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jueves, 9 de octubre de 2025

TÓTEM Y TABÚ

 Como organismo descentralizado del Estado, a riesgo de convertirse en feudo, la universidad pública simplemente no es una empresa privada. En este sentido, básicamente a través de la parte del presupuesto federal que recibe (del Estado), la universidad pública vive de renta y no genera ganancias. Por lo mismo, desde el punto de vista capitalista, los trabajadores de la universidad pública, desde el último encargado de la limpieza hasta el más alto funcionario, son improductivos. Esto no quiere decir que no sean útiles, pero algo intuye el clasemediero que consideraba hasta hace poco que cuando menos las Humanidades son cosa de bohemios, extravagantes y ociosos. No es así, aunque tampoco se trata de una visión del todo falsa. Como trabajadores improductivos, siempre está el riesgo de que sean parásitos. Algo ya intuía hace algún tiempo el estudioso argentino Marcos Kaplan al hablar del riesgo de caer en la "universidad lumpen".

          El trabajador universitario es simplemente un asalariado del Estado, y como tal, debiera tener noción de y ejercer un servicio público, ya que el Estado se identifica con el "sector público", y en este sentido no es universidad de "la nación" ni se debe "a la sociedad", porque le rinde cuentas al Estado, no "al contribuyente", la otra faceta del clasemediero que cree que por pagar impuestos puede exigir tal o cual cosa de la universidad pública ("egresados abstenerse", era en los 80). Si es el sector público, es de interés general, por lo que tampoco es universidad que se deba "al pueblo", ni a ningún interés particular, mucho menos extranjero vía "recomendaciones" de organismos internacionales, por ejemplo, si se trata de "lo público nacional". Durante la segunda posguerra, la universidad pública servía en concreto a dos propósitos: formaba cuadros para el Estado, y al mismo tiempo, en algunas carreras, asumía el costo de formar profesionistas para el mercado laboral cuando no era rentable en el corto plazo para el capital; formar un médico de calidad, o un ingeniero igual, toma algunos años, y el capital no quiere pasar ese tiempo sin ganancia. De este modo, indirectamente, en el llamado "Estado de Bienestar" el Estado "subsidiaba" al capital, a riesgo de que aquél se desvalorizara (desvalorización social). En cualquiera de estas funciones, la universidad era útil, aunque no productiva, como ya se ha dicho, en el sentido de no generar ganancia.

         Hasta la fecha, aunque de manera limitada, la universidad pública realiza un trabajo que llega a ser útil a la sociedad, más allá del "prestigio", aunque, también, desde hace décadas, hay áreas enteras que no se ocupan de la realidad nacional -lo que ha sido demostrado-, y que, en este sentido, no sirven de apoyo a la toma de decisiones en el Estado. Problemas como los de la economía informal, las remesas, el turismo, el verdadero alcance del crimen organizado o los energéticos, por mencionar algunos, son muy pocas veces abordados, si lo son, por más que, por ejemplo, se estudie la evolución salarial (incluida la de los universitarios...) o la del libre comercio, además de que hay buenos estudios especializados en áreas como el urbanismo, por mencionar una. México ha tenido buena tradición de arquitectos, como la ha tenido de médicos, por ejemplo en cardiología o neurología, y de abogados, por ejemplo constitucionalistas. La universidad pública ha ido perdiendo capacidad de investigación básica, para abalanzarse sobre la aplicada, agravando un viejo problema, el de la dependencia de "paquetes de conocimiento" provenientes del exterior, pese a que hay talento en México. Es parte de un problema más amplio que desdeña la ciencia, no invierte bien en I&D (investigación y desarrollo) y no cumple con los estándares de la parte de riqueza (producto interno bruto) que se debe dedicar a la educación. Se ha creado así una ilusión: la de creer que se está "al día" por abarcar asuntos de moda, en investigación aplicada, cuando se ha perdido lo que podía haber de base, por ejemplo en teoría en las ciencias sociales. El hecho de imitar a Estados Unidos no hace al campus local algo "grande a lo estadounidense", sino una versión de lo que en los mismos Estados Unidos hay de "patito", como se dice coloquialmente en México. Lo característico es imitar sin interiorizar nada, como los hospitales "como los de Dinamarca" sin el gasto público de Dinamarca. Con el grave abandono de la investigación básica y la proliferación de lo que "se aplica", se trata cada vez más de lo que por lo demás contribuyeron a introducir algunas grandes personalidades de izquierda, como Pablo González Casanova: la universidad maquiladora, y que en Humanidades es ciertamente parasitaria.

        Pese a que muy en parte (solamente) es vehículo de movilidad social, y tiene por lo demás algunas ventajas sobre las universidades privadas, con las cuales no tiene sentido compararse PORQUE NO HACEN INVESTIGACIÓN (ni tiene sentido más que suicida colocar la figura estadounidense de profesor-investigador y premiar docencia donde se debe atender la investigación, con el propósito original), la universidad pública tiene a parte de sus trabajadores confundiendo Estado y gobierno y, como se dice en México, "mamando y dando de topes", es decir, viviendo del erario, con no pocos privilegios incluso más allá de la "burocracia dorada", en fiel reflejo de las secretarías de Estado desde el seductor de la patria, y pegándole al Estado en nombre de "lo libertario" y de "la sociedad", salvo para extorsionar en el reclamo de presupuesto.

  Cuando se percibe un salario que no es derivado de capital sino de renta, no queda claro hasta dónde, como se dice coloquialmente en México, se está "desquitando" ese salario, para que sea "equivalente" de la renta, a riesgo de que, de no serlo, sea puro despilfarro. Es el motivo por el que, justamente a falta frecuente de verdadera equivalencia, en la universidad pública, más allá del tótem presupuestal, la academia es un tema tabú, bajo pretexto de la "libertad", y ni se diga el tabú de la calidad. No se trata de privatizar ni nada por el estilo, aunque, de entrada, la universidad pública pudiera usar mejor sus recursos, y es probable que se esté haciendo entre las nuevas generaciones. Se trata, para lo que hay en parte programas establecidos, de hacer eficiente el trabajo introduciendo criterios que lo vinculen al rendimiento: nada más que, cuando el parásito se quiere comer al huésped, lo mimetiza y al mismo tiempo lo adultera, por lo que se cree que es pura cuestión de cantidad y de "equipo" toyotista para ajustar "la oferta" a una "demanda" que, como ya se ha explicado, pide maquila y no se interesa por el "paquete de conocimiento", ni demasiado por hacer desde el punto de vista endógeno con calidad y creatividad. "Productividad" también puede ser "hacerlo mejor", no "hacer más" a costa incluso de la calidad. Así que "salto cualitativo" no lo hay, aunque se lo confunda con "cantidad visible": ni en China es así, aunque sea por la importancia dada a la transferencia de tecnología para el aprendizaje local.

      Por lo que toca a lo lumpen, no es un secreto dónde está localizado en la universidad pública, ni a qué intereses ha servido. Ya pasaron los tiempos de "!que vivan los estudiantes!" por su potencial "rebelde", por lo que no debiera estar la necesidad del doble movimiento de provocación y control (lo primero para lo segundo), un puro reflejo del pasado (estrategia de "tensión", como la utilizada en el 68), ni el otro reflejo, descrito por Carlos Ramírez en El Independiente, de querer empujar hacia alguna forma de represión desde el gobierno, provocándolo, en violeta o en negro, según el sexenio (Ramírez se refiere en todo caso a los de negro), y según el color que escoja la aristocracia financiera que hace aparecer a provocadores similares, con las mismas "causas", la palestina incluida, en campi y ciudades estadounidenses. No es nada más cuestión del magnate George Soros, ya que hay más gente metida, pero más de una defensa de Palestina, de las mujeres contra el Estado-opresor-que-es-un-macho-violador (incluyendo las violeta y verde abortista), de Black Lives Matter y de Antifa (Stop Cop City) ha tenido que ver con la Open Society, ahora a cargo del hijo de Soros y que, curiosamente, ha llegado a entrenar gente para actos de destrucción de la propiedad. No incumbe a toda feminista o todo anarquista, pero basta con infiltrarlos. Por lo demás, ¿por qué un programa de la universidad pública -a cargo de alguien que pasó por la Open Society-  dió a conocer un largo artículo en una revista universitaria y alabando formas extremas de esas expresiones? ¿Por qué los paros de las llamadas por algunos "porros violetas" cesaron como llegaron, de acuerdo con cambios jerárquicos en la universidad pública? En realidad, no eran paros, sino tomas, y toleradas. ¿Por qué hasta la administración universitaria pasada y con el obispo de Copilco como secretario de Salud había grupos porriles que podían moverse a sus anchas por la universidad pública, y sabiéndose qué dependencias los amparaban (cuando menos tres)?

    Como sea, es tan tabú como el trabajo académico y tan tótem como la creencia errónea en el "joven libertario", para servirse de un organismo descentralizado del Estado maltrecho. Hay algo profundamente penoso que se remonta a una mala comprensión de lo ocurrido en el 68 mexicano (incluido el "fuego amigo"), como con muchos de sus líderes, y que incumbe a una creencia errónea, porque, salvo entre los de pose, los estudiantes quieren estudiar y no tienen el tiempo de antes para ser "revoltosos". "Provoco y controlo", adentro y/o afuera, es a estas alturas "política" como puro despilfarro y sin mayor perspicacia sobre el cambio. Salvo el muy urgido de recursos (en situación de calle, por ejemplo), el estudiante de hoy, pese al deterioro universitario, tiene una idea más capitalista del mundo y, por lo mismo, de lo que es andar perdiendo el tiempo "alborotando". En "política", por ejemplo, como lo hacen algunos miembros de la aristocracia financiera y empresarios, como el del Cártel del Pañal (sic), el de Kimberly-Clark,  Claudio X. González.  La "comunidad universitaria" o la "intelectualidad del país" no dijeron nada, como tampoco del intento por crear "tensión" en la universidad pública: después de todo, llega a ocurrir que las temáticas y las ramificaciones son las mismas (para el fund-raising), cuando la jerarquía universitaria atiende los asuntos prioritarios para la oposición, tolera "política" porque la hace y busca control para asegurar intereses de grupo -particulares- antes que los generales, no importando entonces siquiera lo que se conoce como orden público. Caramba y zamba la cosa... Difícilmente se sabrá el origen: pero intentar provocar el 2 de octubre la represión de una presidentA (Claudia Sheinbaum) crecida a la sombra del 68 no era sino una gran idea, propia del llamado "pleito ratero". Y en nombre del bien. (da click en el botón de reproducción).









TÓTEM Y TABÚ

 Como organismo descentralizado del Estado, a riesgo de convertirse en feudo, la universidad pública simplemente no es una empresa privada. ...