Durante la segunda Guerra Mundial, Allen Dulles fue comisionado a Suiza por la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS, por sus siglas en inglés) estadounidense para velar por los intereses de Estados Unidos. Dulles, abogado, junto con su hermano John Foster, de grandes empresas alemanas desde finales de la primera Guerra Mundial, a través del bufete Sullivan & Cromwell, estuvo interpretando las cosas muy a su manera. En tratos con los nazis, encubrió en reportes a Washington, capital estadounidense, la deportación de judíos, de tal forma que no se supiera lo que estaba realmente pasando, trató de negociar rendiciones privilegiadas para altos jerarcas germanos y buscó conseguir que nazis se colaran al final de la contienda en el gobierno de Alemania Occidental. Políticamente, Allen Dulles debía servir al gobierno del mandatario Franklin Delano Roosevelt, pero los negocios dictaron algo diferente. Karl Wolff, un alto jerarca nazi en Italia, llamado "el burócrata de la muerte" y hombre de las temibles SS, escuadrones paramilitares al mando de Heinrich Himmler, se salvó gracias a la Operación Sunrise de Allen Dulles. Otro fue el coronel de las SS Eugen Dollman. Junto con James Jesus Angleton, Allen Dulles organizó la fuga de nazis a Latinoamérica y Estados Unidos terminada la segunda Guerra Mundial. El mismo Dulles organizó el robo de dinero de judíos víctimas de la guerra.
Llegó el gran premio: mientras John Foster se volvía secretario de Estado bajo el gobierno de Dwight Eisenhower, Allen se convirtió en el primer director de la Central de Inteligencia Americana (CIA), que se fundó entonces con un gran amigo del nazismo. Entre los golpes bien logrados por los Dulles estuvo la caída del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz en 1954. Ni siquiera se había producido la Revolución Cubana.
El "Estado profundo" estaba ya en acción, y a Dulles no le gustó en lo absoluto el discurso del senador Demócrata John F. Kennedy en 1957 contra el consenso de Republicanos y Demócratas en plena Guerra Fría, "contrario a los intereses del Tercer Mundo". No había mayor manera de oponerse a ese "Estado", que en 1962 trató de asesinar al líder francés Charles de Gaulle. Este iba en el mismo sentido de Kennedy: dar mayor libertad a los países del Tercer Mundo. Kennedy terminó sacando a Allen Dulles de su cargo en la CIA y la casa del ex director se volvió una caldera contra el mandatario. Dulles conseguía el apoyo de medios influyentes como The New York Times, The Washington Post o Time-Life.
Ruth Paine fue el ama de casa que invitó a Marina Oswald y Lee Harvey Oswald a vivir con ella en la ciudad estadounidense de Dallas (Texas). Paine estaba conectada con la CIA, las redes de Dulles y con la amante de éste, Mary Bancroft. John F. Kennedy fue asesinado por Lee Harvey Oswald (si fue él) en 1963 en Dallas. Dulles estuvo desaparecido en ese momento en un lugar secreto de la CIA, la "granja" de Camp Peary, al menos hasta que Oswald fuera asesinado por Jack Ruby. En un libro que nunca fue traducido al inglés (C´était De Gaulle/ Era De Gaulle), Alain Peyrefitte, quien fuera ministro de información de De Gaulle, cuenta que éste le hizo una confidencia: a Kennedy lo había matado la CIA. "Lo que le pasó a Kennedy es lo que estuvo cerca de pasarme a mi", agregó De Gaulle. El motivo que algunos han dado para el asesinato de Kennedy es que quería terminar con la incipiente guerra de Vietnam. Y éso que el Demócrata Kennedy no era ningún angelito, puesto que en 1961 había estado detrás de la agresión estadounidense a Cuba en Bahía de Cochinos, además de haber ascendido con los nexos de su padre, alguna vez admirador de los nazis, con la mafia.
El "Estado profundo" estadounidense sabe actuar. Y es el que puso al Demócrata Joseph Biden en la presidencia estadounidense de hoy. Allen Dulles lo hizo con Franklin D. Roosevelt: el "Estado profundo" sabe inducir a error. Los negocios siempre estarán primero, y con ellos la más férrea oposición a quienes se les opongan. Todo está en el juego, así derrames lágrimas (da click en el botón de reproducción).