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miércoles, 9 de junio de 2021

MÉXICO: DESPUÉS DEL VOTO...

 Al fin puede haber noticias que permitan saber qué ocurrió en las elecciones mexicanas del 6 de junio pasado. La izquierda lo ignora y él también, pero no fueron los pobres quienes llevaron a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a la presidencia en 2018. Fue la clase media, que no constituye la mayoría del país, pero que no deja de ser importante, sobre todo cuando el país mismo se siente, al menos entre algunos de sus sectores, que es parte de "Norteamérica", para no decir que lo más similar a un Estado Libre Asociado, de tal modo que no falta incluso quien alegue que la "soberanía" es un refugio de demagogos. En realidad, no se trata de "soberanía", sino de pensar en el país para otra cosa que sacarle y exprimirle hasta lo último con tal de satisfacer el ego de origen colonial y extranjerizado. México fue el país de Santa Anna.

     Pues bien, mucho parece indicar que la clase media decidió darle la espalda a AMLO. De acuerdo con el periódico mexicano El Financiero, que para el caso cumple con una muy buena labor de encuestas, el lópezobradorismo perdió el 6 de junio el respaldo de gente con buenos estudios y ganó mayor apoyo de gente con menos estudios. La mayoría de la gente con estudios universitarios, que en 2018 fue la base del Movimiento de Regeneración Nacional (MoReNa), esta vez lo rechazó. El 50 % de esta categoría se fue con la alianza Va por México, de oposición (integrada por Acción Nacional, el Partido Revolucionario Institucional-PRI y el Partido de la Revolución Democrática-PRD), aunque cerca de 40 % se quedó con MoReNa.. Hasta cierto punto, lo que refleja la bipartición del voto en la Ciudad de México (mitad oeste para la oposición, mitad este para el oficialismo) es la fractura de la clase media, entre la más acomodada (en tendencia, hacia el oeste) y la menos acomodada (hacia el este). Esto ha sido algo constante en distintos países de América Latina con procesos de los autodenominados "progresistas". No son éstos que polarizan, sino que la polarización ya suele estar ahí, aunque el populismo (como el del PRI) suele aminorarla "repartiendo", al menos en apariencia. Como prueba, no está de más destacar el trato clasista y racista al que acostumbran las clases acomodadas y ricas en México. De igual modo, podría mencionarse que la mitad este de la Cdmx es por la cual entran a trabajar desde una de las partes más pobres del estado de México (Chalco, los Reyes-La Paz, Ixtapaluca, etcétera...) desde empleadas domésticas y albañiles hasta otro tipo de trabajadores. El flujo en sentido contrario no existe. Son los ayuntamientos mexiquenses más acomodados que se fueron con la oposición, y están al oeste de la Cdmx, desde Naucalpan hasta Cuautitlán; la coalición oficialista se quedó desde luego con la zona mexiquense más pobre, y por primera vez gobernará lugares como Chalco, Ixtapaluca o Netzahualcóyotl. No es que los acomodados paguen impuestos para subsidiar a los más desfavorecidos, habida cuenta de la política social de AMLO, y enseguida se verá por qué. Es que hay gente que no parece darse cuenta de que su riqueza, ya sea de manera directa o indirecta, se debe al trabajo de otros.

     El 55 % de la población que tiene apenas primaria votó por AMLO, cuando antes este grupo de la población se inclinaba por el PRI. El 36 % votó por la oposición. Lo que ésto querría decir es que el perfil de clase tiende a hacerse más nítido, aunque pueden seguir pesando entre algunos segmentos de la población criterios de elección personal, sobre todo que ni todo lo de Va por México es rechazable en bloque, ni todo el MoReNa es aceptable en bloque y ajeno a prácticas personalistas. De todos modos, la situación de 2018 para acá cambió: más desfavorecidos y pobres a favor de AMLO, más acomodados en contra. En 2018, casi el 50 % de quienes apenas tenían primaria votaban por partidos hoy de oposición.

     Quienes al estilo de la "señora" María Amparo Casar creían que las ayudas sociales estaban creándole la gran clientela a AMLO no parecen tener razón. Cerca del 40 % de la gente sin apoyos sociales votó por el oficialismo y, siempre según El Financiero, un 55 % de la gente con apoyos sociales votó por AMLO. No es la vieja maquinaria priísta, al parecer, salvo que no se recuerde cómo funcionaba ésta en sus buenos tiempos. Dicho sea de paso, las ayudas sociales pueden no estar funcionando como AMLO esperaría que funcionen, y no le aseguran un respaldo abrumador. Puede interpretarse de muchas maneras: desde que mucha gente no se deja comprar hasta que alguna sí, pero reservándose el voto a quien más le convenga, lo que el mismo AMLO aconsejaba para quienes en el pasado recibían "frijol con gorgojo".

     Las elecciones recientes admiten interpretaciones múltiples, sin dejar de seguir pautas básicas, hasta en las diferencias entre estados norteños. Más allá de especificidades, la división en clases es lo propio de cualquier sociedad capitalista y no habría que pedir la anulación de toda contradicción o todo conflicto en nombre de una unidad que, de existir, no podría ser entre fuertes y débiles. No es sencillo decir por qué las clases medias cambiaron de bando, aunque es su costumbre: ¿esperaban un mejor reparto de lo que una parte del PRI, la del grupo del seductor de la patria, se estaba quedando en exclusiva?¿Que el Estado de Bienestar volviera a ser el lugar de la movilidad social ascendente y no de la austeridad republicana?¿O algún juicio espectacular al antiguo régimen? ¿Los pobres reconocieron algo suyo en el lópezobradorismo?¿Hay gente que hubiera preferido, en lugar de un activista provinciano, no nada más un presidente con mayor investidura, sino que, a la usanza del PRI, se dedicara a arbitrar entre diferentes grupos de interés?

      Lo que no deja de ser notorio es la identificación, al menos muy clara en la Cdmx, de gente pobre con lo que no pasa de ser un proyecto de clase media, por fracturada que ésta se muestre. Se armará una enorme presión sobre un López Obrador algo extraviado -un juarista declarándose seguidor de Jesucristo- para que busque "recuperar hacia el centro" (léase hacia Marcelo Ebrard o su equivalente), aunque el mismo AMLO no esté del todo convencido y probablemente siga inclinándose por una "didáctica" que parece llegar a buena parte de los sectores populares, aunque a Elenita Poniatowska las mañaneras le parezcan que provocan "hartazgo" e "irritación y confrontación nacional". Si así fuera, la oposición, sobre todo la crecida a la sombra del seductor de la patria, no lo hace mejor: como paso previo a cualquier debate (que suele rehuir), se dedica a descalificar (quejándose de ser hasta "perseguida", lo que es un poco fantástico, puesto que no hace más que expresarse como le dé su "regalada gana"), al grado de señalar como "antidemocrático" a López Obrador, lo que es excluirlo del espacio público, suponiendo que lo haya (y en realidad no lo hay, aunque sí, en vez de autoridad, un laxismo que le permite a cualquiera decir, publicar, etcétera...absolutamente cualquier cosa, para impedirle a la gente ejercer el discernimiento). Siendo de clase media, el lópezobradorismo se ha vuelto, a pesar incluso de un López Obrador vacilante, más de sectores populares de lo que cabía esperar, y no es un problema fácil de resolver cuando la clase media y acomodada cree que el país le pertenece -a ella y a los Estados Unidos- y los medios de comunicación la tienen por la gran mimada. Digamos que el tiro le salió a AMLO, pese a todos sus intentos por evitarlo en nombre de la "república amorosa" para atraerse electores, lo que le dió el triunfo en 2018.

     Queda un asunto, y es que no hubo fiesta cívica ninguna: la participación fue de cerca del 52 %, lo que puede hacer pensar en la existencia  del apoliticismo hasta cierto cansancio con los políticos en general, a lo que abonarían todos los partidos. Casi la mitad de las personas que podían votar no acudieron a las urnas y cabe recordar que, tomando en cuenta el abstencionismo, AMLO no tuvo en 2018 más de un 34 % aproximadamente de los votos. El máximo de asistencia a votar se alcanzó en 1991 (cerca del 67 %), año que marcó una notoria -y última- recuperación del PRI. No se trató de consigna ahora: los votos nulos fueron mínimos (cerca del 3 %). Como sea, si la cabeza del lópezobradorismo va a seguir manteniéndose en la clase media, es de esperar que no deje solos a los sectores populares que son los que ahora tienden a apoyar el proyecto llamado de "Cuarta Transformación".




LO QUE HAY QUE TENER (THE RIGHT STUFF)

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