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viernes, 22 de octubre de 2021

PERÚ: INTENTOS DE MEDIATIZACIÓN

 El gobierno del presidente peruano Pedro Castillo está sudando la gota gorda para mantenerse y evitar tal ofensiva de la oposición que declare la vacante presidencial y/o el no de la confianza a los ministros. Castillo ha tenido que deshacerse en parte (y nada más en parte) del ala radical, ligada al partido Perú Libre, que sin embargo, de acuerdo con su líder Vladimir Cerrón, no se convertirá en oposición.

     Una parte de la lucha tiene que hacerse contra un progresismo que ignora a Castillo, salvo para practicar contra él la inquina que ha demostrado por ejemplo el diario argentino Página 12. No se acaba al parecer de demostrar que la ultraizquierda, el activismo y una parte de las corrientes nacionales populares, cercanas a la socialdemocracia, coinciden en más de un punto con los autodenominados "demócratas liberales". Perú Libre ha criticado el hecho de que Castillo, al rehacer su gabinete, se haya decantado en parte por la izquierda onegeísta muy de moda en el mundo andino, y se trata de un onegeismo de origen estadounidense, pero no por ello Perú Libre le ha dado en masa la espalda al mandatario. Hay otros nombramientos (no oficiales), como el de Ricardo Belmont, llamado a asesorar "de palabra" a Castillo: Belmont es un crítico del "caviarismo" de una izquierda que se ocupa básicamente de asuntos a los cuales el mismo asesor se opone, desde el aborto confundido con un método anticonceptivo hasta el matrimonio igualitario, la vacuna contra la Covid 19 a toda costa, etcétera. La oposición tiene un dardo para todo, y ha estado destruyendo prácticamente toda propuesta de Castillo. Se podrá hablar de "los derechos y las libertades", pero hasta ahora, a falta de nueva Constitución, ni siquiera se puede consagrar en el Perú el derecho del pueblo a dos cosas tan básicas como la educación y la salud, para que dejen de ser "progresivas". Algo similar sucede por ejemplo en un país como México: en un lugar de "derechos y libertades", o en lo que la jefe de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, llama una "ciudad de derechos", no se ha asegurado el derecho del pueblo a un trabajo decoroso, que es el principio de todo. Tampoco se ha garantizado el acceso a la educación de calidad -muy maltrecha- y a una salud decorosa (ni siquiera se está pidiendo ser "como en Dinamarca", sino simplemente profesional). No queda claro de qué "derechos y libertades" se trata cuando tampoco se tiene derecho a la justicia ni a una plena seguridad, como lo ocurre a la gente de pueblo. Es decir: ni trabajo, ni educación, ni salud, ni justicia, ni seguridad. ¿De qué derechos y libertades se trata, si pueden preguntarle al perico o la cotorra que repiten este mantra?

     En estas condiciones, se necesitan de verdaderos malabares para distinguir entre los intereses populares, claramente bloqueados cuando aparece alguien como Castillo, y los de una clase media que le está con frecuencia "haciendo el favor" al pueblo porque se necesita una parte del mismo para salir del atolladero de la crisis que se interpreta como problema de subconsumo. El silencio guardado por el "caviarismo" sobre Castillo y sus dificultades es elocuente, y no hay que hacerse ilusiones sobre algún nuevo "latinoamericanismo" de México. Algunas iniciativas positivas de Castillo, como la de dejar de hostigar a Venezuela, se han pasado al silencio sepulcral, sin que se trate siquiera de admirar a un gobierno como el del venezolano Nicolás Maduro. Tampoco se ha dicho nada de la iniciativa de Castillo de hacer una "segunda reforma agraria", ya en marcha, y otra en ciernes, la de nacionalizar el gas.

     Castillo se ve obligado a hacer alianzas para poder gobernar, aunque se le empuja hacia el "centro" justamente para que no consiga gobernar y pase sin pena ni gloria, si es que no se cae. Esta manera de "empujar hacia el centro" está ocurriendo en buena parte de América Latina y teniendo resultados, como el de volver inepto al gobierno argentino de Alberto Fernández o tratar de sumir en la parálisis al lópezobradorismo en México, a la espera de una "moderación" pro-estadounidense con los candidatos Marcelo Ebrard o con Sheinbaum. Queda por ver hasta donde Castillo puede moderarse sin perder el sentido de lo que hace. Su popularidad no ha variado demasiado y lo cierto es que la inmensa mayoría de los peruanos, casi el 80 %, no quiere otra vacancia gubernamental.

     No hay ningún "giro a la izquierda" en América Latina que garantice un lugar para el liderazgo de los sectores populares, salvo excepciones como Bolivia y Perú (el asunto de que el líder boliviano es "originario" es totalmente secundario), y Estados Unidos cuenta con "semáforos alternativos": desde una derecha corrupta hasta un sector "Demócrata" del progresismo.

Un cumpleaños peruano (da click en el botón de reproducción):





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