En el fondo se cree que el mundo creado es demasiado grande para caerse (too big to fail), a diferencia de quienes sostienen que es demasiado grande para sobrevivir (too big to survive). Es el asombro del Hombre ante un mundo que en realidad sí ha cambiado, y muy rápido, para llegar al gigantismo y la desmesura, artificial y distinta del infinito natural. Hasta hace poco en la Historia el mundo era rural y no urbano, no había tantos habitantes en la Tierra ni tal capacidad de producción y circulación de mercancías. El mundo sí ha cambiado: las urbes son gigantescas, la población no para de crecer y hay sobre-producción, la misma que da la sensación de una abundancia apabullante. La creencia en el poder por el poder puede ser también una forma de resignación ante un gigante ante el cual el Hombre, solo, no puede nada. No queda al alcance "hacer algo" más que a "otro insignificante", al que se le puede jugar a la mala porque tal vez es "demasiado pequeño para responder" o defenderse. El mundo está lleno de resignados e impotentes ante el gigantismo artificial del poder que se colocan con ínfulas por encima de cualquiera que se deje, con tal de sentirse un momento "por encima", "grandes" y no insignificantes. Es parte de la deshumanización del mundo. Son los resignados e impotentes ante el poder y su gigantismo quienes buscan hacerse de alguna "potencia" pateando al de abajo y a quien es percibido como débil. Son los que desconocen el infinito natural porque les recuerda la pequeñez y fetichizan el gigantismo artificial.
Así como es falso que el mundo siempre ha sido así, puesto que en tiempos de la Biblia no estaba lleno de shopping centers, es equivocado el camino que cree que se sale de la insignificancia aplastando a quien se deje o tratando a los demás como piezas de algún juego. Este camino no hace sino agravar el gigantismo, esta vez el de las mayorías que con tal de no "quedar fuera"se mueven en sincronía gregaria con lo que dicta el poder ("puesto que todos lo hacen"). En realidad, el mundo de hoy, ante este tipo de competencia, no debería tratar de la alteridad, sino de la capacidad para humanizarlo reconociendo en otro a un prójimo ("próximo") o semejante.Pero estas dos palabras ya casi no se emplean en "la especie", porque suenan a religión. No todos los seres son iguales: hay quienes plegándose contribuyen a la deshumanización, agravando las cosas, y hay quienes buscan la humanización siempre inacabada del mundo. La humanidad nunca está dada, pero el poder suele tomar este "inacabamiento" por insignificancia y debilidad, la misma de la que tantos huyen para "ser alguien", así se queden enanos por dentro. En el fondo, el Hombre está en "falta en el ser" (y no "en el tener"), como decía el psicoanalista Jacques Lacan. Taparlo con poder "porque siempre ha sido así" es contribuir a deshumanizar el mundo, anulando toda distancia ante el gigantismo artificial y creándola ante el prójimo.