En China ya no es tan rara la vigilancia de la población con cámaras, al igual que en otros países, pero además con reconocimiento facial, algo que, digamos, tal vez no sea tan sencillo (ver foto).
Como sea, el sistema se está utilizando, por ahora de modo voluntario pero tal vez pronto obligatorio, para "puntuar" a los habitantes según tengan buenas o malas acciones. Así, tirar basura en la calle, dañar un árbol o no ceder el asiento en el transporte pueden conllevar la pérdida de puntos y de acceso a determinados servicios estatales. En sí, la idea no parece tan mala: según dicen algunos, se trata de reducir la creencia de que ser deshonesto "tiene bajo coste". Ahora bien, en el fondo, se encarga a un "protocolo" (un conjunto de reglas formales) con cámaras lo que debería ser propio de una buena educación cívica (que no es, por cierto, una especialidad china, no en todo caso en la actualidad). En otros términos, no se crea ciudadanía, llevando a la gente a interiorizar lo que significa en la conducta (y a negarse a hacer fraude consigo misma), sino que se la observa y castiga o recompensa con un criterio costo/beneficio. No queda garantizada así ninguna interiorización y el sistema se asemeja a los "protocolos" que rigen muchas cosas en países como Estados Unidos, donde existe la convicción de que no se puede hacer nada para cambiar una supuesta "naturaleza humana" proclive a no responder más que a su propia conveniencia, para bien o para mal.
Peor es el asunto de partir de cámaras y reconocimientos faciales para determinar el comportamiento financiero o, más grave aún, la "eficiencia laboral", como si no interviniera en esta última el factor humano y no contara más que el resultado. Ciertamente, la vídeovigilancia, como otros instrumentos tecnológicos recientes, son necesarios en grandes conglomerados de masas, pero no pueden convertirse, en manos de tecnócratas, en formas de deshumanización y de renuncia a toda educación, bajo el supuesto de que el mundo es hobbesiano ("el Hombre es el lobo del Hombre"). Como sea, sorprendimos a este chino (llamado Ai Wei Wei, Ay wey wey en español) con la siguiente expresión muy alerta en el C5 (Centro de Atención a Emergencias y Protección Ciudadana) de Beijing, capital china.
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viernes, 23 de agosto de 2019
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