Acto seguido, Mireles se quejó de que un dirigente sindical, otra vez en andanzas de machín, al parecer, lo amenazó con una movilización si no le daba "base" (un puesto) a "una nalguita" que traía. Mireles fue claro que él no las llama así, sino que fue el modo de decir del dirigente sindical. El doctor ya estaba escaldado. Pero nada: otra vez se le fueron encima y tuvo que volver a disculparse. En México, una "nalguita" es algo parecido a una concubina, pero con menos fuerza: es la última seducción del machín, su última conquista para presumir, pero no la mujer oficial (la "catedral"). Nadie diría para presentar a su esposa: "doctor Cueva, es para mi un honor presentarle a mi nalguita".
Casi nadie criticó a los cabroncitos machistas que como tales parecen creer que el ISSSTE es de ellos y sus amantes de turno, sean pirujas o nalguitas. Desde luego, hacer esta crítica hubiera significado también criticar las costumbres de algunas pirujas y nalguitas a las que no les incomodan las ínfulas y los privilegios de sus machos (para ser atentidas en el ISSSTE, por ejemplo). Así que el problema de los vasallos mexicanos de los Demócratas estadounidenses no es la moral dudosa de muchos machistas, sino el "decir" de quien !los denunció!¿O no se estaba refiriendo Mireles a un dirigente sindical? Increíble, pero nadie buscó saber quién es este líder sindical completamente abusivo que pidió "base" para su amante de turno. Lo que sí, Ana Valencia, esposa de Mireles, declaró que su marido no debió usar esas palabras, pero que se refirió a quienes se "acomodan sin trabajar" (las pirujas y las nalguitas, por ejemplo). "Sabemos que el ISSSTE y el IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) y la Secretaría de Salud están en decadencia total, dijo Valencia, entonces hay lugares que está ocupando gente que no tiene que ocupar y ése fue el tema", y "los medios entretanto se ocupan de dichos", remató. Así que mientras Mireles denunciaba prácticas machistas (respaldadas por mujeres, cosa que no es tan rara, porque la conveniencia hace milagros) y sobre todo contrarias a la institución, una horda "políticamente correcta" le cayó encima sin siquiera entender lo que estuvo haciendo, pero sí impune contra un hombre de pueblo que habla como tal. Pues bien, no se diga nada de cabroncitos, pirujitas y nalguitas en la república del amor (¿AMLO se va a decidir a leer sus expedientes?). En cuanto a los hombres que le entran a este tipo de linchamientos estilo poblano, debieran precisar si es una nueva forma de ligar ("señorita, he dejado de oír a Plácido Domingo, ¿y usted?", y !zas!, que cae redonda la vieja y ya tengo una nueva nalguita...)
