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domingo, 3 de octubre de 2021

URSS: EL ANIVERSARIO QUE VIENE

 Como pronto se cumplirán 30 años de la desaparición de la Unión Soviética, es probable que más de uno se ponga a gritonear en los medios de comunicación masiva para recordar que "el experimento fracasó", que la democracia y el libre mercado tuvieron un gran éxito y que hay que adaptarse a la realidad.

     Pocos se han tomado la molestia de aprovechar que se abrieron múltiples archivos, aunque no todos, tras el desplome de la Unión Soviética, y no han faltado algunos que han hecho un uso selectivo de aquéllos. Los motivos de la caída de la Unión Soviética son varios, pero lo usual es que en los países capitalistas se prefieran las caricaturas, cargar las tintas y hacer lo necesario para que el escarmiento quede claro. No faltan académicos que se pliegan a los intereses de los medios de comunicación masiva, cuando éstos en realidad deberían tomarse la molestia de indagar en serio y recurrir entonces de otro modo a lo que se investiga sobre tal o cual tema, por ejemplo...en la misma academia, lugar de debates y no de verdades que deben ser "reveladas" por algún experto por-favor-dime-lo-que-quiero-oír.

     Al lado de unos pocos rusos, como Yuri Zhukov, son investigadores occidentales, con frecuencia estadounidenses, en marcado contraste con los británicos, los que han logrado tumbar el mito genial de los "horrores del estalinismo" que, nótese bien, ha servido dentro de la misma izquierda para descalificar cualquier asomo de reclamo de socialismo. Están los casos de Grover Furr, John Archibald Getty o Robert Thurston, por ejemplo. El trabajo con archivos permitió establecer hace rato que las cifras de muertos atribuidas al periodo en que Stalin gobernó en la Unión Soviética son falsas y muy alejadas de la realidad. Simplemente no hay "millones" de por medio, pero difícilmente los "mega" e "híper" sensacionalistas medios de comunicación masiva dejarán de serlo. La gracia es hacer un retrato muy freak de lo sucedido en tiempos soviéticos para, desde luego, consolarse y consolar al público: vivimos en el mejor de los mundos posibles y "no hay alternativa". Se premiará a cualquiera que persista como disco rayado en este aparente "sentido".

     Se pueden establecer algunos hechos incontrovertibles. Ante todo, no toda persona objeto de "represión" lo es por motivos políticos, por lo que no debería politizarse la delincuencia. Nadie diría que las cárceles mexicanas o estadounidenses están repletas de "represaliados" (!) políticos. Como sea, cualquier gobierno que desafía a las potencias capitalistas, para bien o para mal (tómese como se quiera para facilitar las cosas), suele ser objeto de acosos serios: están en América Latina los casos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, se tenga o no simpatía por ellos. Por los motivos que se quieran, no es raro que en medio de dichos acosos haya defecciones: a Hugo Chávez se le intentó dar un golpe de Estado armado, contra la vida de Fidel Castro se conspiró cientos de veces, Daniel Ortega se granjeó incluso la enemistad de su hermano Humberto (y la animadversión de varios antiguos comandantes sandinistas) y, si se quiere algo más ligero, en su época el militar panameño Manuel Antonio Noriega tuvo que aguantarse el golpe de Estado (fallido) de Moisés Giroldi y las defecciones tipo Roberto Díaz Herrera o José Isabel Blandón. Pongamos por caso que en los años '30 había descontento con Stalin en la Unión Soviética, por los motivos que se prefieran. Es legítimo pensar que más de uno quisiera pasar al acto para "tirar al tirano" (si se quiere poner las cosas así), al grado de aliarse con potencias interesadas en lo mismo para sus propios fines: la Alemania nazi, por ejemplo. En estas circunstancias, tampoco puede pensarse que todas las víctimas de la represión eran inocentes.

     Sobre todo en el año 1937, y en todo caso en una franja que va de parte de 1936 a parte de 1938, es completamente cierto que fueron enviados a trabajos forzados en el Gulag y eventualmente ejecutados muchos soviéticos inocentes. Atención, sí, inocentes.Es más: mucha de la gente que sufrió represión en esta etapa era fiel al régimen, por lo que parece tratarse de un terror absurdo y gratuito, lo que lo confirma como terror. Sucede al mismo tiempo que las conspiraciones "contra el tirano" eran probadamente reales. En el periodo mencionado, el encargado de esta represión fue Nikolai Yezhov, al frente del NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos). Lo que se ha podido probar, sin que nadie atine a un desmentido, fue que esta represión tuvo lugar a espaldas de Stalin, y con Yezhov, qué curioso, manteniendo contactos con el diplomático y militar alemán nazi Ernst Kostring (agregado militar en la Unión Soviética). Dados los planes que tenía la Alemania nazi para liquidar a la Unión Soviética, anunciados tempranamente por Hitler en Mein Kampf (Mi lucha), sería dudoso que el nazismo no buscara debilitar a los soviéticos bajo todas las formas en vísperas de la guerra, salvo que el nazismo no supiera hacer las cosas bien, y que no encontrara (otra vez, por los motivos que se prefieran) colaboradores en la Unión Soviética. Yezhov encontró cómo matar dos pájaros de un tiro: deshacerse de gente fiel a la Unión Soviética y a Stalin y, tratándose de inocentes, crear descontento o desconfianza hacia el mismo Stalin. Cuando lo que sucedía llegó a oídos de éste, ordenó parar inmediatamente, remplazó a Yezhov por Lavrenti Beria, las detenciones y ejecuciones se fueron a pique (se trata en todos los casos de hechos comprobables) y Yezhov, por lo demás bisexual y sodomita, fue ejecutado en 1940. Cualquiera que pueda está llamado a demostrar lo contrario y a establecer alguna versión de los hechos distinta que se sostenga, sin manoseos.

     Cualquier libro de texto occidental bien nacido era hasta hace poco capaz de afirmar que, en un tiempo récord, la política de Stalin convirtió a la Unión Soviética en una potencia, que en más de un aspecto sigue siendo (Rusia), sobre todo en lo científico-tecnológico y en lo militar. No se trata de idealizar nada, puesto que hubo años como el de 1937, ni de rehabilitar a nadie, ni de eximir al sovietismo de sus contradicciones. La derecha difícilmente se moverá de donde está, y la izquierda tomó hace rato el camino de declararse democrática a como dé lugar con tal de que "no la confundan". Tiene un precio negarse a reexaminar el pasado: no poder aprender de experiencias pasadas y andar moviéndose desde cero, la nada, tratando de "no repetir errores" sin saber a estas alturas ni de cuáles se trata. Pongamos un caso: ahí está Paco Ignacio Taibo II, director del mexicano Fondo de Cultura Económica, reivindicando trotskistas sin tener idea de que Trotski -ya está probado también- colaboró con los nazis. Nadie está obligado al culto a la personalidad de Stalin, pero no debe ser agradable encontrarse del lado del nazismo; es el caso también de quienes no consideran lo ocurrido a finales de los años '30 en la Unión Soviética más que a la luz del "terror del tirano", el "zar rojo" o cosas por el estilo. Para llegar a este estado de cosas hay que negar todo un contexto. Insistamos: hasta principios de los '80, ni los libros de texto de potencias capitalistas eran así de caricaturescos ni estaban muertos de miedo de ser tomados como partidarios de "gente fracasada".

     Igual es posible quedarse tranquilo a sabiendas de que la honestidad no ha desaparecido del todo, y que, sobre la base de intensos trabajos de archivo e historiográficos, es posible saber que quienes se equivocaron fueron los que siguieron al poder en todas sus volteretas y difícilmente podrían precisar qué rayos fue exactamente lo que se derrumbó en 1991. Los asuntos de "éxito" y "fracaso" son a la estadounidense y no aportan nada desde el punto de vista de la seriedad del debate, pero cualquiera tiene el derecho y la libertad de preferir vivir siendo estafado en permanencia, o estafando en permanencia. No es el caso de este blog.

 


 

 

LO QUE HAY QUE TENER (THE RIGHT STUFF)

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