El gobierno mexicano decidió recientemente distribuir unos 10 millones de Cartillas morales a través de los maestros, para reforzar la enseñanza de la ética y el civismo. Enhorabuena, estas dos materias volverán a impartirse más o menos correctamente, después de ser arrumbadas, junto con Historia, durante los sexenios pasados, en especial panistas (del partido derechista Acción Nacional). Por otra parte, el Instituto Politécnico Nacional (IPN) está debatiendo la posibilidad de distribuir entre sus integrantes la Cartilla, para mejorar la convivencia interna. Tal vez otras universidades públicas tuvieran algo que aprender, en vez de atrincherarse en una autonomía que está sirviendo para hacerlas colapsar en los hechos mediante formas de privatización apenas encubiertas. Al mismo tiempo, pese a que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (fotos), probablemente está pagando un favor, no es lo más apropiado que el texto de Alfonso Reyes sea distribuido por la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas, que a cambio está pidiendo espacios en radio y televisión e incluso el derecho de pastores a ser postulados a cargos de elección popular. Con todo, no está dicho que muchos no hayan entendido la laicidad sino como libertinaje, algo en lo que fueron duchos algunos sectores del Partido Revolucionario Institucional (PRI), por lo que una parte del pueblo optó por buscar refugio en el protestantismo.
Mucho más que los crasos errores del grupito -la camarilla- del Instituto de Formación Política (Ifp) del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), la distribución de la Cartilla moral de Reyes a través de los maestros podría limitar en algo los estragos del tipo de capitalismo que ha vivido México desde hace ya varias décadas, muchas: no es nada más problema de corrupción "arriba", sino de la creencia generalizada de que cada quien puede hacer (y tiene el sacrosanto derecho a hacer) lo que le venga en gana, desde ser insolente y faltar al más elemental respeto hasta matar, sin que haya mayores consecuencias ni daños para la sociedad. Muchos de los mismos que se lamentan por la fuertísima descomposición de la sociedad mexicana se oponen a cualquier moral y a la idea de hacer una "Constitución moral" (sin carácter obligatorio), y ofrecen resistencia en nombre de "las libertades", que a la larga consisten en un comportamiento convenenciero a ultranza y al mismo tiempo desobligado. En franjas enteras de la población se quiere tener el derecho a recibir del Estado sin darle o retribuirle, que es lo mismo que han percibido quienes lo han saqueado de manera ignominiosa desde arriba. En realidad, la distribución de la Cartilla moral a través de los maestros le dará cierto carácter obligatorio, y es algo que resulta positivo desde el punto de vista a la vez ético y del civismo. Ojalá sea una semilla para que futuras generaciones no crezcan instaladas en la creencia, con frecuencia inconsciente, de que la actitud francamente antisocial es la deseable y normal. Hasta nuevo aviso, vivimos en una sociedad y no en una jungla, y es apenas de ésto que va el texto de Reyes, por increíble que parezca.
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