En distintos medios culturales, cierto tipo de discurso intelectual se ha vuelto garantía de que sucederá lo contrario a lo anunciado, de que el discurso mismo carece de significado y de que está desinformado o de que, peor aún, desinforma todavía más.
Recientemente, los llamados "chalecos amarillos" (gilets jaunes) le ganaron la partida al presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien tuvo que renunciar a su impuesto sobre el carburante y anunciar un aumento del salario mínimo. Con todo, el mandatario se negó a restablecer el impuesto sobre la riqueza. Cabe señalar que, de manera unánime. Macron había sido votado para "parar la amenaza fascista" supuestamente proveniente de Marine Le Pen (del entonces Frente Nacional, ahora Reagrupamiento Nacional), por lo que la izquierda lo votó aún a sabiendas de que preparaba medidas anti-populares y de que era el candidato de la alta finanza, que bloqueó todo debate. La victoria de Macron fue fabricada. Y los "chalecos amarillos" del bajo pueblo francés acaban de parar las medidas de una tecnocracia que vive distanciada de la realidad y en cambio en un mundo cortesano, bastante ignorante y hasta tonto e indecente, según se ha mostrado Macron en más de un escándalo.
Pues bien, hubo protestas en París, la capital francesa, que degeneraron en violencia en un país que tiene excelentes fuerzas del orden: a los provocadores (casseurs) los dejaron actuar y son desde extremistas de derecha hasta los "anarquistas" de izquierda. Lo que los "chalecos amarillos" demostraron fue ante todo organización.
Así las cosas, el filósofo Bernard- Henri Lévy (BHL) llamó simplemente "chalecos pardos" a los "chalecos amarillos", acusándolos ni más ni menos que de permitir la infestación de "fachos de derecha y de izquierda" (!). En estas condiciones, el mismo BHL llamó a sostener a Macron y repitió lo que había dicho el Ministro de Acción Pública y Cuentas, Gérard Damarin: "es la peste parda que se manifestó", declaró el 26 de noviembre. Resulta que cuando se valen todas las amalgamas la protesta popular es "fascista", si no es "populista". Y que BHL no sabe lo que dice: fue él quien estuvo en Kíev, capital ucraniana, durante el Euromaidán que le dió poder a varios grupos fascistas de Ucrania. BHL dijo no haberlos visto, lo cual quiere decir que habla por hablar y desde la peor ignorancia. Los grandes intelectuales de este mundo están dispensados de informarse y pueden librarse a auténticos torneos de logomaquia (cuando se atienden palabras y no el fondo de los asuntos).
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miércoles, 12 de diciembre de 2018
FANÁTICAMENTE MODERADOS
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