El latinoamericanismo y más de un latinoamericano tienen con frecuencia una "idea" extraña de la política francesa, lejos del laicismo, el republicanismo y las conquistas sociales. La moda, ahora, es hacerle como Isabel Turrent, Jean Meyer y otros en México: pegarse del presidente Emmanuel Macron, colocado en el puesto por la alta finanza, para contrarrestar lo que es presentado erróneamente como el "fascismo" y la "extrema derecha" de Marine Le Pen, del Reagrupamiento Nacional (RN). Decir que fue puesto en el cargo no es ningún complotismo. Ya se ha probado que Francois Fillon, rival de centro-derecha, (Los Republicanos), escéptico ante la Unión Europea (UE) y contrario al multiculturalismo, fue sacado de la carrera presidencial con escándalos judiciales no muy claros y una Justicia corrompida, según lo denunció en un libro el abogado Regis de Castelneau, con pruebas. Por lo general, se tiene la "idea" de que un país desarrollado no puede ser corrupto, como si los negocios fueran garantía de limpieza. Los Demócratas en Estados Unidos muestran lo contrario, al grado de llegar a la estafa completa, pero que el mandatario estadounidense Joseph Biden lo sea no cabe en una cabeza del Sur.
De esta manera, un diario de mala fe permanente y torcido como el argentino Página 12 se entristece de que Macron haya sido recientemente abofeteado en público cuando el presidente francés hace rato que no tiene mayor idea de su investidura. ¿Alguien le conoce a Macron alguna política, en el sentido amplio del término? Ni siquiera se trata de éso, sino de hacer maniobras para estar en el "centro" inventándose extremos, uno de ellos Le Pen. Otra manera de hacerlo es pegarse de Jean-Luc Mélenchon, de la Francia Insumisa y ex socialista, o de lo que pueda quedar del Partido Socialista (PS), con añoranza de una personalidad tan hipócrita como la del mandatario Francois Mitterrand. A éste se le debe la ingeniosa maniobra de haber colado al entonces Frente Nacional para, a cada ocasión, blandir la amenaza del "fascismo" para recorrer el voto al centro. Ninguno de los provincianos que juegan así a la política, convertida en politiquería, como en Página 12, sabría en realidad argumentar por qué Francia debe estar o no estar en la UE. Para lo que está es para "maniobrar al centro" y acoger inmigrantes, sin reparar siquiera en cómo ésto último es el deseo de la patronal, no de los trabajadores presionados por este ejército industrial de reserva. Hay cosas todavía más lastimosas, como la atribución por Página 12 de un intento de asesinato contra el líder francés Charles De Gaulle a la Organización del Ejército Secreto (OAS, por sus siglas en francés), siendo que la intentona provino de la Central de Inteligencia Americana (CIA). Hasta ahora, estos provincianos, recogiendo el discurso libertario y antiautoritario sin preguntarse por su origen, no parecen haber reparado en que fue el gaullismo el que se opuso a Estados Unidos y le tendió con frecuencia la mano al Tercer Mundo. En cambio, los socialistas se han destacado por su afición a Washington, capital estadounidense, y tienen en su pasado más de una mancha colonial (como en Madagascar o Indochina, por ejemplo con Paul Ramadier). Los socialistas no resistieron contra la ocupación nazi, sino que algunos colaboraron, como el mismísimo Mitterrand, pero en realidad no es Francia la que cuenta, más allá de algunos estereotipos (La Piaf, "Charlot la Sensualité", los paraguas de Cherburgo y el amor en Pigalle, o Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir), sino "la maniobra al centro".
Después de todo, para más de uno el modelo pudo haber sido el periódico de izquierda Libération. No falta quien vea en la Comuna de París, de 1871, "los orígenes del totalitarismo" comunista, apoyándose para bibliografía, con elecciones siempre tan provincianas, en alguien como Jacques Attali. Después de todo, Attali, gran asesor de Mitterrand, fue mentor de Macron. Es Attali quien le recomendó a Mitterrand dejarse de izquierdas. Attali es el propagandista de lo que algunos llaman "neoliberalismo" y un europeísta al grado, como Macron, de estar dispuesto a pasarle encima a Francia. Pero desde luego que aparece como el campeón de la maniobra, sobreviviente de muchos virajes. Es todo lo que cuenta, y en particular la trayectoria de Francia como enésimo asunto de poder. He aquí a Attali (foto) cuando no está de simpático. Hay que saber estar al centro, incluso cuando el centro se ha recorrido. A la derecha, por ejemplo.