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domingo, 31 de enero de 2021

ECUADOR: ESTAR CON LOS "PINK"

 Se acercan las elecciones presidenciales en el Ecuador y las "autoridades" no han cejado en su empeño por obstaculizar al mal llamado "correísmo", representado en la Unión por la Esperanza-Centro Democrático-Lista 1, favorito con alrededor del 40 % de las intenciones de voto. En el binomio de este grupo, integrado por Andrés Arauz y Carlos Rabascall, no deja de aparecer como interesante la propuesta del segundo de promover la economía popular y solidaria, entiéndase que cooperativista y asociativa, y de ser al mismo tiempo puente con ciertos sectores empresariales. Con todo, y a reserva de lo que ocurra en las elecciones, debe tenerse en cuenta que la mitad de la población ecuatoriana podría estar en otra parte. Fuera de la cultura, la gran falla de siempre, y en la cual el programa Arauz-Rabascall no está exento de tonterías, el binomio ofrece la solución más justa, llamativamente basada en el trabajo, para los problemas actuales del Ecuador, con todo y que Arauz está demasiado cerca del Grupo de Puebla y de la Internacional Progresista.

      El Ecuador, a diferencia de Bolivia, no es un país con fuerte tradición de luchas populares, pese al radicalismo liberal del gran bastión "correísta", la provincia de Manabí. En cambio, ocasionalmente se produce un descontento significativo de sectores medios que no son forzosamente reaccionarios y pueden tener incluso una tradición culta (como en las provincias del Azuay y de Loja, alguna vez apoyo del liberalismo manabita del alfarismo). Lo grupos indígenas actúan, salvo excepciones (como la del dirigente Pedro de la Cruz), como estamento y suelen resultar los "tontos útiles" para la oligarquía. Esta vez competirán de nuevo con un candidato propio nada inocente, Yaku Pérez.

        Arauz se ha mostrado demasiado cercano al ex presidente Rafael Correa, pero es hasta cierto punto entendible. Tal vez haya, como en Bolivia, la posibilidad de relevos. El gobierno de Correa, en un asunto nunca tratado, se caracterizó por la gran inestabilidad de su gabinete (ministros iban y venían), y el mandatario no siempre supo rodearse de la mejor gente: es probable que la traición del actual "gobernante" Lenín Moreno no haya salido de la nada, ya que alguna otra gente lo siguió (fue por un tiempo el caso de la asambleísta nacional Rosana Alvarado, por ejemplo). Correa también se vió rodeado en parte por gente de izquierda con valores no muy alejados de los oligárquicos (desde el ministro de Agricultura Javier Ponce hasta el de Cultura, Galo Mora). Aún así, los resultados probados demuestran que, en muchos aspectos, el de Correa fue un muy buen gobierno, y el mismo Correa es una persona muy inteligente, aunque no sepa gran cosa de marxismo (tampoco es su obligación) y finalmente pareciera que el "correísmo" ha llegado a lo que tiene que cumplir: tareas democrático-burguesas contra el viejo país feudal y oligárquico; no por nada quien gobernó en lugar de Moreno y se presenta en las elecciones es todo un apellido, Lasso (Guillermo Lasso), para lo cual sería preferible en realidad oír cantar a Margarita Lasso.

       Todo parece indicar que la perspectiva del "socialismo del siglo XXI", que por lo demás nunca estuvo del todo clara, quedó arrumbada, lo cual no es negativo en sí, pero debe llevar a considerar algunas cosas para el progresismo latinoamericano. Marx nunca fue de izquierda (a nivel intelectual, por lo demás, la diferencia entre derecha e izquierda data del caso Dreyfus en Francia,1894-1906). Marx tampoco fue partidario del "pueblo" (esta palabra no aparece en la obra de Marx y Engels o en la de Lenin) y menos aún de ese invento tan simpático creado entre Fidel Castro y Enrique Dussel (!): el "bloque social de los oprimidos y los excluídos", por la simple y sencilla razón de que Marx planteó una alternativa socialista, no la "inclusión" en algún capitalismo "renovado". Marx tampoco esperaba el bien "para toda la sociedad", "para todos". Como la burguesía que lo antecede en el tiempo, Marx reinvindicó al proletariado entendido como clase trabajadora, en el entendido de que la riqueza la crea el trabajo, lo que aceptaba muy bien Adam Smith y llegó hasta David Ricardo. En ese sentido, la distribución de la riqueza debería privilegiar a los trabajadores (igual puede haberlos en la clase media), no al "pueblo", "los pobres" o "los oprimidos y los excluidos". Por lo demás, Marx y Engels o Lenin no salieron jamás en defensa de "los pobres". En la izquierda, cómo no, en el pueblo, entre "los oprimidos y los excluídos" y entre los pobres puede haber desde gente trabajadora hasta zánganos y gente lumpen de cuidado, además de ambiciosos de toda laya. Aquí pudiera estar parte del misterio que el ex vicepresidente boliviano Alvaro García Linera y Rafael Correa no consiguen resolver: en principio, si lo que se reconoce es el mérito al trabajo (algo que está ganando terreno en Bolivia), no hay demasiado motivo para que quien sale de pobre pase a tener el "síndrome de doña Florinda" (adorar al señor Barriga y pegarle a Don Ramón). Pero es el trabajo y el mérito, no el ingreso, que deben tenerse por criterio para la movilidad social hasta llegar a cargos políticos. No es lo que predomina y en estas condiciones el "ascenso de los pobres" no forzosamente erradica prácticas de origen oligárquico e incluso colonial, como el clientelismo. Existe en parte del "correísmo", sin excluir incluso a periodistas cercanos a Rafael Correa (como el semi-analfabeto Orlando Pérez) y que de verdad están para llorar, pero podrían ser la excepción en un cuadro que es más bien de lealtad. Dirigentes de origen más modesto, como la prefecta de Pichincha, Paola Pabón, o Virgilio Hernández, escasean, pero si se observa correctamente en el gobierno de Correa, más allá de los inventos de la gente de Moreno, no hubo grandes casos de corrupción, a diferencia de lo que ocurrió con Moreno mismo. Es de apoyar el "correísmo" en la medida en que es lo mejor para consolidar al Ecuador como Estado nacional -de lo que no tienen conciencia algunos dirigentes indígenas-, unificar el mercado interno y cumplir con obligaciones estatales mínimas (y no a modo de dádivas) con los sectores populares, por poco exigentes que sean. Cabe señalar que el Partido Comunista del Ecuador no está lejos de líderes indígenas conscientes como, por ejemplo, José Agualsaca o Luz Guanotuña, y no le regatea el apoyo al binomio Arauz-Rabascall. De ganar Arauz, hay un pendiente por resolver inmediato: la libertad para Jorge Glas, ex vicepresidente ecuatoriano y artífice del cambio de matriz energética del Ecuador, en una auténtica perspectiva modernizadora. Nos quedamos esta vez con Olmedo Torres (da click en el botón de reproducción).



viernes, 29 de enero de 2021

BOLIVIA EN PUGNA

 Aunque no sea el único, Bolivia sería actualmente uno de los países de América Latina que demostrarían que se puede avanzar en un proyecto con apoyo popular y al mismo tiempo alejándose del clientelismo, que no estaría entonces inscrito en ninguna "genética nacionalista-revolucionaria". Sería más bien hasta cierto punto en la derecha y la ultraderecha regionalista que se mantendrían prácticas clientelistas, alrededor de Jeanine Añez en el departamento del Beni o de Luis Fernando Camacho en Santa Cruz, cercano a formas de protofascismo. Hubo quien dijo que Evo Morales dejaba "un país en llamas" cuando tuvo que salir en el año 2019 al exilio en México, y no faltó tampoco quien acusara al ahora ex presidente de "narcoterrorista", pero en el trance difícil de la salida del líder indígena fueron las huestes de Camacho y algunas más las que se lanzaron a amenazar con quemar, literalmente, a líderes del Movimiento al Socialismo (MAS), el mismo de Morales. Si ha habido clientelismo entre los sectores populares, puede obedecer a imitación de las oligarquías locales, que no han sabido inculcar otra cosa. No es raro que la clase media y los más acomodados se muevan en América Latina justamente con los mejores criteros clientelistas y la fiebre por "saber relacionarse", "salir en la foto sin moverse" y ponerse "donde hay, no donde les den".

      En efecto, el gobierno actual del presidente Luis Arce, que no está a la sombra de Morales, podría tener la oportunidad de ir relegando el prebendalismo para privilegiar la meritocracia, que tanto le ha incomodado a más de una izquierda latinoamericana. En la última campaña para las Asambleas departamentales, las bases populares del MAS consiguieron expresar en parte su rechazo al "dedazo", la designación de candidatos por la dirección de la organización. Pudieron así surgir candidaturas tal vez sin mayor mercadotecnia a su favor, pero sí electas con mayor democracia. El "dedazo" dejaría así de ser la forma de lograr la movilidad dentro del Estado. El mismo Evo Morales tuvo que reconocer que hay problemas y errores por subsanar: "donde hay convicción no hay peleas, dijo. Donde hay ambición hay mucha pelea. ¿Por qué ambición? Porque falta todavía formación ideológica, es la debilidad que tenemos". Por buen líder que fuera, al aspirar a reelegirse con trucos legaloides el mismo Morales estaba frenando la posibilidad del relevo generacional y empezando a dar en cultos innecesarios, aunque sin caer en las excentricidades New Age del actual vicepresidente David Choquehuanca, una concesión a parte de los aymaras. Una porción del MAS puede esta buscando en el acceso al partido, primero, y al Estado, después, una dudosa movilidad social, pero también hay sectores populares -entre rurales y urbanos- que se mueven en otra dirección. De hecho, el mandatario Arce Catacora hizo designaciones por "qué tu sabes", no por "quien tu sabes". Es un tema abierto en distintos países de América Latina, en medio de una notoria escasez de gente que "sepa hacer" en su profesión, más allá de saber "colocarse". Las designaciones de Arce no siempre gustaron en el MAS, pero fueron de profesionales exitosos sin que tuvieran forzosamente vínculos con los movimientos sociales (activistas): no se privilegiaron los compadrazgos, la familia o los favores políticos, además de que, por cierto, se reabrió el Ministerio de Cultura. Lo anterior no le resta verdad a lo dicho por un líder de la Central Obrera Boliviana (COB): no es un gobierno con presencia de trabajadores, pero tampoco se está pretendiendo construir el socialismo, pese a las siglas del mismo MAS. Que se sepa, hasta hace algún tiempo el ahora ex vicepresidente Alvaro García Linera hablaba de "capitalismo andino-amazónico". El "socialismo comunitario" adoptado después tal vez esté menos a la orden del día de lo que se piensa, pero ya será bastante si se consigue sortear el prebendalismo estatal y extraerlo de una parte de los sectores populares que no tienen otra visión de las cosas que la clientelista. Así las cosas, Bolivia no estaría en camino a ningún populismo, y Arce hizo bien en sugerir que no se le puede crear un ministerio a cada ambicioso que surja, así sea de origen popular. Otra vez nuestros primos de Yamparáez (da click en el botón de reproducción).



miércoles, 27 de enero de 2021

EL SALVADOR: ESO ES TODO, AMIGOS


 (de introducción, Inés Ochoa en el Teatro Nacional de El Salvador)

 

 El presidente salvadoreño Nayib Bukele no ha dejado de ser polémico. Levantaron ámpula sus más recientes declaraciones sobre los Acuerdos de Paz de 1992 para El Salvador, al calificarlos como una "farsa" y ordenar que se recuerde sobre todo a las víctimas de un conflicto interno que arrojó unas 75 mil muertes. Bukele dejó establecido que a su juicio "la firma de los acuerdos de paz no representó ninguna mejora para la población en sus derechos más básicos", aunque quepa decir que se terminó con la presencia de dictaduras y se estabilizó la democracia. Bukele considera que los acuerdos fueron una negociación de cúpulas. Lo cierto es que el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) no perdió la guerra, pero no consiguió ganarla tampoco, y los acuerdos en cuestión fueron "empujados" por cambios en circunstancias internacionales que antes les eran favorables a la guerrilla: el desplome de la Unión Soviética (la comandante Ana Guadalupe Martínez, por ejemplo, reconocía abiertamente que se dejarían de recibir armas desde la República Democrática Alemana-RDA), la pérdida del gobierno de los sandinistas en Nicaragua (1990) y los habituales virajes cubanos. Hubo una derrota implícita, pero el FMLN era popular en El Salvador. Si no todo fue cupular, a la larga, con el acceso al gobierno, el FMLN demostró estar lejos del significado que para muchos tenía la guerrilla. La oligarquía local y la burguesía transnacional quedaron por su parte intactas y, a raíz de los cambios de estructura socioeconómica en medio de la propia guerra, analizados por pocos (lo hizo el dirigente comunista Schafick Jorge Handal), El Salvador se volvió un país de servicios y dependiente en extremo del exterior, en particular de las remesas.

       Algunos pusieron el grito en el cielo por lo dicho por Bukele, y 107 historiadores, académicos y personalidades de El Salvador no encontraron nada mejor que expresar su descontento en una carta publicada por el dudoso medio digital El Faro. La misiva no deja de tener su parte de razón, pero tampoco se firmaron los acuerdos para reconciliar como "hermanos" a víctimas y victimarios. La extrema derecha, representada en el partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), no dejó de tener arrastre. El Salvador se vió envuelto por lo demás en enfrentamientos entre y con pandilleros que han costado más que el conflicto armado, arrojando dudas sobre la vigencia de los derechos humanos. Pero lo inexplicable es la manera en que el FMLN dilapidó el poder: pasó de primera a tercera fuerza política del país entre 2009 y 2019, con diez años de gobierno, a fuerza de políticas clientelistas, asistencialistas (incluso del agrado del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial), de debilitamiento de la organización popular, de casos de corrupción, de estilos de vida suntuosos y de una muy peculiar incapacidad para la autocrítica. Por lo demás, al expulsar de sus filas a Bukele, el FMLN dejó ir la alianza con sectores democráticos, el capital nacional/árabe (palestino) y prefirió el transnacional. La alianza mencionada se había conseguido en parte a partir de 2007 con el que sería presidente Mauricio Funes, pero el segundo gobierno del FMLN consistió en asistir a las sesiones de dormitación del presidente Salvador Sánchez Cerén. A la sombra de éste no faltaron las actitudes cupulares, y, como lo ha escrito en Alainet Roberto Pineda, "queda comprobado que los programas sociales no se traducen en votos, ni mucho menos en conciencia y organización. Son diez años de asistencialismo puro y la gente recibió la ayuda y votó por Nayib". Es lo ocurrido así que lleva legítimamente a pensar en asuntos de arreglos cupulares (con todo y sobresueldos...). En su momento, dentro del FMLN, el dirigente de origen comunista Mauricio Merino planteó la alianza con Bukele sólo para ser silenciado. El ex comandante del FMLN y también de origen comunista (Partido Comunista Salvadoreño), Dagoberto Gutiérrez,  ha podido declarar sin problemas que los acuerdos no desplazaron a la oligarquía del poder y que Bukele merecía la oportunidad (Bukele ha dicho por cierto que El Salvador es un país feudal). Se puede esperar tal vez al infinito que el FMLN haga un poquito de autocrítica. No parece que vaya a llegar.

        Bukele ha dado resultados. Con o sin tratos con las pandillas, siguen los días sin un solo homicidio en El Salvador. La construcción de infraestructura va bien. Hecho significativo, el gobierno de Bukele puso a andar todo un programa de infraestructura educativa y para la calidad de la enseñanza (Mi Nueva Escuela). Mientras tanto, algunos planes se detienen por una oposición legislativa en la cual coinciden extrañamente ARENA y el FMLN, junto con la ANEP (Asociación Nacional de la Empresa Privada). Como lo ha hecho notar Pineda, en este momento el enfrentamiento es entre quienes aspiran al orden burgués y quienes quieren conservar el oligárquico, así sea remozado. Lo que no queda claro es qué hace el FMLN "obstruyendo" a Bukele junto con los segundos, al menos que esté pasando lo que no es ajeno a otros países de América Latina: ante la perspectiva de un cambio democrático-burgués, lo que aparece como lo propio y nativo es el orden oligárquico, salvo que ARENA es mejor que los ex guerrilleros para el clientelismo. No es tan seguro que Bukele "sea devorado" (Pineda) mientras otros le apuestan al progresismo Demócrata estadounidense.

(hasta abajo, Ana Guadalupe Martínez en otros tiempos). Y no, "éso" no era todo:

 





domingo, 24 de enero de 2021

COMO HIMNO, EL SONIDO DE LA CAJA REGISTRADORA...

 Son encantadores, si es que está a tal grado el negocio en su inconsciente.

       Su creencia, convertida en idea, consiste aparentemente en afirmar que todo el mundo "tiene intereses" o "sigue sus propios intereses". Dicho así, es inofensivo. No está nada mal, más si hay una gran diversidad de intereses: uno quiere ser un buen médico, otro un gran jugador de baloncesto, ella quiere lograr ser bailarina y una más quiere especializarse en química para hacer algún descubrimiento, así que cada quien busca lo suyo, no lo del otro, desde luego. En serio, mientras más intereses y más diversos existan, mejor, nadie los va a acusar de "interesados" en nombre de ni se qué altruismo. No se quiere una sociedad uniforme.

       Lo que no está explicitado es que se entiende por interés "beneficio propio" o "beneficio personal". ¿Y bueno, por qué no? Cualquiera debiera tener la posibilidad de alcanzar esa satisfacción y, lo que es más, recibir alguna forma de recompensa al logro, que se puede llamar "beneficio". El mejor escenario para la bailarina, un buen dinero para la química que consiguió su descubrimiento, una medalla para el campeón de baloncesto y un diploma colegiado para el médico que sabe curar. Cada quien, de ameritarlo, puede conseguir un beneficio personal. Qué de raro tiene.

      En este orden de cosas, llega el que va un poquito más lejos: como cada uno "persigue sus intereses", resulta en realidad que, como se dice en México, no hay nadie que dé paso sin huarache, sino que todo el mundo "algo se trae", entiéndase que sin salir del materialismo más chato. El que coopera con otros lo hace en espera de algún beneficio personal: do ut des, "doy para que me des". El desinterés o el altruismo no son sino formas disfrazadas de este do ut des. ¿Qué no? Una empresa hace un teletón para que se lo descuenten de impuestos, así que es filantrópica a cambio de algo que le redunda en realidad en una mayor ganancia. Quien parece desinteresado en realidad no dice "a qué viene" o "a lo que va", no confiesa que, como todos, "algo quiere", entiéndase que para beneficio personal. Una persona, por ejemplo, no se acerca gratis a un familiar moribundo por compasión o no busca por simpatía a sus familiares alejados: en realidad aspira a su "parte del pastel" en una herencia, porque detrás de la compasión o de la simpatía de todos modos no puede haber más que un solo tipo de naturaleza humana, la que se guía por la búsqueda de algún beneficio para sí misma. El resto difícilmente es creíble, salvo que se trate del "príncipe idiota" de Dostoievski. El negocio es parte de la naturaleza humana y no hay mucho más. Todo ser humano es, de algún modo, un empresario de sí mismo que en sus relaciones con los demás busca el máximo beneficio. Quien lo niegue es tonto, "muy noble" o está ocultando algo.

     Algunos autores lo han explicado muy bien, así que desde finales de los años '60 y en los '70 coincidieron los antiguos "neoliberales" (anticolectivistas), de los años '20 o de la Sociedad Mont Pélerin de 1947, con los sesentaiocheros "libertarios": quien está en el gobierno (o el Estado, en la confusión) no busca el bien común o el servicio público (o el bien de una nación), simplemente porque tiene la misma naturaleza de todos, así que busca su provecho personal, material también y/o de poder, y hay que cuidarse en automático, como de toda autoridad, y tenerlo vigilado y rindiendo cuentas de todo. Quienes dicen querer una sociedad mejor no están en la verdad, sino ocultando su beneficio personal. Son aspirantes a enriquecerse a costa nuestra o a acumular poder para imponernos su autoritarismo. Es "entendible", al parecer, que en un caso como el de México en gobiernos anteriores se hayan hecho toda clase de negocios con el erario, puesto que es la naturaleza humana. Lo que al parecer no se entiende es que salga un presidente Andrés Manuel López Obrador, por ejemplo, con que cree en el servicio a los demás y hasta en el bienestar o la felicidad del prójimo: es imposible, contra natura, así que el "periodista" Loretito y Latinus tienen que demostrarnos que es supuestamente alguien como cualquier otro: su hermano Pío hizo lo uno o lo otro con una bolsa de dinero, la prima hermana no sé qué con licitaciones petroleras y se está aumentando la plusvalía del rancho del presidente cerca de Palenque. Todos somos iguales, nada más que éstos nos defraudan al no admitirlo ni repartir. El mandatario mexicano no lo dice, pero no busca en el fondo otra cosa que todos: su negocio, su beneficio personal (así sea la concentración del poder) y el beneficio para sus allegados. El ve un México con hambre y sed de negocios y/o poder, el muy insaciable.Nos miente porque no nos dice la verdad: que detrás de su discurso anticorrupción no están más que los beneficios personales para su rancho, su hermano, su prima hermana, Manuel Bartlett y nuestro invitado de lujo, John M. Ackerman, con quien se puede ser más tolerante porque parece haber entendido el juego que todos jugamos. El mandatario de Rusia, Vladimir Putin, es otro que no quiere el bien de su país, sino convertirse en un oligarca más en beneficio propio, al grado de que se le puede llamar "autócrata". Insistimos, el "mercado", como se le llama eufemísticamente al negocio, hace que todas las naturalezas humanas sean iguales. Unas lo admiten y además reparten y otras nos hacen creer erróneamente en idealismos que difícilmente esconden que todos tenemos "intereses", es decir, la imperiosa necesidad de algún beneficio personal, siempre en metálico o en poder, o ambos. Es el juego que todos jugamos.

     Dicho lo anterior, no es de extrañarse que medio mundo se tire en brazos de gente como los Demócratas estadounidenses, que han entendido a la perfección la alianza forjada entre los autodenominados "neoliberales" y los "libertarios" a partir de los '70: el ex mandatario Barack Obama puede abrirse a Cuba mientras se profesa admirador del presidente Ronald Reagan y hace migas con el ex presidente George W. Bush. Fieles a la naturaleza humana, una caterva de arribistas como los Obama o los Clinton, pegados de dinastías como los Bush, se forran de dinero y pactan con los mayores negocios -pues sí, es la naturaleza humana y no nos engañan-, luchando al mismo tiempo contra todos los que pretenden usufructuar algún poder en beneficio propio ("autócratas", "dictadores") y siendo autoritarios, sin "dar chance". Debe acabarse con quienes se hacen de privilegios a la sombra del Estado, haciéndonos creer en algún bien común o en el servicio público: nos esconden sus beneficios personales, tangibles muchas veces, mientras los Demócratas estadounidenses los exponen a la luz del día, por lo que no hay pierde. Ellos quieren lo que todos queremos, prosperidad, a diferencia de multimillonarios avaros aliados de presidentes de la escasez.

     Ni se le ocurra a nadie creer en alternativas del pasado: no hubo más que tiranos sedientos de sangre que buscaron satisfacer sus ansias de beneficio personal "sin pesos ni contrapesos", ni respeto por "los derechos y las libertades". Alguien no citable (porque se tiró a su sirvienta para la más pura satisfacción personal) dijo alguna vez con razón: igualdad, libertad, propiedad, Bentham, y la primera ministra británica Margaret Thatcher nos enseñó que "no existe tal cosa como la sociedad" (a lo sumo, la suma de los intereses de cada quien para la felicidad del mayor número, lo que ya se tragó la izquierda y es del utilitarista Bentham, del siglo XIX). No hace falta recorrer mucho más camino: qué de raro tiene, la democracia son los negocios y la posibilidad para todos de hacerlos, desde luego que sin trabas burocráticas y con piso parejo para el mayor número. Cualquier otra cosa, incluso dentro de la democracia, es una desviación y una ilusión, el espejismo de querer hacernos creer que hay algo más que la búsqueda del provecho personal, como el bien común, el servicio público, la paz o la erradicación de la corrupción, entre otras baladronadas. No: tenemos a todos los medios de comunicación masiva para recordarnos que tener otra visión del Hombre es pura ilusión . La izquierda está por su parte para promover el cambio, es decir, para recordarnos que puede ofrecer el cambio que conduzca a más y mejores negocios para todos, al menos en el estilo Demócrata. Basta con soñar y con quererlo, además, claro está, de no salirse ni por un segundo del juego que todos jugamos, así haya que autonombrarse "la democracia" y suprimir cualquier posibilidad de verdadero debate, de criterio propio o de independencia, so pena de ser linchado. Porque en la democracia de negocios todo se vale mientras ofrezca una ganancia: hacer desaparecer los hechos, las pruebas, la ley (no claro, nunca hubo fraude en México en 2006 pero tampoco en Estados Unidos en 2020), linchar y desconocer a quien no tiene esa naturaleza humana. Simplemente, no es posible que exista algo distinto, y si aparece como tal es sospechoso. El Estado o el gobierno están para facilitar los negocios, nada más, y no para que nos traguemos los cuentos de quienes son negociantes de clóset y a cuenta del contribuyente. Quien no comulgue con esta visión de la naturaleza humana puede ser excomulgado (porque está llamado a comulgar en lo que no es más que la adoración del Becerro de Oro): será tratado como alguien fuera de la realidad y contrario a lo que se suele entender por democracia, el "gobierno del beneficio personal", que se le puede ofrecer al pueblo como en algún momento lo hacía el economista peruano Hernando de Soto.

      De remate, se espera el menor Estado posible, aunque en caso de crisis grave está llamado a rescatar la razón de ser del mundo, los negocios. Así viene ocurriendo desde hace tiempo y sucedió en 2008. Se llega a lo más exquisito: esperar ganancias sin el menor costo, es decir, el beneficio personal gratis (en términos antropológicos: te ignoro, te saco lo que pueda, me rehúso a devolverte algo a cambio, así sea a darte las gracias, y me guardo para mí lo que te saqué), todo sin consecuencias, porque a otro nivel, por si acaso, el Estado está para socializar las pérdidas y ahorrarle al negocio tan mal rato . Que pague otro. ¿A quién que no sea el príncipe idiota de Dostoievski le gustan las pérdidas? Nadie querrá ser un loser. Lo mismo con los hechos históricos: la izquierda se convence de que la caída del socialismo fue gratis, los autodenominados "demócratas liberales" creen por su parte estar en el "fin de la Historia" sin la menor consecuencia (el mejor de los mundos posibles, puesto que se está en o se va por la felicidad del mayor número), y ambos chillan al unísono cuando la gente ordinaria, no negociante, se harta y trata de mirar para otro lado. Por momentos, con algunas izquierdistas progresistas, aunque haya excepciones, cabe preguntarse si no están para el rescate keynesiano en los momentos de consecuencias por los desmanes "neoliberal-libertarios", como en las telenovelas la servidumbre salva al patrón. El asunto se ha inculcado desde hace décadas y está más enraizado de lo que pueda creerse: el cubano castrista Angel Guerra Cabrera y Mario Vargas Llosa, o el "ala dura" del lópezobradorismo y Enrique Krauze pueden coincidir perfectamente en linchar a un supuesto loser si el negocio lo reclama. Es que hay algo que los une: es "éso" que se hace entre ellos, los tienen lo que hay que tener.

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viernes, 22 de enero de 2021

LA MISMA VACA

 En el corto plazo ya han aparecido algunos problemas con los vacunados con la vacuna de Pfizer, aunque se han minimizado estos "eventos": se supone que serían "normales" al pasarse de muestras más o menos pequeñas a la vacunación en masa, aunque médicos chinos sugirieron a Noruega -donde alguna gente anciana y enferma no resistió los efectos secundarios de la vacuna- que detenga la vacunación con vacunas de ARNm.(ARN mensajero). Dicho sea de paso, no hay "guerra de las vacunas" o "nacionalismo de las vacunas": el líder chino Xi Jinping dijo que las vacunas chinas son un "bien común de la Humanidad" y el mandatario ruso Vladimir Putin dijo que la vacuna rusa es un "bien universal", gestos muy distintos a los de hacer negocios. Esto se dice porque acaba de descubrirse, para escándalo de algunos países europeos (Dinamarca por ejemplo), que Pfizer presionó a la Unión Europea y que la jefa de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, se dejó llevar por esta presión sin averiguar nada. Cabe señalar que sobre las vacunas de ARNm no se ha publicado hasta la fecha nada claro sobre su peligrosidad y eficacia. Lo que hubo fueron comunicados de prensa de las empresas farmaceúticas fabricantes que permitieron que las cotizaciones en las Bolsas de Valores se dispararan. Pero en el mundo capitalista no faltará quien prefiera inyectarse agua de guanábana Pfizer que vacunarse con la vacuna china CansinoBio "para los pobres" o la vacuna rusa Sputnik V que seguramente vuelve el cerebro rojillo. El dinero es para muchos garantía, sin distinguir por cierto entre dinero y negocio. No volvemos sobre la hidroxicloroquina: únicamente puede decirse que los estudios a favor de ésta estaban exentos de conflictos de interés, mientras que la empresa californiana Gilead solía estar entre las que financiaban a quienes hicieron estudios "demostrando" la supuesta ineficacia del antipalúdico.

     El silencio pesa sobre otra posibilidad de tratamiento eficaz, la ivermectina pero, lo que es peor, sobre el dióxido de cloro (defendido por miles de médicos de decenas de países, sobre todo latinoamericanos, 22 y cinco mil galenos hasta diciembre de 2020), que se confunde deliberadamente con el hipoclorito de sodio (que sí es tóxico), lejía o ya con el "hidróxido de cloro" (?)., en el caso de quienes denuncian al grupo de extrema derecha estadounidense QAnon, una criatura de operación psicológica de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés).

     Desde luego, pasan cosas tan raras como la siguiente, que tuvo lugar en el estado de Querétaro en medio de un silencio de los medios de comunicación masiva que no parece inquietar. Médicos de ese estado mexicano y entidades oficiales, como la Cofepris (Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios), se lanzaron contra el dióxido de cloro y el médico Manuel Aparicio Alonso, a quien le fue clausurado su centro de atención Covid 19 en Centro Jurica. Aparicio Alonso trató a más de tres mil pacientes con dióxido de cloro:  fallecieron cuatro y los demás se curaron con rapidez. Un 92 % de los tratados a tiempo no desarrolló síntomas y un 8 por ciento los desarrolló por muy pocos días. Cabe señalar que la Coalición Mundial Salud y Vida (Comusav), que preside entre otros Aparicio Alonso, ha buscado que las autoridades hagan los ensayos pertinentes para tener la "evidencia", sin resultado, de la misma manera en que no se dieron a conocer los resultados y metodologías de uno que otro ensayo con hidroxicloroquina en México. Sobre la base de experiencias en Bolivia, algunos alcaldes del estado mexicano norteño de Coahuila (como el de la ciudad de Madero) distribuyeron masivamente entre la población dióxido de cloro: silencio total de los medios, sin que se sepa de intoxicaciones en masa. Por lo demás, habría que conocer de casos de toxicidad masiva por dióxido de cloro si no se confunde con dolo con la lejía. Bolivia tiene una curva de muertes por la Covid 19 totalmente aplanada, y desde diciembre decidió no entrar en cuarentena (se usa también la ivermectina, además del dióxido de cloro). La diferencia en la curva de muertes entre Bolivia y México es espectacular y cualquiera la puede consultar en Google. Nada de lo anterior, como tampoco los estudios randomizados con la hidroxicloroquina, van a frenar una decisión tomada desde el principio de la epidemia y que se resume más o menos en ésto, en lo que esperamos a que queden vacunados 5 mil 500 millones de habitantes: !con merengue! (da click en el botón de reproducción)..



martes, 19 de enero de 2021

EU: LA ULTIMA Y NOS VAMOS...

 Gracias al imperio de los medios de comunicación masiva, estamos por volver a los tiempos del mandatario Barack Obama o tal vez del presidente Baby Bush, quien se metió un autogol el 11/S de 2001 para justificar incursiones nada inocentes de la política estadounidense en el exterior. Dejaremos de pensar por cuenta propia para preguntarnos con Vogue si la vicepresidenta Kamala Harris, siendo de origen hindú, debiera presentarse a tal o cual ceremonia vestida con sari.

      Queda por dejar dicho que nunca hubo ningún "asalto violento al Capitolio". No pasó de que uno que otro vándalo rompiera algún vidrio. Pero lo que las filmaciones disponibles muestran es que la gente no iba armada y que la policía la dejó pasar sin mayor resistencia, digamos que como si hubiera alguna forma de acuerdo tácito. Ni siquiera está claro cómo Ashli Babbitt recibió el tiro que la mató. ¿Realmente salió el disparo de algún oficial de policía del Capitolio? Porque al momento de la filmación de Babbitt en el suelo y herida la gente grita  "dispararon tiros". Hay una evidencia que llama la atención: el día del "gran atentado contra la democracia", dentro del Capitolio se encuentra la reportera Jade Sacker, de CNN/NPR, festejando los desmanes ("!lo hicimos!", we did it!) no con ningún partidario del presidente saliente Donald Trump, ni con un supremacista blanco, no: con John Sullivan, líder del grupo Antifa y fundador de Insurgencia USA, una coalición contraria a la brutalidad policíaca y las injusticias raciales. Sullivan ha alegado casi que "nada más pasaba por ahí", pero se supone que debió ser un lugar peligroso para él, tanto por la presencia de policías como de blancos. Alegando haber asistido "como periodista", Sullivan reconoció no tener ninguna credencial de periodista. La persona en cuestión ha negado sus vínculos con Antifa, pero expresado sus simpatías con Black Lives Matter (BLM) y su activismo anti-Trump, así que de todas maneras había en el Capitolio...activismo anti-Trump o el típico vandalismo de BLM. Las "organizaciones" (Antifa y BLM) en cuestión dicen que se deshicieron meses atrás de Sullivan, por "amateur" o infiltrado de la extrema derecha, pero ante la Justicia estadounidense, Sullivan se declaró admirador de BLM. Sullivan, el "amateur", logró filmar por cierto la muerte de Babbitt. En el video se oye decir al mismo Sullivan cosas como "logramos esta mierda", "lo hicimos juntos" o "todos somos parte de esta historia", lo que no suena mucho a un amateur ingenuo. No es nada más gente partidaria de Trump la que ha sugerido que una parte de los simpatizantes del presidente saliente fue llevada a una trampa. Por cierto, de manera llamativa, nadie entró al edificio por la parte trasera. Las filmaciones llegan a mostrar a simpatizantes de Trump en orden, caminando en calma y manteniéndose dentro de los límites establecidos por los cordones. Las fotografías y filmaciones de los gases de una policía que no hizo gran cosa han sido utilizadas para dar una falsa impresión de "insurrección". Por cierto: ¿y los videos que muestran a simpatizantes de Trump tratando de impedir que un vándalo rompa vidrios del lugar?

      Se sabe que uno que otro que se apareció con un disfraz de cuernos de toro era agitador y no manifestante. Pero volvamos a Sullivan: ha dicho que asiste regularmente a este tipo de "eventos". De hecho, Sullivan ya había sido arrestado en 2020 por este tipo de "eventos". Hay grabaciones de Sullivan incitando a la violencia en el Capitolio. Incluso festeja la ruptura de una ventana. Finalmente, Sullivan, por algún motivo, no quiere ser reconocido y pide que CNN borre lo acontecido. Aquí se puede ver parte de lo filmado por Sullivan, "Jayden X" (https://www.thegatewaypundit.com/2021/01/huge-cnn-npr-reporter-jade-sacker-embedded-antifa-leader-john-sullivan-siege-us-capitol-cheered-inciting-riot-video/).

      Se olvidará pronto la manera de llegar del Demócrata Joseph Biden a la presidencia estadounidense. Pero es una presidencia ilegítima y dispuesta a castigar toda forma de discrepancia como "antidemocrática". Es decir que quien no comulgue y busque pensar con criterio propio puede ser acusado de cualquier cosa. Entendido. El de aquí abajo es Sullivan, por si estuviéramos cazando delincuentes.



domingo, 17 de enero de 2021

COLOMBIA: "PONER CONEJO", COMO SIEMPRE

 Cuando uno de los jefes guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Jesús Santrich, se vió envuelto en un presunto caso de tráfico de drogas, los medios de comunicación masiva no pusieron demasiado en duda la versión. Así funcionan las noticias: se hace bombo y platillo con mentiras o con verdades a medias, se sincroniza de este modo a la "opinión pública", y cuando tiempo después aparece la verdad no se propaga ni tiene mayor resonancia, sino que se queda en un rincón hasta el olvido. Hoy se sabe que Santrich fue objeto de una trampa tendida en parte por la DEA (Administración para el Control de Drogas, por sus siglas en inglés) estadounidense pero, lo que es más, por la Fiscalía colombiana entonces a cargo de Néstor Humberto Martínez. Hay 24 mil audios que lo prueban. Así, la Fiscalía estuvo saboteando el proceso de paz acordado en La Habana en 2016 y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) que juzga los delitos de los involucrados en el conflicto armado de décadas en el país sudamericano.. La idea era que Santrich acabara extraditado, pero en un momento provisional de libertad aprovechó con otros para volver a la clandestinidad, no sin advertir que el gobierno colombiano jugaba sucio. Santrich, Iván Márquez y algunos líderes más se rearmaron y crearon la llamada Segunda Marquetalia. Quienes se han quedado a proseguir con un proceso de paz lentísimo y enmarañado, hecho para entorpecer lo pactado, han corrido a su vez el riesgo de ser juzgados, como el mismo Rodrigo Londoño, Timochenko, quien no para de abjurar de su pasado.

     Mientras tanto, los asesinatos de líderes sociales continúan: 309 en el año 2020 (97 de ellos en el departamento del Cauca). El asunto es viejísimo: la guerrilla deja las armas y quienes buscan un cambio caen abatidos por fuerzas "irregulares" (pueden ser narcoparamilitares), ante un Estado que no mueve ni un dedo, en el mejor de los casos. Decimos "en el mejor de los casos" porque ahora se sabe más sobre el pasado. En 1985, a raíz de acuerdos de paz transitorios entre las FARC y el gobierno de Belisario Betancur, más de un guerrillero optó por pasar a la luz pública y competir políticamente en un movimiento nucleado en buena medida por comunistas, la Unión Patriótica (UP). El resultado de este gesto es que entre 1984 y el año 2002 fueron asesinados 4 mil 153 miembros de esta organización, lo que incluyó a dos de sus presidentes, Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo, además del líder de la Juventud Comunista, José Antequera, 9 de los 14 congresistas elegidos en 1986, 11 diputados, 109 concejales y al menos 8 alcaldes. Incluso la Fiscalía de la Nación tuvo que terminar reconociendo el asesinato en masa de militantes de la UP como crimen de lesa humanidad. Recientemente se dió a conocer que fue algo decidido desde el gobierno, con el presidente Virgilio Barco a la cabeza, y con asesoría  de Rafi Eitan, miembro de la inteligencia israelí y ramificaciones que llegan, como siempre, al intocable líder de la extrema derecha Alvaro Uribe. Cabe señalar que ahora se puede decir lo que se quiera: la mayoría de los procesos penales abiertos por estos crímenes quedó en la impunidad. Dicho sea de paso, también fueron ejecutados algunos dirigentes de otras guerrillas, como Carlos Pizarro, y miembros del Partido Liberal, como Luis Carlos Galán. Ni siquiera el líder de la izquierda progresista colombiana (Colombia Humana), Gustavo Petro, se detiene demasiado en las revelaciones recientes sobre lo ocurrido con la UP.

     Este tipo de masacres están tan naturalizadas como el asesinato de líderes sociales de un tiempo a esta parte. Incluso si un sindicato de maestros se lanza a la huelga pidiendo alguna mejora económica, sus líderes se encuentran bajo tierra: 30 maestros han sido asesinados en Colombia desde 2018. Al parecer, para los muy democráticos gobiernos colombianos, no hay mejor garantía de la armonía social que la permanencia de los opositores en los cementerios. Pero esta vez nos quedamos con algo de alegría caleña:



viernes, 15 de enero de 2021

CHINA Y LOS MAULLIDOS

 Las expectativas puestas por académicos e intelectuales en China no son algo nuevo, ni que tenga que ver forzosamente con los logros económicos recientes del país asiático. En términos sociales, sin duda la mayor conquista ha sido la de erradicar la pobreza extrema. La admiración por China surgió con todo en los años '60 como alternativa en el Sur a la "fría", "dogmática" y "represiva" Unión Soviética, pese a los desastres del maoísmo con el Gran Salto Adelante y los de la admirada Revolución Cultural. Hasta cierto punto, dicha admiración no deja de ser sesentaiochera. El segundo proceso mencionado tuvo lugar entre 1966 y 1976. La historia personal de Mao no siempre fue brillante ni ejemplar para un comunista. No queda tampoco claro cuál es la gracia de reiterar en "los horrores del estalinismo", sin reparar siquiera en los desmentidos de la historiografía y los archivos recientes, y pasar por encima de ciertas formas de represión no muy loables en China. Es lo que hace no nada más la izquierda, la latinoamericana incluida, sino también el Occidente capitalista: las sanciones a todo galope son contra Rusia, y no lo han sido contra China (una "guerra comercial" es otra cosa) a raíz de los sucesos de la plaza Tiananmen en 1989, por lo demás magnificados, o de los problemas más recientes con Hong Kong. Rusia puede ser acusada de lo más fantástico, China no. China está de moda y al parecer la frivolidad occidental siempre implica seguir modas, lo que, insistamos, no le resta algunos méritos al país asiático, sobre todo en sacar a gente de la miseria e incluso en ámbitos como el tecnológico.

    Más allá de ésto, China tiene problemas insoslayables, pero cuidadosamente ocultados y negados o desconocidos por la izquierda progresista, que no se plantea contradicciones. Cuenta ciertamente el efecto demográfico, pero el hecho es que un régimen que se reclama del socialismo, con frecuencia sin mucha precisión, tiene el mayor número de millonarios en el mundo después de Estados Unidos. Mientras sucede ésto, es Rusia la que es acusada de tener un régimen "oligárquico y mafioso", lo que no es exacto. ¿Quién integra la clase media china, que llega a estimarse en unos 671 millones de seres? Los profesionales y gerentes del partido. Entre los hombres de negocios, hay que decirlo, gran parte son descendientes de familias acaudaladas de antes de la Revolución (1949), y los demás, descendientes de las primeras familias revolucionarias en los años '50. Un campesino, un llamado "itinerante", un desempleado o un trabajador manual migrante no tienen mayores posibilidades de ascenso social en China. Quienes tienen abiertas las puertas de la movilidad social son la gente del aparato burocrático y del partido oficial: lo que se criticaba en la Unión Soviética (y que estuvo limitado a un periodo específico, en los últimos años) se silencia en el caso chino. Para hacer negocios también hay que estar ligado al Estado y al PCCh (Partido Comunista Chino), sobre todo si son grandes negocios, lo que no excluye privatizaciones dudosas de bienes públicos. 50 % de los "emprendedores privados" trabajan en el partido-Estado antes de convertirse en empresarios, y los demás son en realidad integrantes del llamado "sector precarizado". A la gente de negocios se le ofrecen membresías en el partido, bancas en el Congreso y lugares en el gabinete de asesores políticos, o membresías en cámaras comerciales administradas por el gobierno. Aunque se ha propuesto luchar contra la corrupción, el líder chino Xi Jinping ha dejado ver que es preferible no tocar los privilegios descritos, ya que se crearía inestabilidad política. Por lo demás, no hay ninguna consideración por las tentativas de democratización soviéticas de finales de los años '30 (en particular del año 1936), aunque ciertamente existe traducción al chino en el 2015, algo muy reciente, de la obra de Grover Furr sobre el caudal de mentiras del líder soviético Nikita Jrushchov. El aprendizaje de esta experiencia es más o menos nulo con tal de no arruinar carreras partidarias y estatales que desembocan en buenos negocios.

      Ideológicamente, China se ha metido a reivindicar su "historia milenaria", un confucianismo que es menos popular de lo que se cree (a diferencia del taoísmo), y el resultado es la tendencia del pueblo chino a naturalizar las desigualdades y la obediencia a jerarquías no siempre legítimas y que no son lo mismo que la autoridad. No hay mayor valoración de la igualdad ni de lo que algunos llaman la "religión secular del mérito". China, más allá de cierto palabreo, no tiene una vocación universalista como la de Rusia (pese a cierta tendencia a enfrascarse en "lo específicamente ruso"). Por lo demás, no hay clara definición sobre el hecho de que en los países socialistas prosigue la lucha de clases y se manifiesta en peleas acérrimas por cuestiones de estatus y de sensación de poder-las heredó Rusia de la Unión Soviética- . La prestidigitación para hacer aparecer a medio mundo como de "clase media" (durante el mandato de Jiang Zemin, presidente chino entre 1993 y 2003), algo tampoco ausente en el mundo capitalista y que terminó avalando la Academia China de Ciencias Sociales, suprimiendo la diferencia entre clase y estrato,  no oculta el mismo tipo de problemas que le legó a la Federación Rusa la "supresión por decreto" de la lucha de clases en la Unión Soviética. Los reformistas chinos han llegado a la creencia de que la clase media es "universalizante" y garante de una sociedad "contenta y satisfecha" y sin conflicto, aunque en porcentaje de la población (no en números absolutos) no haya crecido demasiado desde 1950. En China hay, por así decirlo, una "clase alta" (hasta un 3 % de la población), con propiedad privada de medios de producción, y gente de clase baja de la que se dice poco, tratándose de socialismo, en principio destinado a que primen los trabajadores, no los funcionarios administradores. Una de las cosas más simpáticas consistiría en criticar el "capitalismo de Estado" soviético, que nunca fue tal, y en alabar el "socialismo" chino, de contornos difusos. Por lo demás, en la Rusia de hoy los oligarcas están llamados a no intervenir en política, un pacto claramente establecido por el mandatario Vladimir Putin. En cambio, en China la simbiosis de negocios y política tiende a cierto descaro.

     El tema de los números debería tomarse con más cuidado y menos eco ante un Occidente que por momentos ve otra "amenaza" donde tampoco la hay. China, la primera economía del mundo en términos de paridad de poder adquisitivo, nunca ha tenido una economía pequeña, simplemente por el tamaño de su población. Hasta 1830, fue la primera economía del mundo, pero no por ello la más y mejor desarrollada. China nunca ha sido menos que la cuarta o quinta economía del mundo, aunque hasta hoy ocupa un lugar bajo en calidad de vida, por ejemplo si se considera del Indice de Desarrollo Humano (IDH: puesto 85 en el mundo). Quienes se han beneficiado del alto crecimiento reciente han sido los funcionarios "reformistas" del partido y del Estado y los tecnócratas, junto con los hijos de los funcionarios. No vaya a ser que la admiración por China sea en parte algo de gente de negocios, lo que parece fuera de duda, y también de "nomenklaturistas" del Sur, como no faltan por ejemplo en Cuba y los procubanos, que por cierto, haciéndose valer como "hijos del XXavo Congreso" (del Partido Comunista de la Unión Soviética), no pueden ni fumarse un habano sin citar a "Fidel", como le ocurre al presidente de Casa de las Américas, Abel Prieto, o al mismo líder Miguel Díaz-Canel. No se puede hacer mucho si para beneficio de funcionarios se decide suprimir contradicciones existentes, no esclarecer qué valores se proponen (Rusia sí los ha mencionado), y meter a todos en el mismo saco a sabiendas de que ni caben, pero China se volvió una de las "grandes ondas" de la izquierda no comunista hace ya un buen rato. Para maullidos locales, da click en el botón de reproducción.



miércoles, 13 de enero de 2021

COCO WASH

 La periodista franco-estadounidense Diana Johnstone acaba de recordar lo que puede ser una "insurrección" o "sedición", palabras que empleó el Demócrata Joseph Biden para describir lo sucedido el 6 de enero en el Capitolio de la capital estadounidense, Washington D.C. También es válido para el supuesto "asalto a la democracia" del que habría sido víctima la súperpotencia. Las imágenes filmadas del 11 de septiembre de 1973 en el palacio de La Moneda en la capital chilena, Santiago, dan cierta idea de lo que acontece cuando la sedición viola muy gravemente la ley, se "insurrecciona" y asalta sin tapujos la democracia. Unos tipejos tomándose selfies en el Capitolio en medio de una provocación es algo que se parece más, como lo ha hecho notar Johnstone, a ciertos aspectos de las "revoluciones de colores" que tuvieron lugar en Serbia o Ucrania. Al parecer, con Biden vamos a volver al superlativo, también llamado "comparativo de excelencia". El hecho es que el-asalto-nunca-antes-visto-a-las-instituciones-democráticas-en-la-historia-de-Estados-Unidos e instigado por quien Biden designó como "autócrata" y "dictador" fue una buena ocasión, como lo recuerda la periodista ya citada, para ir culminando con el Proyecto de Integridad de la Transición: si iba a haber debate en el Congreso y renuencia de senadores Republicanos ante el fraude de las elecciones de noviembre, fue una  forma de acallarlo todo. Como lo hace Johnstone, cabe recordar que desde antes de las elecciones se regó la especie de que el mandatario Donald Trump se iba a negar a dejar el gobierno. Así que resulta que los hechos del Capitolio fueron un intentona de "autogolpe". No importa que la versión no se sostenga: Trump llamó a una manifestación pacífica (está con esta palabra, por lo que no se le debería acusar de instigar a nada), cuando fue ocupado el Capitolio llamó a sus simpatizantes a "volver a casa", pero lo más significativo es que, como lo recogió por ejemplo Bloomberg, fue el mismo presidente en funciones quien ordenó desplegar la Guardia Nacional en el Capitolio para detener lo que estaba sucediendo. No es todo: Trump ordenó horas después el estado de emergencia en Washington hasta poco después de que asuma Joseph Biden el 20 de enero y para garantizar la seguridad del acto. Habría que saber por qué esta noticia no fue reproducida en los medios de comunicación occidentales. De igual forma, como todo es excesivo, la legisladora Demócrata Alexandria Ocasio-Cortez decidió hacer una declaración muy agraciada: "pensé que iba a morir", afirmó, pero no quiso dar detalles "por motivos de seguridad". "Tuve un evento muy traumático", declaró, según un reportaje de Página 12 reproducido por el arribista y megalómano Guillermo Nils Castro Herrera en su cuenta de Twitter(por su boca se comunica José Martí con la Tierra en algo digno del mejor espiritismo) . El relato de Ocasio-Cortez es un auténtico show y da cuenta de lo que es el ala izquierda Demócrata, que podrá seguir esperando al infinito que le den el cargo de secretario del Trabajo a Bernard Sanders (ya se lo dieron a otra persona).

     Habría que saber por qué Trump fue censurado en redes sociales en las condiciones antes descritas, aunque al mismo tiempo él las escogió para expresarse y cualquiera que las utilice sabe que no están exentas de riesgos (como el de este blog de ser bajado en los motores de búsqueda en coyunturas muy específicas después de unos cuatro años de tener paz: ¿o no es sabido que por lo menos desde el mandatario Barack Obama hay que atenerse a la vigilancia generalizada, luego de disposiciones tomadas con la anuencia de Biden?). Lo simpático es la nueva forma de la lucha ideológica: no se argumenta nada, no hay el menor apoyo en hechos, sino que se decreta que tal o cual presidente está simple y llanamente fuera de la realidad, es decir, que está loco. El profesor Heinz Dieterich Steffan puede salir en su portal de Aporrea con que Trump es "imprevisible" porque no es "racional", como si no pudiera saberse que, desde luego, el sistema capitalista tiene "su" racionalidad, la de la ganancia, lo que no quiere decir en ningún momento que sea "la" racionalidad.

     El hecho es que el censor, anticomunista y mentiroso serial Jorge Fernández Menéndez salió en las páginas del periódico mexicano Excélsior a justificar la censura contra Trump en nombre de la ley, olvidándose de la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos. En fin, que el periodismo de Fernández Menéndez pasa por "...dicen que en esta estrambótica despedida, Trump tenía en sus planes realizar un ataque sorpresa contra Irán". Ahora, para comenzar, el periodismo se basa en "dicen que...". Resulta que no valieron "los derechos y las libertades", sino que sacar a Trump de las redes sociales no fue contrario a la libertad: "muchas leyes en cualquier democracia -escribió este señor "periodista"- lo hacen priorizando el bien común y el beneficio social, de lo que se trata es de no darle instrumentos a quien está proponiendo la destrucción de las propias instituciones democráticas". ¿Entonces por qué Trump mandó la Guardia Nacional a "limpiar" el Capitolio y permitir que el Congreso siguiera su trabajo? Después de todo, habló lo que se conoce como un burgués cualquiera: dedicado al provecho propio, saca para reprimir el bien común que le importa un bledo . A este ritmo, cabe recordar que es así que aparecen algunos dictadores. Es más, según escribió el columnista: "no se trata de coartar libertades, se trata de proteger a la sociedad de grupos y personas que conspiran contra ellas". Exactamente: es lo que alega cualquier dictadura. De remate, Fernández Menéndez, quien no sabe ni por qué se refugió en México, al parecer, dijo: "muchos de estos movimientos están manejados por servicios de inteligencia externos". Muy bien: entonces fue algo así como "la mano del Kremlin" la que hizo que algunos se abalanzaran al Capitolio como si se tratara de entrar a un concierto de Beyoncé, misma actitud con la que actuaron los policías presentes. No faltó quien hizo notar, puesto que se saca provecho de todo, la contradicción del mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador: criticar la censura contra Trump y "prohibir la libertad de expresión en la prensa mexicana". ¿Hay un solo caso, uno solo, en el que se haya prohibido (prohibir: "vedar o impedir el uso o la ejecución de algo") la libertad de expresión en la prensa mexicana? Si lo hubiera, hay muchos que no podrían estar aprovechando espacios para ulular cualquier cosa. Pero están, como en la lengua del Tercer Reich, en la fascinación del superlativo: esperémonos a que la asunción de Biden sea, desde luego, "histórica" y a ser convocados a saber qué creer y qué no según lo que nos metan en la cabeza por nuestro propio bien quienes no se interesan más que en sus ventajas privadas. ¿O es que no se ve a qué intereses han servido los integrantes del gabinete de Biden? Si alguien quiere confundir sus intereses con los de quienes le verán la cara, adelante.

En la foto, el próximo presidente de Estados Unidos. A la izquierda o la derecha, como se prefiera.



domingo, 10 de enero de 2021

EU: CUANDO LOS HECHOS ME DAN FLOJERA...

 En estos días se armó la alharaca por la "toma del Capitolio" en la capital estadounidense. En México, y mientras el presidente vasallo argentino Alberto Fernández salía a lamentar el hecho, no faltaron los pseudoperiodistas que festinaron que se le hayan cerrado las redes sociales al mandatario de Estados Unidos, Donald Trump, sobre todo Twitter, aunque también en menor medida Facebook e Instagram. Se dice "pseudoperiodistas" porque no indagan jamás por cuenta propia y para beneficio del público (compinches aparte), y esta vez agasajaron a los lectores -si los tienen más allá de sus amigotes- con sus opiniones sin respaldo y su aprobación de la censura. Entre ellos hay gente que en ningún momento ha sido censurada por el gobierno mexicano de Andrés Manuel López Obrador, pese a que lo atacan de una manera no muy limpia que digamos. Ningún chile les embona y parecen dispuestos a pasarse todo el sexenio así, un día sí y el otro también, pero aspirando además a que no haya derecho a réplica.

       El día de los hechos del Capitolio, le había correspondido a Trump dar la orden de que la Guardia Nacional vigilara Washington, la capital estadounidense. Se iba a dar en el Congreso, no sin cierta discusión, el último paso para que el Demócrata Joseph Biden quedara como presidente electo de Estados Unidos. Algunos se iban a oponer, como parte de un debate totalmente legal, y son los mismos que el pseudorefugiado salvadoreño-cosmopolita en Canadá, Leo Arguello, delató como "sediciosos" con nombre y fotografía en su cuenta de Twitter, siguiendo a The New York Times. No había nada de ilegal en que quienes así lo quisieran se manifestaran contra Biden en el debate y la votación del Congreso. "Sedición" e "insurrección" fue lo mismo que alegó Biden ante hechos mínimos que en todo caso sirvieron, vaya casualidad, para volver a acallar las discrepancias ante quienes se han eregido en "La Democracia" (y por cierto que también en "La Ciencia" e incluso "La Realidad"). Hasta ahora, nadie ha podido probar en los hechos que Trump haya cometido actos fascistas -fuera de aquéllos yo me puedo declarar el marido de la reina de Inglaterra, y lo podemos discutir sin problema- .

      Quienes pudieron acceder al Capitolio para hacer desmanes, condenados tanto por Trump como por su hija Ivanka, de manera totalmente explícita, lograron extrañamente burlar la seguridad del lugar, que corría a cargo de la policía y agentes federales. Ya dentro del Capitolio, quienes entraron a comportarse como vándalos fueron guiados  hacia áreas designadas por quienes custodiaban el lugar. ¿Por qué? El resultado fue una muy buena manera de impedir mediante la intimidación que se diera cualquier discusión en el Congreso. Si se trataba de provocar para acallar, funcionó. Curiosamente, coincide con la manera de delatar ya descrita. ¿O es que acaso no hay coincidencia?

      El asunto podría quedar como "teoría de la conspiración" en la cabeza de quienes ahora ejercen como censores implacables y como delatores,  si no hubieran otros elementos. La gente que entró al Capitolio no fue sino una mínima parte de la que estaba en una manifestación pro-Trump, que se daba de manera pacífica (como todas las anteriores), según quedó fotografiado y filmado en vídeo, a pesar de que, extrañamente, Facebook se las ingenió para borrar estas pruebas, después de un anuncio explícito de que lo haría. ¿Por qué? Si las cosas estaban transcurriendo de manera pacífica, por cierto que a diferencia de las formas de protestar de Antifa o Black Lives Matter en Minneapolis, Chicago, Detroit, Seattle, Portland o Atlanta (la gente que es reivindicada por el lópezobradorista John Ackerman en Russia Today, para que no haya modo de perderse), ¿entonces qué sucedió? El problema es que está filmado: aparecieron entre la gente agitadores que empujaron a algunos a entrar al Capitolio. Está filmado, insistamos, y dada la censura, la filmación quedó resguardada en manos del profesor Mark Crispin, de la universidad de Nueva York, por seguridad. Lo extraño, también, es que quienes aparecieron para agitar lo hicieron, atención, insultando a los seguidores de Trump, por lo que en realidad se suscitaron enfrentamientos verbales. Según las descripciones y filmaciones disponibles, así fue como los agitadores, a modo de anzuelo, fueron atrayendo a una parte de los manifestantes pro-Trump hacia el Capitolio, donde finalmente se encontraron. Por cierto, no hubo destrozos en el Capitolio, pese a que, nótese bien, gente pro-Trump hizo notar que había personas que no eran simpatizantes del mandatario llamando a cometer desmanes, contra la voluntad de los partidarios del presidente actual. Hay testimonios de que partidarios de Trump declararon abiertamente no estar de acuerdo con lo que estaba ocurriendo.  De distintas maneras, seguidores pro-Trump estaban siendo instigados con el anzuelo de insultarlos y al mismo tiempo azuzarlos al desquite hasta llegar dentro del Capitolio. Aún así, los seguidores de Trump no dañaron el lugar. Todavía se puede esperar al infinito a que la Oficina Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés) haga algo mínimo contra el vandalismo y las muertes que provocaron Antifa y Black Lives Matter. Estamos hablando de cómo sucedieron las cosas, no de si nos gusta o no Trump.

      Repitamos: a final de cuentas, fue Trump quien llamó a la Guardia Nacional para terminar de "limpiar" y pidió a quienes estaban dentro del Capitolio que se fueran a casa. Lo que desemboca también en lo extraño es que muchos de quienes opinaron llamando a seguir con el linchamiento de Trump no se hayan apoyado en una reconstitución de los hechos. Hay más, puesto que se sabía que, librado el escollo de la Corte Suprema, el Proyecto para la Integridad de la Transición, destinado a bloquear a Trump como fuera, lo estaba esperando en el Congreso, en particular con Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes. En efecto, llamó al Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas estadounidenses a "quitarle el botón nuclear a Trump" (¿cree Pelosi que el presidente lanzará la bomba atómica en los jardines de la Casa Blanca el día de la asunción de Biden?) y la mayoría Demócrata volvió sobre el tema del impeachment. Es posible demostrar que ésto ya estaba planeado desde antes de las elecciones y el tema fue tratado en este blog. De nueva cuenta, cabría preguntarles a quienes llamaron a la censura, como el "mexicano"-cosmopolita y megamalinchista "periodista cultural" Ariel González Jiménez, si son los dueños en exclusiva de la democracia -o creen en el fondo que lo son del poder, lo que es muy distinto- y piensan seguir en este tenor, sin apegarse a los hechos y amenazando con actos concretos a quienes discrepan o contradicen, o incluso a quienes refieren los hechos mismos: porque, que se sepa,  no se le impide a este grupo de compinches decir lo que se les pegue la gana, y Trump, salvo que alguien tenga el tupé de querer mostrar lo contrario, no persiguió a nadie (Noam Chomsky, pongamos por caso, para la embrutecida izquierda progresista, considerando que González Jiménez y el rotativo mexicano de izquierda La Jornada dijeron exactamente lo mismo sobre Trump y el asunto del Capitolio). La censura, con todo, no está mal, ya que obliga a pensar lo que se dice y a tener un mínimo de cuidado al escribir, más si se tienen enemistades (lo cual tampoco está mal). Con la libertad de expresión absoluta, en cambio, cualquiera, sin tomarse el esfuerzo o el trabajo de fundamentar lo que dice, se cree con el derecho a transgredir los límites, suponiendo que los conozca,y a tener garantizada la impunidad. ¿Es lo que viene con Biden, y por qué habría que callar ante quienes llaman a taparle la boca a quien discrepa o incluso contradice? ¿Es un llamado al vasallaje?¿La democracia es unanimidad, o una conformidad con lo existente que autoriza a descalificar de entrada a cualquiera que no acepte dicha unanimidad, e incluso a llamar al linchamiento de quien intente el menor cambio?Tal vez para algunos no sea más que la manera de "ser alguien en la vida" dándoselas de interesantes. No son representativos de nada, ni de su propio esfuerzo, porque no es opinión bien fundada,  pero debe quedar claro que no se detuvieron a la hora de pasar de la amenaza a la censura, como antes al linchamiento,  para lo que les bastó hacer una caricatura de mala fe del contrincante, tratándolo como violento - promotor del "odio", etcétera, según el semanario mexicano Proceso que incluso habla en nombre de "El Mundo"- al margen de los hechos. Esta forma de proceder, no exenta de ingredientes protofascistas, es violencia y es legítimo advertirlo. No es ninguna muestra de tolerancia en los actos, y sí de un modo de escudarse en el poder, real o supuesto, para hacer cosas como acallar o delatar, cuando no de llamar a la represión contra la "sedición" (Biden) o el "terrorismo" (Pelosi). Queda la advertencia para quienes permitieron que ocurriera y no dijeron nada. ¿Se van a estar el sexenio y los años Demócratas a hablar en nombre de la propiedad en exclusiva de La Democracia, La Realidad, El Mundo, La Ciencia, etcétera, y diciéndole por lo demás a la gente qué sentir y qué no, como el funcionario de Biden que quiere proscribir legalmente lo que sea considerado "discurso de odio"?  (Siempre hay dos lados de una historia, dice la canción...da click en el botón de reproducción).



jueves, 7 de enero de 2021

¿AMOR O EXITO?

 Ya que vuelven en Estados Unidos los Demócratas al gobierno, es de esperar que sus seguidores en América Latina, los progresistas, no regresen a ciertas formas de discurso, destinadas a esquivar sistemáticamente las contradicciones. La contradicción es el principio del movimiento, en cualquier dirección: si no se la asume como tal, lo cual supone (por ejemplo para la misma izquierda progresista) tratar entre otras cosas con errores, el hecho es que aunque la Historia no sea teleológica (con una "causa final") no deja de tener leyes. Una de ellas puede conducir a la putrefacción justamente por no superar la contradicción. Es de lamentar la tendencia de la izquierda no comunista a no hablar de los problemas e incluso de los conflictos, o a reconocerlos apenas "en lo oscurito". No deja de ser extraño que una izquierda progresista en la cual no faltan ni la oratoria ni la retórica no consiga hablar. En estos años de retroceso en varios países, contados son los que lo han hecho algún examen autocrítico del progresismo, por ejemplo el religioso dominico brasileño Frei Betto, sin mayor eco.

     Lo ocurrido con el presidente estadounidense Donald Trump deja más bien otra impresión: quienes se hacen llamar "demócratas liberales" ponen o dejan intactos los mismos grandes intereses, desde los económicos hasta los mediáticos, mientras la izquierda progresista, en algunas de sus versiones (por ejemplo, la del mandatario argentino Alberto Fernández), ayuda con la "marca" que los otros necesitan para vender y dar la impresión de que están en movimiento, cuando en realidad son ultraconservadores y no les importa más que la conservación del statu quo y la idea que se han hecho de él. La contradicción parece así resuelta: los "libertarios" se han reconciliado implícitamente con quienes, siendo conservadores a ultranza, se dicen "liberales". En ambos ya no hay que moverse: se está en un mundo feliz.

     Uno de los primeros en desbarrar en este sentido, algo penoso para un obrero metalúrgico, fue el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva cuando, para forjar alianzas y ganar su cuarta postulación en el 2002, decidió promoverse -con el apoyo de un publicista, Duda Mendonca- como "Lulinha paz e amor", cosa que quiso repetir en 2016 en apoyo a la presidenta Dilma Rousseff. Otro que tuvo que seguir una ruta algo parecida fue el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, que pasó de la "honestidad valiente" de 2006 a la "república amorosa", la "fraternidad universal" y "el fomento de la felicidad" al estilo de la Constitución de Estados Unidos  -explícitamente, según el texto "Fundamentos para una república amorosa", cuyo título no es fácil de tomar en serio. Digamos que el progresismo comenzó a extraviarse mimetizándose con el "buenismo" estadounidense y adoptando una versión local, la beatitud, es decir, la bienaventuranza eterna. Supone justamente la desaparición de todo conflicto, todo problema o toda contradicción. Ni siquiera el comunismo fue planteado así, sino apenas como el "comienzo de la verdadera Historia", pero puede verse lo que ocurrió cuando muchos de los gobernantes socialistas creyeron haber llegado a los caudalosos ríos de leche y miel en esta Tierra (era la promesa del líder soviético Nikita Jrushchov, que amagaba con superar la abundancia estadounidense en 20 años).

      Pareciera haber una confusión del amor y la felicidad con un estado de éxtasis (que es exaltación emocional y mística) o de nirvana (liberación completa del sufrimiento y cese del ciclo de renacimientos). No ha faltado quien desde una perspectiva nacional-popular proponga "perder el miedo a ser feliz", como no faltó en México la Alejandra Barrales que tradujera DF (Distrito Federal, antes) por DF (Derecho a la Felicidad). En realidad, la felicidad no es un estado beatífico: es un estado de satisfacción (y no de bienaventuranza eterna) por una meta alcanzada. Felicidad viene de la palabra "fértil": es cosechar lo que se ha sembrado y por lo mismo se tienen que renovar reiteradamente la meta y el esfuerzo, en vez de instalarse en otra cosa que es el goce. El ser humano es siempre imperfecto, por lo que tiene lo que el psicoanalista Jacques Lacan llamaba "falta en ser" (y no "en tener"), de tal modo que normalmente siempre resiente que "algo falta", y se ve llevado no nada más a nuevas metas, sino a aprender una y otra vez, para lo que son deseables una educación y una cultura que lo acompañen en el crecimiento.

     En la forma de acercamiento entre el conservadurismo y la "marca cultural progresista" (comparten los mismos intereses en más de un tema), puede estar además un defecto adicional: la reducción de "tu DF" a una materialidad más o menos colectiva (la "felicidad del mayor número" de Jeremy Bentham a principios del siglo XIX) desprovista de toda dimensión de aprendizaje espiritual o, si se quiere, de sabiduría para la vida, algo que se logra a través de la experiencia, muchas veces ardua,  y de caminos que no dejan de ser con frecuencia individuales y que deberían ser reconocidos como tales, por mérito.En el izquierdismo progresista no comunista se ha insistido demasiado en una falsa oposición entre comunidad e individuo: contra la enajenación capitalista, una buena comunidad debiera ser la capaz de permitir el florecimiento pleno de las individualidades y de la individuación de cada quien (hasta llegar a comprender la singularidad, lo único e irrepetible de cada uno, y no la uniformización de las conductas), sobre todo si se predica el amor. Este no es nada más una forma de comunión, sino el reconocimiento y el respeto a la interioridad única, individual, de cada uno, y la recompensa a su florecimiento propio.

     En este mismo orden de cosas, en el cual López Obrador en México se ha visto orillado a pregonar cosas de las que no estaba convencido (como le ha ocurrido también en cierto modo al ex presidente ecuatoriano Rafael Correa), una cosa es que el Estado cumpla con sus obligaciones sociales y otra embrollarse en discursos sobre el "bienestar" que, otra vez, corren el riesgo de quedarse en la aspiración material colectiva (y el mismo López Obrador lo sabe), sin educación ni cultura que satisfagan lo que algunos han llamado "deseo metafísico". No sólo de pan vive el Hombre. En la ambiguedad, sin verdadero trabajo educativo y cultural (cultura viene de "cultivo"), es decir, sin "cultivar" nada, puede interpretarse erróneamente el anhelo de bienestar con el simple "bienestar para tu familia" del presidente mexicano Ernesto Zedillo, a cuya sombra creció más de uno del gabinete de López Obrador (Esteban Moctezuma, Olga Sánchez Cordero, pero también Juan Ramón de la Fuente). Hay una dimensión que falta y que más de uno cree que es para después, cuando todos estén saciados: es probablemente una visión errónea del Hombre y, a fin de cuentas, prueba de que a la época actual le falta el humanismo que en la Historia ha sido el precursor de cambios de trascendencia. Lo fue del advenimiento del capitalismo, por ejemplo. Se puede seguir en busca de la utopía, quijotescamente: como se sabe, está "en ninguna parte" y ni siquiera vale la pena sacrificarle la individualidad y el amor concretos. Poner el ejemplo de alguna espiritualidad antes que de la acumulación material era para ayer, incluyendo a los funcionarios y simpatizantes lópezobradoristas que desconocen la honrada medianía y estafan así al mandatario y al servicio público.

Que no haya equívoco, el siguiente no deja de ser un himno empresarial, al proyectar sobre la decencia ordinaria el tan llevado y traído "éxito", de éso no se trata:

PD: pese a lo que está ocurriendo con este blog, creemos en la posibilidad de ser respetados y no ser relegados a las profundidades de los motores de búsqueda hasta desaparecer por la censura sutil (puesto que llegamos a distintos lugares del mundo) por no pensar "como es debido" para las empresas GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon, Microsoft) y los chacales locales que han instigado a cortar Twitter, Facebook o Youtube a quienes son designados como "enemigos de la democracia" o, como lo ha hecho el Demócrata Joseph Biden, "sediciosos"..


 

martes, 5 de enero de 2021

MEXICO: ESO NO SE HACE

 Como era en buena medida de esperarse, la Guía ética para la transformación de México, dada a conocer hace poco por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, no tuvo mayor eco (ni siquiera en el lópezobradorismo) y si lo tuvo, fue casi siempre para recibir críticas, que se hicieron notar sobre todo en periódicos como Milenio. La guía en cuestión no deja de encerrar valores contradictorios y responde en más de un punto, por extraño que parezca, a una visión más "libertaria" del mundo y clasemediera  que otra cosa. No se trata de religión, dicho sea de paso. Con todo, sin que se sepa bien cómo ocurrió en medio del relajo que armó la gente de Argos participante, se colaron algunas preocupaciones que llegan incluso a la raíz de la cultura mexicana, o en todo caso de muchas de sus costumbres.

      Se alegó que el Estado no tiene por qué inmiscuirse en asuntos que serían propios de cada quien, personales, pero el asunto es que los individuos viven en sociedad y no en cabañas aísladas. Desde luego que hay temas totalmente coercitivos si es que se quiere conseguir un mínimo de convivencia civilizada y otra cosa que lo que propone el capitalismo actual, que no es más que la competencia de todos contra todos y la ley de la jungla, llevando además a la desconfianza también de todos contra todos, aunque se la disfrace de "los derechos y las libertades".

     El capitalismo actual está destruyendo bases mínimas que han existido de larga data para asegurar no caer en la jungla. Así por ejemplo, y aunque parezca totalmente secundario, en realidad no es menor el tema de la gratitud que tocó la guía:    "la gratitud es un atributo que dignifica como ningún otro, y su contrario, la ingratitud, degrada como pocos". Desde tiempos muy remotos, el intercambio social se ha basado en el don, pero también en la gratitud (de saber recibirlo y saber devolverlo, reproduciendo el intercambio: saber dar, saber recibir y saber devolver). El capitalismo actual, en sectores enteros de la población, por cierto que no sin influencia estadounidense, ha cambiado las cosas: se ignora al otro (por lo que no hay don de principio), se toma del otro si aparece la ocasión, para ventaja o beneficio personal, se rechaza devolver y se guarda lo obtenido. Esta conducta cada vez más difundida no es más que depredación, así parezca la traducción de alguna elegante "toma de utilidades",  y, si se observa correctamente, tiene algo de animal (aunque hay animales que saben más de gratitud). No se nace humano, uno se hace humano, pero se está perdiendo de vista ante la muy fuerte presencia de esta conducta antisocial que no es otra que la del asaltante de microbús, aunque se crea que es estar in a la moda estadounidense del catch as can (agarra lo que puedas). No es ni siquiera vida, es mera sobrevivencia mal entendida (peor que entre muchos animales). Desde luego, en el estado actual de cosas no se puede obligar a nadie a hacerse humano, pero la conducta antisocial debería ser sancionada y no dejada a "los derechos y libertades" en abstracto (¿los derechos y las libertades del zorro en el gallinero?). La guía tiene toda razón de señalar que es asunto de civilización o barbarie.

     También hay cosas que la tradición popular mexicana condena severamente, aunque se den en el pueblo. "Una forma particularmente perniciosa de la falsedad -dice la guía- es prometer algo y no cumplirlo, o prometer acciones en un sentido y posteriormente actuar en sentido contrario, es decir, faltar a un compromiso adquirido. Existe la traición a la palabra propia , y aún más grave, la traición a la confianza de los demás.". Desde luego que el tema es muy anterior a la llamada "etapa neoliberal" y conlleva una reflexión sobre cimientos culturales basados en la naturalización del engaño. No es cosa de sermón y queda por esperar al valentón que explique lo contrario: éso no se hace, también porque destruye sociedad y hace que prolifere la desconfianza y, en la palabra, el pago con moneda sin valor, por lo que al final la palabra no compromete a nadie a nada Hay algo que Maquiavelo no perdonaba: la traición. Hoy tiene lugar las más de las veces por simple conveniencia y sin que se repare en el significado moral del acto. Pero no faltará desde luego quien se reserve "los derechos y las libertades" de actuar a la pura conveniencia, en simple beneficio propio, y sin reparar siquiera en que se comete una traición.

     Finalmente, lo siguiente: no se debe humillar a nadie. Eso no se hace aunque se considere naturalizado e incluso deseable para hacer gala de poder entre tantos arrastrados entre los fuertes y fuertes con los débiles, también como parte de un problema cultural. Que salgan entonces los de los "derechos y libertades" a decir que se vale no agradecer nunca nada (porque rebaja, porque por poder todo les es debido), faltar a la palabra y humillar. Hay respuestas populares, como la siguiente, lejos de la venganza o el rencor y simplemente por justicia (da click en el botón de reproducción): cualquier persona de pueblo entiende, aunque no tome por ello el camino correcto, muchas veces a falta de la educación familiar y escolar adecuada,  lo que es pasar necesidad y en vez de recibir apoyo ser humillado y engañado con la palabra, y no nos hagamos porque es de lo más común y parte del "folclore de la filosofía local". No es asunto de "preferencias individuales". Es que, en la decencia común, hay cosas que no se hacen, por mandamiento, y da igual que lo recuerde el Estado, más si en la familia y en la escuela se ha llegado a la permisividad total y a tomar la "decencia común", que manda no hacer ciertas cosas, por signo de debilidad y falta de "libertad". En términos de valores, los dizque "demócratas liberales" ya no tienen leyes que prometer: sólo sus "normas consensuadas" por imponer y que no consiguen ir más allá de Isaiah Berlin y lecturas sesgadas de Hannah Arendt, como le ocurre a la revista Letras Libres.


 

     


domingo, 3 de enero de 2021

COSA DE DOS

 A la izquierda actualmente existente, incluyendo la latinoamericana, se le hizo fácil deshacerse del socialismo y el comunismo. No se defienden ni siquiera en Cuba, donde se prefiere seguir en la retórica antiimperialista. Ya se ha dicho, se creyó, sin pensarlo en realidad, que deshacerse del socialismo realmente existente debía salir gratis. El resultado es que quienes constatan que algo no va con el capitalismo no se atreven a mencionar una alternativa concreta. Intuyen que "no pasarán": se les dirá, si vuelven a hablar de socialismo o comunismo, que quieren lo peor para la gente, desde la escasez hasta el terror y la muerte de millones. Así que no salió gratis: no hay alternativa concreta qué levantar, por cierto que ni siquiera con China, país del que cabe legítimamente preguntarse qué tipo de régimen social tiene. En el fondo, es un lugar lleno de contradicciones.

     Y es que hay cosas por distinguir. Una es la experiencia socialista de décadas, por lo menos desde la Revolución de Octubre rusa de 1917. No sirve absolutamente de nada pintarla de rosa, como tampoco descartarla por completo porque supuestamente todo fue negro. No se hace éso ni con el capitalismo. La experiencia socialista fue contradictoria, y ahora hay más elementos para evaluar en qué lo era, a condición de atenderla y no negarla por completo, lo que un buen día el líder cubano Fidel Castro fue el primero en hacer, al decir en 1995 que "nadie sabía qué significaba exactamente la palabra 'socialismo'". Puede decirse que, en Cuba como en otros lugares, "socialismo" significa contradicciones, exactamente igual que ser de izquierda no exime de contradicciones (por ejemplo, declararse marxista y actuar como un señorito aristócrata, etcétera). Mientras no se quiera reconstituir lo ocurrido ni reconocer que la izquierda también está atravesada por contradicciones, no se puede ir mucho más allá de la reivindicación de lo que no sería en el fondo sino un "capitalismo con rostro humano".

      Como sea, nunca existieron regímenes comunistas. Hubieron países socialistas, con muchas contradicciones, encabezados por partidos que con frecuencia se hacían llamar comunistas (no siempre, por cierto). Como lo han sabido siempre en Cuba, no es lo mismo ser de izquierda que ser comunista. Un comunista no es "progresista", no es socialdemócrata, no es partidario del "buen vivir", no es cristiano ni seguidor del Papa Francisco. En 1961, un momento no especialmente bueno, se estableció de todos modos en la Unión Soviética un Código Moral del Constructor del Comunismo. No fue hecho para la felicidad de todos y ni siquiera del mayor número (éso es Jeremy Bentham, utilitarista, y no comunista): el código recompensa el trabajo consciente en bien de la sociedad, premia la ayuda mutua y al mismo tiempo el respeto recíproco entre los Hombres, la honradez y la sinceridad, la sencillez y la modestia en la vida social y privada, pero sanciona la injusticia, el parasitismo (la actitud antisocial), la deshonestidad, el arribismo y el afán de lucro.  No todos los seres humanos son iguales: no lo son el justo y el injusto.

      En realidad, estos valores no están tan alejados de lo que el escritor británico George Orwell terminara por llamar "decencia común", algo que permite "cifrar la esperanza en las personas comunes y corrientes que siempre han sido fieles a su código moral". Para Orwell, diríase que pese a 1984 o Rebelión en la granja, en la humildad y en el trabajo se forja una manera de vivir, un ethos. Se hace ley del trabajar, aprender, transmitir, desarrollar la solidaridad, la honestidad, la amistad, la hospitalidad, hacer el bien, no traicionar, no intrigar y poner estos valores por encima del dinero. Como en el Código referido antes, que habla por ejemplo de velar por la educación de los hijos, se trata en el fondo de lo que el capitalismo en su forma actual está haciendo desaparecer: la existencia de una deuda simbólica con los padres, los vecinos, los amigos, el prójimo, y con una dimensión constrictora, que fija, al igual que el Código, lo que no se puede hacer. Orwell creyó que esta decencia común seguía existiendo entre la gente común y corriente, con una percepción instintiva de lo correcto, pese a haber desaparecido de políticos y por cierto que también de intelectuales y gente en asuntos del "gran mundo", que cree que las cosas deben plegarse a su imagen y que la realidad debe ceder a sus deseos. Hoy, esa forma de "decencia" es algo que, por las características antisociales del capitalismo, ha desaparecido en estratos enteros de la sociedad, transgresores, para los cuales lo ordinario, sí, la decencia ordinaria (o lo que el Código llamó la sencillez y la modestia) no es más que alguna forma de tontería por despreciar. Atención, Orwell no postulaba una "superioridad de los pobres" y el Código Moral del Constructor del Comunismo indicó implícitamente contradicciones: para el escritor británico, se trata de que la gente que está dedicada al trabajo es más honesta que cuando ansía el poder y el reconocimiento. El Código no supone ningún reconocimiento al pobre si no trabaja, es deshonesto o parasita a los demás.

     En suma: no queda claro que todos vayamos en un mismo barco exento de contradicciones, ni siquiera por ser de "izquierdas", y sucede que, más allá de la igualdad formal, cuando existe (tampoco es la regla en el trato), el ser decente ordinario y el que busca poder, reconocimiento o estatus no son lo mismo, sino que se trata de opuestos, en conflicto, en resumen, en contradicción. Ni siquiera es asunto de ideología, aunque intervenga y mucho: lo es  básicamente de valores, aunque la mayor parte de las veces sean actuados sin ser dichos. Dentro de las izquierdas este problema debería ser planteado con toda claridad, y no en muy raros momentos de contrición. Igual para reflexionar (da click en el botón de reproducción).


 

viernes, 1 de enero de 2021

¿TRABAJO O CLASE MEDIA?

 Dado que se trata de proyecciones y del hecho de que el ser humano está facultado para actuar, aunque a veces o con frecuencia no lo haga, no es fácil adivinar el futuro económico, ni es de éso que se debería de tratar. Hay una crisis fuerte, sin duda, de origen previo a la epidemia del SARS-Cov-2 y que muchos califican como la más grave desde la Gran Depresión de 1929, pero hasta ahora no se habla de nueva Depresión. Falta por lo demás el intento del Foro Económico Mundial por echar a andar, so pretexto del virus, la "cuarta revolución industrial" de lleno.

      Lo que se sabe es que, hasta antes de la crisis, no había polarización económica entre el 1 % y el 99 %. Las cosas no son así, y hace no mucho lo que se llama por convención "clase media" se había convertido en poco más de la mitad de la población del planeta. El hecho es de 2018 y por ahora no es posible saber a ciencia cierta si la crisis afectará principalmente a dicha clase. Dato curioso, cerca de la mitad de esa clase media se encontraba concentrada en China (al mismo tiempo, este país tiene, después de Estados Unidos, el mayor número de multimillonarios y ya no tiene pobreza extrema -miseria-, aunque sí pobreza).

      Lo que la "cuarta revolución industrial" puede afectar es el mundo del trabajo, que muy pocos toman en cuenta, partiendo de una vieja idea del trabajo, confundido con el trabajo manual (y entonces el mundo del obrero o del campesino). El planeta tiene unos 7 mil 500 millones de habitantes. Dos mil 200 son niños (y los hay que trabajan). En el mundo existen 3 mil 300 millones de personas empleadas, por lo que, a simple vista y dejando de lado a los niños, el trabajo sigue siendo algo clave. Lo que llama la atención es que no haya más de mil 300 millones de personas con empleos formales (el 61 % de los empleados está en el sector informal, 2 mil millones de personas). Para quien crea que el avance tecnológico implica progreso social, no está de más señalar que lo que en 1970 se producía en 8 horas ahora se consigue en una y media, por lo que, en términos generales, la explotación de quienes trabajan no ha hecho más que agigantarse. Al mismo tiempo, se está cerca de tener el ejército de reserva (de desocupados) más grande en la Historia de la Humanidad. 188 millones de personas están desempleadas, 165 millones no tienen suficiente trabajo remunerado, y 120 millones han abandonado simplemente la búsqueda de trabajo. La presión sobre los trabajadores "incluidos" (formales) es muy fuerte, y es en estas condiciones que se quiere introducir la llamada "cuarta revolución industrial".

     No siempre debería partirse nada más de una clasificación por ingreso. Puede muy bien haber gente trabajadora, e incluso con trabajo formal, que forma parte de la clase media: hace rato que alguien como el filósofo francés Michel Clouscard explicó que "equipamientos" que llegan a considerarse propios de la clase media (el automóvil incluido) forman en realidad parte, en más de un lugar, de lo necesario para el trabajador explotado (un "chaleco amarillo", por ejemplo). Es probable que haya más explotados de lo que se piensa (pobres y explotados no son lo mismo), pero también menos productivos de lo que se cree, si se recurre a la distinción entre trabajo productivo y trabajo improductivo. Más explotación, más carga sobre quienes trabajan, pero también más parásitos y un inquietante y muy grande mundo de antisociales. En estas condiciones, el abandono de los intereses de los trabajadores puede querer decir también el giro de las prioridades hacia los más acomodados, una parte de la clase media y hasta formas del lumpen. No se presenta directamente así, pero en muchos países basta con ver la formas de las votaciones, con frecuencia muy divididas, para constatar que algo está pasando incluso más allá de izquierdas y derechas, entre quienes caen en lo antisocial y quienes, más ligados al trabajo, aspiran al rescate de algo así como la common decency (decencia común) a la que se refiriera alguna vez el escritor británico George Orwell.

     No queda claro por qué que, partiendo del ingreso y no del trabajo (productivo e improductivo), se tendría que estar siguiendo a Estados Unidos, y en particular a los Demócratas, en pro de una política a favor del "alma", la clase media. Se puede muy bien abarcar al mundo del trabajo desde los empleados pobres y los de ingresos mejores hasta - dentro de ciertos límites - los empresarios con sentido del trabajo y ajenos por ende a la especulación y la ganancia depredadora y fácil. No queda entonces claro por qué la izquierda se ha extraviado: la reivindicación del trabajo decente da para una alianza amplia, y no es asunto, a la china (si ha de seguirse al siempre errado en sus pronósticos profesor Heinz Dieterich Steffan), de colmar a una clase media que en el país asiático está por cierto muy ligada a privilegios partidarios y burocráticos, con una bonanza dudosa. En momento, para evitar seguir cayendo en la decadencia, se dirime entre quienes pueden aspirar a esa "decencia común" y quienes creen que igual es válido ser antisocial: los especuladores, una parte de la clase media y los marginales y lumpen. Cierto es que el mundo del trabajo es más precario, sobre todo desde la no calculada ni muy mencionada consecuencia catastrófica del derrumbe socialista: ha sido la posibilidad para las corporaciones de desplazar empleos a países en remate (y habría que ver qué papel ha jugado China en este fenómeno, aunque ahora la mano de obra sea más barata en Vietnam o Camboya). Como no podía ser de otra manera, lo que buena parte de la clase media (y de la izquierda clasemediera) vivió después de todo como un alivio largamente esperado resultó en un verdadero quebradero de cabeza para el mundo de los trabajadores. Que estén "invisibilizados" no quiere decir que no sean quienes sostienen a cualquier sociedad, en mayor o menor medida. Quien crea que se vive de la familia y no del trabajo no hace más que cometer un error, por lo demás típico de sociedades mafiosas. El hecho es que lo planteado por el marxismo y el comunismo sigue ahí: es, básicamente, la diferencia entre quienes aspiran a vivir de su trabajo, de preferencia decente, y quienes le han apostado todo al culto de la actitud antisocial, preparada desde la segunda posguerra o incluso antes pero que floreció a partir de los años '80 y se considera hoy hegemónica. El show sobre la supuesta "hegemonía de la clase media" y su "alma" debería encontrar límites, y no es porque se vuelve mayoritaria que la conducta antisocial se justifica. No todo el mundo puede ser el Estados Unidos que se fuma el Demócrata Joseph Biden, ni la bonanza que se fuman los privilegiados del partido y el aparato en China. También hay otras formas de vivir. Y lo puede recordar esta canción de Victor Jara (da click en el botón de reproducción).



FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...