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sábado, 18 de octubre de 2025

VEN CLARIDAD, LLEGA YA

 El periódico El Independiente, en particular a través del periodista Carlos Ramírez, ha estado llamando la atención sobre el problema por el que atraviesa la universidad pública, y que es necesario atender.

      Parte del origen se remonta al mito del 68 y la negativa de los líderes estudiantiles y bastantes intelectuales a reconocer lo ocurrido, muy bien documentado: el movimiento de ese años fue utilizado para dirimir un problema que no lo concernía, la sucesión presidencial y diferencias internas en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), a lo que hay que agregar que la cifra de muertos por el "fuego amigo" el 2 de octubre de ese año en Tlatelolco fue muy, muy baja -en parte, acción quirúrgica exitosa- y ni siquiera mayormente de estudiantes. Algunos de los líderes más precavidos ya no están y otros están más interesados, como se dice coloquialmente en México, en "hacerla más grande" para autoengrandecimiento y para hacer creer que el 68 fue "revolucionario", a reserva de saber qué revolución logró (ninguna, más allá de cierta apertura en el sexenio de Luis Echeverría, y sin vínculo claro de causa a efecto con la apertura política de 1977 promovida por Jesús Reyes Heroles). Cabos sueltos sobre qué fué el 68 -tampoco "mundial"- casi no quedan, salvo el asunto de saber cómo se esfumaron en la madrugada en Tlatelolco muchos francotiradores de la Regencia del Distrito Federal y el papel de algunos líderes, en caso de que hubieran tenido alguna forma de contacto con el regente capitalino, Alfonso Corona del Rosal. Simplemente, lo que quiere decir el 68 es que los estudiantes pueden verse envueltos en "política" fea a pesar de ellos mismos (y Sócrates Campos Lemus o Ayax Segura tal vez no sean los únicos provocadores).

        Después, la intelectualidad y las autoridades universitarias tienen su parte, la primera buscando también "trascender", y las segundas cooptar y al mismo tiempo reproducir así sea en escala menor prácticas del antiguo régimen, que por lo demás son "internacionales", como parte de "estrategias de tensión" que incluyen banderas falsas (por ejemplo, el Euromaidán ucraniano de 2014, en una ratonera igual a la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, siguió el mismo guión del 2 de octubre). Los "grupos de negro" no son nuevos y datan cuando menos de un sexenio antes del 2018-2024 correspondiente al presidente Andrés Manuel López Obrador. Lo nuevo y, curiosamente, abruptamente detenido, fue la provocación feminista: mismo problema, cuando menos tolerancia -a costa de la ley, para variar "según el caso" y no según la norma- de intelectuales, autoridades universitarias e incluso, en su momento, del gobierno capitalino, metido a adoptar la agenda Demócrata estadounidense. No es BlackRock que gobierna, y no es tan sencillo como la "denuncia de intereses" de por ejemplo el analista Alfredo Jalife-Rahme, pero tampoco es un misterio cierto lado "libertario" de la presidentA mexicana, Claudia Sheinbaum. Aquí hay un problema: sin reprimir, se podía hacer más para sancionar a quienes delinquieron el 2 de octubre último, porque, si no, se está de otro modo en privilegios e impunidad ante la ley, lo que deslizó erróneamente la jefe de gobierno capitalina, Clara Brugada, en cierta negativa a actuar contra el "Bloque Negro". Otro asunto es que, desde 1999, las autoridades universitarias no hayan hecho nada contra un sabido mundo subterráneo que incluye la posesión de un auditorio, sin modo de proceder a un desalojo que no tendría ya mayores consecuencias, a disminución de padrinos.

       En este terreno, las pifias vienen del principio de la jefatura de gobierno capitalina de Sheinbaum, cuando decidió "pedir perdón" a la familia de Lesvy Berlín Osorio, en uso político de un crimen para nota roja: la estudiante fue ahorcada con un cable telefónico por su novio, suficiente para una sentencia, pero no queda clara la necesidad de tapar que ambos jóvenes consumían droga y ella, cuando menos, también alcohol. En vez de insistir en el feminicidio, ¿no sería más interesante recordar que, de acuerdo con lo que es accesible, un alto porcentaje de delitos en México (!un porcentaje abrumador en algunos lugares!, aunque con variaciones según las entidades federativas) tiene que ver con consumo de drogas y alcohol?¿Era más importante desmarcarse de los errores del gobierno capitalino de Miguel Ángel Mancera que hacer conciencia de lo sucedido? Por lo demás, en la universidad pública se ha tolerado, al menos hasta hace poco, el narcomenudeo y el consumo de alcohol, lo que data de hace !décadas!. Los casos de nota roja no son nuevos: ya en los 80, por ejemplo, podía darse que un viernes por la tarde (momento conocido para precauciones en ciertas partes de la universidad pública) un empleado de seguridad destrozara con picahielos a una muchacha sorprendida besuqueándose con el novio en alguna Facultad. No se hacía el uso político como del caso reciente del estudiante del CCH Sur (Colegio de Ciencias y Humanidades) que, ya mal desde el nombre (Lex Ashton, !), fue a matar a otro en pésimo remedo de college. Tampoco es un secreto que con frecuencia la justicia universitaria procede como la del antiguo régimen y no tiene inconvenientes en usar formalismos para prevaricar. Por la omnipresente "política", que es de grupos particulares y dependencias personales por encima del interés público..

       Finalmente, la versión podrida de lo que algún día se sembró con el llamado "porrismo" y la "política" en la que no faltó la izquierda, como en 1999, para llegar a la novela de Chesterton (El hombre que fue jueves): la policía (PFP-Policía Federal Preventiva) desalojando a agentes de Gobernación, con alias dignos de sicarios, al fin y al cabo mercenarios ("El diablo", "El gato". "La pita" y "El mosh", algunos mantenidos luego en nómina o con trayectoria de provocación en sindicatos, salvo los que se equivocaron de candidato "a la grande"). No es asunto de "conspiraciones", sino de "política de grupos" en sistemas clientelistas, y las nóminas las dió a conocer en su momento la revista Proceso. Más allá de un asunto de cuotas, en 1986, el CEU (Consejo Estudiantil Universitario), que incluía a Sheinbaum, tiró el último intento -del rector Jorge Carpizo- por tomarse la academia en serio y más allá de la "política", para un Congreso que sin "política" dejó de interesar, ¿Cómo no recordar el "Congreso académico sí, mil veces sí" y "Congreso político no, mil veces no" de Carpizo, quien acabó vencido por la "política" misma al pasar él al gobierno?).

      Hay, además de mercenarios de negro o mercenarias de violeta, y más de un joven ingenuo, mercenarios de la "agenda" Soros que se nota, como se dice, "a kilómetros", incluida la deplorable manipulación de "causas", como la palestina, además de "los Derechos Humanos", los asuntos de género (copiados totalmente de lo que acabó con el presidente estadounidense Barack Obama en el berenjenal de los "baños neutros") y la deriva que ya estaba latente (todo sea por sentirse portorro, o aunque sea negro, pero estadounidense "al final del día"), hacia las llamadas "cultura woke" y "cultura de la cancelación" (cancel): esta última acosa a la gente por comentarios considerados "inadmisibles" al margen de que sean verdaderos o falsos, y es la última ocurrencia del izquierdismo puritano y su tendencia a usar la indiferencia con un toque de fanatismo. Lo woke es "despertar" a la injusticia dizque social, aunque se centra en temas raciales (pueblos originarios, afrodescendientes...todo en lo que se ha ido a meter la universidad pública).

       La universidad no se puede democratizar, salvo en la cabeza de ex líderes del 86 cooptados, como Imanol Ordorika, porque la academia no se vota, ni se resuelve encimando instancias y más instancias a nombre de la supervisión de la "rendición de cuentas". Es el resultado de no ser la universidad del Estado, sino de creerse espacio de la "sociedad civil" (con el clarísimo toque de organizaciones no gubernamentales). Si se buscan soluciones "políticas" (como complicarle la vida a un director MC-Movimiento Ciudadano), o hacerse de la vista gorda ante los "pobrecitos jóvenes bloque negro", se puede crear un foco de inestabilidad crónico, aunque las autoridades universitarias (además de una parte del alumnado) parecen dispuestas a cooperar con las autoridades de gobierno, que en lo policíaco es eficaz; no hay mucha apuesta por "los de negro", a reserva de saber quién crea "tensión" con amenazas de bomba. No se trata de recurrir a más mecanismos "democráticos" de "consenso", "mayoriteo" ni nada "político", sino de saber a quiénes se escoge por amistades, como se ha hecho desvergonzadamente en algunos programas universitarios y en más de un cargo importante,  y como se apuesta desde que Open Society (de Soros) no para de elogiar a la presidentA. Nada más que el interés de esta gente, más allá de las histoires de cul ("historias de culo")y de "discriminación" para lograr otra, la "positiva" y sus privilegios (que es anticonstitucional por preferencial, lo que es un ataque a lo que queda de Estado), es armar "revoluciones de color" que por regla general instalan el "caos controlado". La "revolución de color" no es probable, pero sí cierto grado de caos crónico para "mandar mensajes" (entre otros la preferencia por el secretario de Economía, Marcelo Ebrard). Mientras unos hacen "política" de eterna componenda, sin ver más allá de su pueblito, otros, como Tiro Loco McGraw o Sean Penn, calculan como utilizar a los demás para beneficio propio, haciéndoles creer que es el de ellos. 

      Sobre "los de negro" y ls amenazas desde redes y otras, lo deseable es simplemente la ley, en cooperación entre la universidad pública y las autoridades de gobierno, que deben ser resueltas y no "a medias", como lo fuera Martí Batres (otro del 86) en la alcaldía Benito Juárez. El otro problema es más delicado, ya que supondría reacomodar el aparato universitario y, además, que se anteponga la nación al interés extranjero, Demócrata, que busca colarse en el oficialismo: el mismo Batres está señalado (Frente Joven por la Vivienda), para no hablar por ejemplo de Vidulfo Rosales (más de una década "pastoreando" a los padres de Ayotzinapa desde el onegeísmo pro-Soros) en el aparato de la SCJN (Suprema Corte de Justicia de la Nación). Como se dice, sería de "cortarles los víveres", en la universidad pública y en el aparato gubernamental, y terminar de entender para qué alguna vez se decidió que la universidad pública fuera autónoma: para separar lo público de lo "político", es decir, para no servirse de la universidad para dirimir cuestiones de poder. No es la autonomía ninguna fórmula  para tener derechos territoriales por encima de la potestad del Estado, y lo que se presentan como paros (ni siquiera huelgas) son en realidad tomas. No es un Estado dentro del Estado mexicano.

      Como ya se dijo, en el origen está la equivocación a varias bandas del 68 y un mito. Más cerca, cuando ya había signos de vuelta a la instrumentalización con el armenio, está la utilización del mito para justificar volver a servirse de la universidad, lo que supo hacer muy bien el obispo de Copilco, y el brete en que están metidos los Woldies, porque lo suyo es también "política" (aunque les "dejaron el paquete" por la decadencia del antiguo régimen), mientras hay gente lo suficientemente perversa para crearle un foco de inestabilidad estudiantil a la Dra. Sheinbaum. Para cálculos, hay gente más hábil que la de la maniobra pueblerina golpeadora ("dale donde más le duele") del Instituto de Estudios para la Transición Democrática (IETD), de bastante gente con privilegios por "política". La Dra. no puede intervenir -aunque está facultada-, y no queda claro cómo las autoridades universitarias puedan desanudarse la soga que ellas mismas se fueron poniendo al cuello  creyendo cooptar a la izquierda. A lo sumo, aflojar: no soltarse del gobierno, para evitar problemas presupuestales, y no soltarse de alianzas internacionales, ni de la extraña libertad de golpear insistentemente al Estado, en lo que coinciden con "la sociedad abierta" Mientras, de remate, algunos abajofirmantes toman sus privilegios de grupo por "la comunidad", siendo que, con la pena, ellos también no representan más que un grupúsculo de amiguis de toda la vida que, más allá de su habitual refinada mala fe  (aludiendo al pasado como si el actual gobierno fuera clave en el problema, o como si se tratara en los estudiantes de emular al CEU), no representa el sentir de quienes no quieren política en la universidad pública. De ninguna, ni siquiera de "grupos de presión" que en más de una Facultad no interesan. Esos tiempos de servirse clientelarmente de la universidad pública o de "tomar el cielo por asalto" no les dicen nada a los más jóvenes. Menuda provocación y notorio estilo y tufo gringo en las peticiones. Si es universidad de la nación, sería de interés precisar de cuál. Los "mapaches" (del antiguo MAP, Movimiento de Acción Popular-en lo fundamental, privilegiados por el seductor de la patria- no tienen enfrente más que lo que sembraron, por lo de vientos y tempestades, y en Puelto Lico. Porca miseria.(da click en el botón de reproducción)



CUANDO NO HAY DE OTRA

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