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sábado, 20 de noviembre de 2021

MORIR COMO EN ENERO

 El muy buen escritor mexicano, Enrique Serna, no exento de pifias como su último libro (El vendedor de silencio), sabe de humor, pero agarra desde hace algún tiempo la costumbre de pronunciarse sobre política de tal modo que parece querer quedar bien -agregándole talento- para ganarse favores, sea en Letras libres o en Milenio. Para Serna, Cuba es una "dictadura" (lo que tal vez sea si se ignora el significado de la palabra), lo de hace algún tiempo fue "una insurrección cívica espontánea" (es muy fácil probar que fue en gran parte orquestada), las manifestaciones en la isla las reprimen "hordas de fascistas" de "pañuelos rojos" (ahora fascismo ya vale para absolutamente todo) y la molestia de los cubanos da en "una revolución de terciopelo" en ciernes (sería la segunda, después de que se conociera para quien lo deseara la forma de operar de la primera en Checoslovaquia, entre otras cosas con muertos inventados), a juzgar por el autor de "el miedo a la rosa blanca", que no deja de apreciar el arte que apoya al "movimiento social" cubano.

      Lo interesante en el texto de Serna es la idea -que lo es- de que los cubanos estarían dejando de ser súbditos para pasar a ser ciudadanos. Es una observación llamativa, hasta cierto punto, a reserva de que seguramente ignora algunas innovaciones de la más reciente Constitución cubana. Se supone que todos los ciudadanos tienen los mismos derechos y que son iguales ante la ley. De este modo, en vez de extraviarse poéticamente en asuntos que no conoce, Serna podría lanzarse a buscar el establecimiento real de la ciudadanía en México y en otros lugares de América Latina. En México, salvo que el asunto se resuelva simplemente votando (y por lo demás recordando que el respeto al voto es algo tan reciente que data apenas de 2018), simplemente no hay ciudadanos, porque la ley no opera para prácticamente nadie, salvo para los poquísimos que pueden comprársela y conseguir por ejemplo amparos para cualquier cosa. Serna puede ver cuántos delitos quedan impunes en México (94.8%, aunque la verdadera probabilidad de que un delito sea resuelto es del 0.9 %, considerando lo que no se denuncia), qué cantidad de gente está en prisión sin sentencia ni culpabilidad (42 % de los presos son inocentes) y cifras por el estilo: desde luego, en condiciones como las descritas no puede haber ciudadanía, por lo que se entiende que Serna habla desde un lugar que no es el de "los derechos y las libertades", México. Podría escribirse un pequeño artículo con algo de poesía -con todo y la muy martiana rosa blanca- para Brenda Quevedo Cruz, víctima de los abusos de poder interminables de la señora Isabel Miranda de Wallace, o para Israel Vallarta, casos que de manera inaudita el actual gobierno mexicano no ha conseguido resolver, mientras se lanza, con verdadera vocación de estilo estadounidense, a montar una Comisión de la Verdad que investigue la "guerra sucia" de 1965 a 1990. Hasta ahora, ni siquiera se ha conseguido aportar algo definitivamente nuevo sobre el caso Ayotzinapa. Es muy difícil de garantizar la erradicación de la corrupción, objetivo del gobierno de López Obrador, si se mantiene un "sistema" de Justicia como el actual, y con una "opinión pública" como la actual: mientras el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, no consigue terminar de demostrar que los gobiernos previos al actual se dedicaron al saqueo (de la "Estafa Maestra" a Petróleos Mexicanos-Pemex), la oposición está más empeñada en paralizar al mismo Gertz aprovechando sus errores (lo que jurídicamente se conoce como mala fe), como "presunto científico" y otros, aunque no todo es inventado. No deja de resultar alegre defender la gran autonomía de un Poder Judicial que simplemente no funciona, por no decir que no está más que de florero. ¿Que la oposición haya tocado el tema? Está más ocupada en poner orden en Cuba o en Nicaragua.

      Se pueden tomar otros casos. Cualquiera que eche una mínima mirada al modo en que han venido operando todas las dependencias encargadas de impartir Justicia en el Ecuador desde el periodo del anterior presidente, Lenín Moreno, puede darse cuenta de que en el país sudamericano el estado de Derecho simplemente no existe, por lo que puede pensarse que tampoco la ciudadanía. Si es un país demasiado pequeño, puede tomarse el caso de Brasil: la "puerta giratoria" es para todo el mundo. Lo espléndido de casos como el de Enrique Serna está en festejar, rodeado de súbditos (y esperemos que no de algo rayano en la esclavitud), que los cubanos estén pasando de súbditos a ciudadanos, en vez de masacrarse con algarabía en las cárceles, como acaba de volver a ocurrir en el Ecuador (dos motines con 190 muertos en lo que va del año en la Penitenciaría del Litoral). Si es lo que dice Serna, entonces Cuba se está adelantando a parte de América Latina, al menos, donde nadie sale en "60 ciudades y pueblos" a pedir por "los derechos y las libertades". En efecto, tal vez tenga razón Serna: vale la pena que una sociedad se ciudadanice y deje la servidumbre en un océano en donde ni siquiera puede hablarse propiamente de sociedad, porque impera la ley de la jungla. 

    Lo peor está en afirmar que "(...) los herederos del castrismo se aferran a sus privilegios de casta con métodos propios de Fulgencio Batista": muy bien, que se le aplique a cualquier opositor al gobierno cubano lo que el régimen batistiano le hizo a Abel Santamaría. Es de dudarse que "alguien" como Serna lo sepa. El cantautor cubano Silvio Rodríguez le dedicó esta canción (da click en el botón de reproducción) a quien le quemaron los brazos y le vaciaron el ojo para mostrárselo a su hermana. Se reta a quien quiera demostrarlo a que lo haga, o se está hablando por hablar: que el gobierno cubano tiene este tipo de prácticas.



     

EL BALBOA QUIERE DÓLAR

 No queda claro por qué algunos se lanzan a anunciar triunfos imposibles: como era de prever, la candidata popular Maribel Gordón obtuvo en ...