El surgimiento de un presidente como Nayib Bukele en El Salvador se debe en parte al hecho de que la oligarquía no tuvo tiempo de convertirse en verdadera burguesía, así que prefirió aliarse con el capital transnacional que, en el caso salvadoreño, para colmo suele ser colombiano (por lo demás, la moneda salvadoreña es el dólar). En el país centroamericano, el capital colombiano está metido por ejemplo en la telefonía (grupo Del Sur), los fondos de pensiones (AFP Protección), los seguros (grupo Sura), o la banca (banco Agrícola, banco de América Central). La oligarquía local se acantonó en la construcción de vivienda, centros comerciales y hoteles, luego de deshacerse de activos importantes en líneas aéreas (TACA), la cementera CESSA, la empresa La Constancia (cervezas, gaseosas, jugos, agua, etcétera...) y otras. Curiosamente, el grupo Simán, ligado al periódico digital El Faro, está metido en la construcción de viviendas, centros comerciales (La Gran Vía y Galerías), almacenes y maquiladoras, Estados Unidos decidió apostarle a esta oligarquía reconvertida a la alianza/fusión con capital transnacional, en un país que ya no es el del café y el algodón.
La burguesía emergente que enfiló con Bukele se encuentra en otros sectores: comida rápida, agencias de publicidad, procesamiento de basura, cultivo y exportación de azúcar, turismo.... La emigración masiva a Estados Unidos ha acompañado la crisis del café. Los sectores populares tienden a encontrarse ligados al comercio, el sector informal, y la industria maquiladora. Hace tiempo, desde que terminaba el conflicto armado de los años '80, el líder del Partido Comunista Salvadoreño (PCS), Shafick Jorge Handal, había afirmado que El Salvador se había convertido en un país de servicios. La informalidad podría alcanzar hasta casi el 75 % de la población económicamente activa. La clase media no representaría más que el 20 % de la población. En todas estas condiciones, y más a falta de aportes teóricos nuevos, es muy difícil ubicar a los grupos interesados en alternativas a la oligarquía, aunque finalmente logró abrirse paso la burguesía emergente con Bukele, llegando a estar dispuesta a roces con Estados Unidos, a mandar a volar a la Organización de Estados Americanos (OEA) y a tender puentes con China. No está de más señalar que Bukele ha asumido cierto liderazgo regional, al menos en el triángulo norte de Centroamérica (El Salvador, Guatemala y Honduras), llevando ayuda a Honduras, incluyendo vacunas contra la Covid 19. Bukele es mucho más popular en Honduras que el presidente de este país, aunque al mismo tiempo el presidente salvadoreño no ha hecho buenas migas con Venezuela ni con Nicaragua.
Al parecer, entre los defensores de "los derechos y las libertades", los "pesos y contrapesos" y La Gran Democracia no hay mayor preocupación por los vínculos de la oligarquía con negocios turbios: la ex primera dama Ana Ligia de Saca, por ejemplo, acaba de ser condenada a 10 años de prisión por lavado de dinero, durante la gestión de Elías Antonio Saca (de la ultraderechista Alianza Republicana Nacionalista, ARENA), precedida del malversador de donativos de Taiwán (Formosa), Francisco Flores (también de ARENA). La ultraderecha tenía hasta hace poco pactos con las pandillas ("maras") que no levantaron ninguna indignación internacional. Norman Quijano, ex asambleísta, ex candidato presidencial y ex alcalde de San Salvador, capital salvadoreña, está hoy prófugo y acusado de fraude electoral, pero también de agrupación ilícita, con pandilleros. Quienes les hurgan a funcionarios del actual gobierno el menor nexo con las pandillas -como a Mario Durán, actual alcalde de San Salvador, por asuntos de 2015- no parecen tan incómodos con las acusaciones formales contra Quijano. A juzgar por otro ex alcalde de ARENA en San Salvador, Ernesto Muyshondt, quien recientemente buscó la reelección, parecía la regla de la oligarquía pactar con la delincuencia, aunque también lo haya hecho a su modo, en la presidencia de Mauricio Funes, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, con "La Tregua". En todos esos tiempos, los actuales grandes críticos no tuvieron mayor incomodidad en ser gobernados por delincuentes. Dejemos de lado los fraudes: como lo han demostrado quienes apoyan en México a Acción Nacional, es cosa que no les importa demasiado, "haiga sido como haiga sido", y aunque lo haya reconocido alguien como el ex gobernador de Tabasco y acérrimo enemigo del presidente actual, Andrés Manuel López Obrador, el señor Roberto Madrazo Pintado. Que López Obrador sea legítimo y que Felipe Calderón sea ilegítimo no interesó, aunque desembocara en un claro narcoestado, algo que no es el caso del gobierno mexicano actual, salvo que alguien tenga pruebas de lo contrario. En fin, que se le ha estado hurgando a Bukele, desde un periodismo financiado y apoyado entre la oligarquía y el capital transnacional (George Soros y otros), lo que no molestó en ARENA. Primero delincuentes que soltar el poder, el micrófono o la pluma (o la cuenta de Twitter). En fin, como se estila decir en México, hay gente a la que le gusta ser amante de lo ajeno, o que en todo caso no lo nota cuando pudiera hacerlo.
Dicho ésto, la izquierda no tiene qué proponer por lo pronto más allá de los derechos LGBTTTIQ+, para estar a la par de El Faro conmovido por los trans y la homosexualidad entre maras, mientras está con el clan Simán y tocando a las puertas de Estados Unidos. Quien lo hubiera dicho que algunos sacarían del clóset al señorito -o tiburona d'Aubuisson- que llevan dentro, dicho sea en el sentido del oligarca y sus modos. Entretanto, Bukele ha seguido innovando, ya se sabrá si con riesgos o no, al introducir una criptomoneda con curso legal en El Salvador, para favorecer el envío de remesas (evitando intermediarios), y para la la inclusión financiera del enorme sector informal (70 % de la población salvadoreña no tiene cuenta bancaria). Iniciativas no faltan. Como Bukele tiene un 90 % de aprobación, está a decidir entre algo así como Norcorea, que es lo que debe creer cierta imaginación muy fértil, o delincuencia de cuello blanco+de marginales, dada la estructura social de El Salvador. Algo de folklore a la antigua de El Salvador (da click en el botón de reproducción y declárate prófugo en nombre de "las libertades").