En Cuba está en curso un proceso mediante el cual se debe remplazar la Constitución de 1976 por otra nueva. Una Comisión redactó las modificaciones que se sometieron a consulta popular.
Tres puntos llaman la atención. El artículo 68 (ahora 82) de la
nueva Constitución reconoce el matrimonio como
la unión entre cónyuges. Sin embargo, el significado de esta frase provocó el enojo popular, pese al regocijo de la diputada y directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), Mariela Castro. Incluso el presidente Miguel Díaz-Canel lo había dicho: está a favor del matrimonio igualitario. Pues resulta que la gente en Cuba no lo está y en la consulta pidió que se restablezca en la carta magna la unión entre un hombre y una mujer. ¿Se respetará la voluntad popular? El asunto pasa al debate sobre el Código de la Familia. Por lo visto, el pueblo cubano, y no nada más las Iglesias, es más sano que quienes lo dirigen y practican la demagogia, haciéndose pasar por open-minded people cuando el matrimonio igualitario no tiene nada qué ver con el socialismo y sí con la legalización de la decadencia porque es negocio en el mundo capitalista. En efecto, no es un asunto inocente: hay quienes quieren potenciar el turismo gay en la isla, por ejemplo con alojamientos especiales para homosexuales a través de Airbnb y la construcción de hoteles LGBTI que al parecer las fuerzas armadas cubanas (dueñas de la corporación turística Gaviota) habrían estado negociando con grupos europeos.
La nueva Constitución se proponía eliminar la palabra "comunismo" (meta que sigue al socialismo), pero la propuesta tampoco fue del agrado popular, ya que en la consulta la gente se manifestó por conservar el comunismo como "legítima aspiración de todos". El resultado de la consulta en este punto no fue mayormente divulgado.
Finalmente, para el artículo 31, los cubanos están interesados en que el trabajo sea considerado una obligación, aunque la Asamblea Nacional del Poder Popular propone que sea "un deber social". Desafortunadamente, para algunos sectores en la isla el trabajo ha perdido significado, y no nada más en algunos casos por la baja remuneración. En efecto, en la consulta los cubanos se centraron más en la obligatoriedad del trabajo que en el pedido de un mayor salario, por sorprendente que parezca.Por lo visto, están resintiendo la pérdida de igualdad ante el trabajo, algo que tal vez sea consecuencia de una creciente desigualdad y de la apertura económica al exterior, que han hecho que haya gente que, pudiendo hacerlo, no se ponga a producir y sí en cambio parasite, como quienes armaron el alboroto por el artículo 68 (da click en la foto para ampliarla).