EL DIVINO MARQUES

Hay a veces en el Perú una forma de arrogancia algo desenvuelta y a la vez gesticuladora. Al parecer la tiene Mario Vargas Llosa (fotos).

El escritor, que ostenta la nacionalidad española y es Marqués, acaba de declarar, palabras más, palabras menos, que lo que ocurre en Venezuela no tiene ningún patrón de medida: el país sudamericano ha retrocedido "a una forma de barbarie que no tiene antecedentes en la historia de América Latina y acaso del mundo". Exacto, el mandatario venezolano Nicolás Maduro ha logrado algo peor que el número de muertos de la Revolución Mexicana, la Violencia colombiana, la guerra interna guatemalteca o la Guerra de la Triple Alianza que dejó a Paraguay con el 90 % de la población masculina bajo "un puño de tierra". Acaso, claro está, Maduro sea "peor que Hitler", puesto que es el tipo de comparación que se estila (con el presidente estadounidense Donald Trump o quien se deje...). En realidad, Vargas Llosa no tiene ni la más remota idea de lo que dice, y vuela tan alto que no parece darse cuenta de las proporciones de la Tierra. Declara desde el universo.

Aunque Argentina esté quebrada gracias al gobierno de Mauricio Macri, Vargas Llosa lo considera "probablemente el más competente y honrado que ha tenido el país en mucho tiempo", lo que seguramente explica que una mayoría de argentinos, en plena falta de honradez, lo repruebe. Pues bien, para Vargas Llosa esta desaprobación y el voto por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner en las recientes elecciones primarias es "locura furiosa". Así que, en el país conosureño, la gente está de atar y echa espuma por la boca, mientras Macri se eleva por los cielos. Resulta que el "populismo frenético" habría arruinado, según el Marqués, "al único país latinoamericano que logró dejar atrás el subdesarrollo", algo que si acaso sucedió por un momentito a principios del siglo XX, antes que se hablara de "desarrollo" y además de "gente frenética". Rápidos, furiosos y frenéticos, los argentinos lo están echando todo a perder. En fin, que América Latina no está a la altura de Vargas Llosa y se está perdiendo en lo que debe ser, sin duda, la hoguera de las vanidades.