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domingo, 19 de octubre de 2025

CUANDO NO HAY DE OTRA

 La Revolución Cubana todavía le dijo algo a muchos cuando vivía el líder Fidel Castro. Pero no fue, más allá de cómo se quisiera llamar, sino una revolución en un país periférico y, por lo mismo, marcada por las taras del Sur, en particular la obnubilación por la "política" y por el "poder", lo que también se encuentra entre los demócratas-liberales de la periferia, como los de México. Esto quiere decir que, por dicha obnubilación, se llega a no saber de nada más y a pasar por encima no de la verdad, sino de los hechos, por más que Cuba tenga cosas a su favor y las contradicciones de un socialismo de Estado. Se puede llegar a situaciones delicadas, como la de servir a Cuba, cerca de la incondicionalidad, y ser premiado por el señor Alejandro Moreno, líder del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el "Santo" Alito Moreno -como enmascarado de plata-, en nombre de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina (COPPPAL) y de la Fundación Gustavo Carvajal Moreno "Mensajero de la Paz", sin ser por lo demás ni "académico ilustre", salvo para aterrizar en alguna universidad entre coyuntura y coyuntura política (tradición priísta), ni escritor. Diplomático sí, pero a riesgo del sacrificio por el imperativo de la "política" y el "poder", incluyendo en parte el sacrificio de la personalidad. Una cosa es el sentido del deber; otra la responsabilidad por la integridad propia, única e irrepetible: ¿con quién es el deber? La "política" y el "poder" seguirán, así cambien de forma, pero cada persona, como única e irrepetible, no puede dejar de responder o reflexionar sobre la responsabilidad mencionada, salvo que el deber mismo se entienda de manera militar y/o religiosa, y por ende, de obediencia absoluta, que es de lo que se trató con Cuba y con más de una familia, con obediencia a la señora. Llega el momento típico del antiguo régimen: el homenaje a modo de adulación, no muy disimulada, para servirse del deber de otros en beneficio propio y para nada que tenga que ver ni siquiera con la diplomacia. Es lo que se llama "política politiquera". Antes, era parte de cierto ritual institucional y de Estado, pero no se trata de ningún asunto de Estado, sino de parte del PRI de querer saludar con sombrero ajeno, sin que se entienda el motivo de prestarse a algo que, como parte del pasado, es un delirio: Alito con disfraz de progresista, el diplomático de estadistas -es la segunda o tercera vez que se lo hacen- creyéndose juventud rebelde y Prensa Latina sin la menor incomodidad por el "como digo una cosa, digo otra"; Alito el progre que acusa al Movimiento de Regeneración Nacional (MoReNa) de "narcodictadura comunista" y "nazismo" y otro que se cura en salud con "las jóvenes generaciones" panameñas para un final de ficción: "esta historia continuará". Alito sirviéndose de valores que no tiene, y el otro, como algunos cubanos, llevando los principios y las convicciones al quijotismo, última figura de un Fidel Castro que se creyó profeta.

       Para atender los hechos. Las cosas ya no estaban bien en los '80, y al celebrado Grupo de Contadora no le tocó un papel nada sencillo, porque, así se le haya dado el Premio Nobel de la Paz al costarricense Óscar Arias en 1987, la negociación en Centroamérica desembocó en la neutralización política de la izquierda, y en particular de distintas guerrillas, hasta el desastre en Guatemala, el intento fallido del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional) por "desempatar" con una segunda ofensiva final fallida en 1989 (luego de la de 1981), la derrota electoral del sandinista Daniel Ortega en Nicaragua y, por rehusarse a colaborar en una posible intervención militar contra la misma Nicaragua (entre otras cosas), la captura de Manuel Antonio Noriega en Panamá con la invasión de 1989, en un proceso de "reversión" (roll back, según el presidente estadounidense Ronald Reagan) que fue anunciado y le costó desde 1981 la vida al líder panameño Omar Torrijos. Fue una derrota, como lo ocurrido con la Unión Soviética, y se le debió haber llamado como tal, sobre todo que gran parte de Centroamérica fue a dar en violencias aún peores, y Panamá ya no se repuso: como el PRI, el PRD (Partido Revolucionario Democrático) panameño terminó mal, en caricatura de sí mismo y negociando el entreguismo. Estados Unidos ganó por un buen tiempo la partida. Del FMLN tampoco quedó gran cosa, y de la guerrilla guatemalteca (URNG, hoy URNG-MAIZ), menos, salvo la progresiva cooptación, a la que contribuyeron el seductor de la patria desde México y uno que otro de sus intelectuales. Como la "reversión" comenzó en 1981, la caída de la Unión Soviética está lejos de explicar muchas cosas. Algunos se encontraron después cooptados en embajadas y con familias puestas a mentir. El problema de la "política" y el "poder" de antiguo origen militar es que suspendió la independencia de criterio por "obediencia debida" (y suena pésimo). No hubo mucho "académico ilustre" ni "escritor", y sí luces y sombras de una labor diplomática que no parece entender que se puede ir "de victoria en victoria hasta la derrota final", así se haya logrado sin duda "entrar en el Canal".

       Podría ser preocupante ser reconocido como "político de valores" por alguien del grado de cinismo de Alito y su disposición a venderse a Estados Unidos y sus agencias de seguridad. Para atender los hechos: más con la separación de Acción Nacional, el PRI va en picada. Más allá de buscadores de huesos, como el obispo de Copilco, han salido ya o se han alejado quienes tenían mayor sentido institucional. Del PRD panameño salieron desde Martín Torrijos hasta varios torrijistas antiguos. A su vez, la COPPPAL no dice gran cosa. Contra lo dicho por medios de comunicación poderosos y algunos de la comentocracia y de los opinólogos, es el ocaso del populismo (el torrijismo lo fue a su manera). Decir que "la historia apenas empieza" es ya harina de otro costal:  desafortunadamente, no es sencillo hablar de delirio como lo hace el estudioso Dany-Robert Dufour, para quien se trata de una creencia falsa, que hace ilusión, que se resiste a toda objeción, que no hace más que reforzar la creencia inicial. La izquierda está en parte en una forma de "pleonexia" (querer siempre más): en vez de detenerse y de reconocer derrotas gravísimas, en nombre además del "antidogmatismo" sigue como de teflón en el futuro luminoso que la acompaña, como idea fija. En un sentido más "clínico", no es ninguna alucinación ni locura, sino confusión, desorientación y el no poder pensar o recordar con claridad. El problema está en el foco de atención, como en decir delante de Alito algo sobre el "empeño en la autodeterminación", mientras el otro pide para México la DEA (Agencia de Control de Drogas) o el FBI (Agencia Federal de Investigación). No queda claro si hay o no narcomenudeo en la COPPPAL, puesto que el dirigente del PRI, al comparar al actual gobierno mexicano con "el nazismo", también está delirando, en este caso bajo la forma de una "creencia extravagante e irracional". Y Cuba, a través de Prensa Latina, celebrando el delirio conjunto, que empieza por creer que Gustavo Carvajal tiene alguna importancia. No hay reporte oficial de que el homenaje se haya acompañado no de un vino de honor, sino de algún cántico del tipo "Marihuana no, marihuana no" y hierba mala para todos.

        Más allá del problema de la obediencia a costa del criterio y la persona como tal, reducida a un papel, el servicio público es loable, pero una cosa es el mérito reconocido por la medalla de la Orden Omar Torrijos, y otra cosa la Orden cubana por la Cultura Nacional y la del Águila Azteca: como en familia, parece servirse para beneficio de grupo y hasta personal al mismo tiempo de los valores y una concepción errada del deber de un ser humano. Tal vez hay aves que cruzan el pantano y no se manchan, si se trata de éso. Como sea, hay formas de "política" y "poder", en Cuba y en México, que se fueron adentrando en lo avieso. A reserva de saber por qué pocos recuerdan la carrera de porro del actual dirigente del PRI, ya que tiene antecedentes de violencia en Campeche, cuando menos dos, y no falta quien se pregunte si no llegó para enterrar al mismo PRI, en el que, para seguir en delirios, hasta pareciera que Rubén Moreira se quedó hablando solo. Enterrar al PRI, por si se fuera a armar la otra "alternancia", para completa ceguera del priísmo (da click en el botón de reproducción).



CUANDO NO HAY DE OTRA

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