manipulación de masas dentro del partido comunista, para "quemar" a los rivales. Los comunistas "duros" no tenían mayor idea de estas formas de proceder. Dicho sea de paso, el 16 de julio de 1968, en un documento encontrable en la Web, The New York Times dió a conocer que Zbigniew Brzezinski andaba para el momento en Praga, capital checoslovaca, dando conferencias, por parte de la universidad de Columbia (Estados Unidos). No hubo problema en Praga (y sí aval tácito), sino malestar en la vecina RDA (República Democrática Alemana), que denunció el hecho. Brzezinski fue un hombre clave de los Demócratas para entrampar a los soviéticos en Afganistán, y para empujar a varias potencias a la frontera rusa y a tragarse a Ucrania, además de buscar dividir a Rusia en tres, lo que está plasmado en 1997 en El gran tablero mundial y coincide con la idea del presidente Demócrata estadounidense, William Clinton, de hacer con Rusia lo que con la Unión Soviética, logrando una implosión. Según el periódico estadounidense mencionado, había más "visitantes estadounidenses" en Praga al mismo tiempo que Brzezinski, "ejerciendo influencia" (?). Es la universidad de Columbia que luego publicó a Mylnar.
Como parte del pluralismo que buscaba impulsar alguien como Dubcek, aparecieron nuevas organizaciones políticas, como K 231, constituída por antiguos presos políticos. Un brote de libertad, con la salvedad de que esos presos eran antiguos nazis. Ni quien se incomodara. La CIA, Brzezinski, nazis y "demócratas liberales", además de una televisión local que, sin que tampoco nadie se lo impidiera, se puso a la propaganda anticomunista.
Dubcek murió el 7 de noviembre de 1992, a los 70 años, luego de un accidente de tráfico, y tan en el olvido como Mylnar. No es que Checoslovaquia fuera el país de las maravillas o que no se necesitaran reformas, lo que explica por lo demás las dudas soviéticas antes de intervenir, pero lo que ocurre es que, lemas aparte, más de uno quería simple y llanamente capitalismo, por lo que no es necesario hablar de "reformistas". Después del cambio en 1989, con Vaclav Havel, la "revolución de terciopelo" y el paso al capitalismo, no sólo no hubo quien se acordara de Mylnar o Dubcek, sino que quienes, como el intelectual Karel Kosik, SÍ querían una reforma DENTRO del socialismo fueron perseguidos y arrumbados, a diferencia de la tolerancia dispensada a Dubcek y Mylnar.
Vasil Bilak muestra no un régimen del 68 represivo, sino sorprendido, débil y poco apto para el tipo de jolgorio que se armó y en el que se pescaba a río revuelto. No fue por dureza, sino por debilidad que el comunismo "duro" reaccionó reprimiendo. Lo que cabe solicitar es dejar el guión de "buenos" y "malos", en cualquier sentido, y en parte también la creencia en algo de "generación espontánea", porque influencia externa hubo para agitar las aguas y desestabilizar, en plena Praga, y tolerada por los dizque "reformistas", que habían aprendido de lo ocurrido en Hungría en 1956, para no presentarse como contrarios al socialismo, sino "con rostro humano". Dubcek (quien quería meter a Checoslovaquia en el camino del endeudamiento que siguieron Polonia, Hungría, Rumanía y Yugoslavia, en parte para suplir una escasez relativa cierta con bienes de consumo, que era a lo que después de todo se trataba de entrar) no podía ser socialista -salvo social-demócrata- al no oponerse en nada a antiguos nazis, tan campantes, o a quienes iban a "influir" en Praga, al grado de hacerse de bastiones mediáticos. Tampoco hay mayor sorpresa, puesto que para muchos el "rostro humano" es el del capitalismo y el inhumano el del socialismo, en algo de caricatura (da click en el botón de reproducción).