Para contrarrestar cualquier influencia exterior rusa y china, Estados Unidos alienta desde hace algún tiempo dos iniciativas, la de la Asociación Transpacífico (Transpacific Partnership, TPP), y el Gran Mercado Transatlántico, o GMT. El TPP en el Pacífico no incluye a China, pero si a un grupo de países latinoamericanos como México, Perú y Chile, al lado de Canadá, Australia, Nueva Zelanda y asiáticos como Brunei, Malasia, Singapur y Vietnam. China fue excluida bajo pretexto de que el yuan no es convertible. En cuanto a los europeos, Estados Unidos no ha fracasado en satelizarlos, como lo prueba lo ocurrido después de la crisis de 2008 y el destino de España, Italia y Grecia. El halcón estadounidense Zbigniew Brzezinski preveía ir absorbiendo a Ucrania y no está excluido que se logre: si Kíev opta por la Unión Europea, lo que es probable, se irá alejando de la Unión Aduanera que promueve Moscú, y el presidente ruso, Vladimir Putin, ha advertido desde ya que los ucranianos no pueden jugar en todos los tableros a la vez. Los analistas rusos consideran que Ucrania corre sus riesgos, los de verse inundada de mercancías europeas que terminarían de quebrar la economía ucraniana.
Estas alianzas son entre países que se asumen como "modelos ricos", o que aspiran a serlo como sea, según lo prueba México. Es el caso de países como Nueva Zelanda o Singapur, el tipo de lugares asépticos -casi de tarjeta postal- con los que sueñan los ambiciosos sociales y quienes sueñan con la Inmaculada Ganancia. Brunei es algo parecido. Chile pretendió durante muchos años ser el país rico de América Latina, el país modelo de lo que se ha dado en llamar "neoliberalismo". Sucede como si alguien hubiera ordenado: "ricos del mundo, uníos", el mismo tipo de orden que ha conseguido que coincidan bien Arabia Saudita e Israel en su política hacia Oriente Medio e incluso en países como Azerbaidján, en pleno Caúcaso ex soviético.
El periodista Alberto Rabilotta sugiere que estos acuerdos son los de un "imperio en decadencia queriendo vivir de rentas". En efecto, no son los paraísos de la producción, salvo Vietnam y parcialmente Perú. Debiera llamar la atención que estas alianzas en América Latina asocian -como ha estado cerca de suceder con Colombia, cuyo presidente Juan Manuel Santos sugirió un acuerdo con la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la OTAN- todas las formas de renta, incluida la que le dejan a países como México los negocios ilícitos que abarcan gran parte de la economía, hasta el 80 % según algunos cálculos como los de Babette Stern (a este grupo Pacífico podría agregarse Panamá, pero la ampliación del Canal cambia un poco las cosas).
En todo caso, si alguien piensa que Estados Unidos se retirará amablemente de la escena internacional, lo más probable es que esté equivocado. El rico se guía por la ganancia y es cuando la tiene que se vuelve amable. Si no, la sigue buscando, sin importar que otros -los amigos incluidos-pierdan.
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