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sábado, 6 de noviembre de 2021

AMLO: LOS "NUEVOS DERECHOS"

 El asunto no fue muy lejos, aunque alguien preguntó por ahí: "¿qué está pasando?". Con la franqueza que lo caracteriza y que pareciera costarle incluso -según sus propias palabras- problemas en casa, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador declaró que, mientras se saqueaba al país, se tomó por costumbre poner por delante los "nuevos derechos": derechos humanos, feminismo, ecologismo...y derecho de los animales (no humanos, se entiende).

      No es "liberal" la defensa de "los derechos y las libertades", aunque no falten quienes se hagan pasar por "demócratas liberales", sino que es más bien el estilo establecido en 1948 por Naciones Unidas, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. No se le hacía demasiado caso al tema hasta que empezó a ponerlo de moda el aparentemente bonachón presidente estadounidense James Carter en los años '70 del siglo pasado. La deriva se debió en buena medida al hecho de que este tema fue utilizado para incomodar al sovietismo; deriva, en el sentido de que la Declaración mencionada se redujo con frecuencia a sus componentes meramente políticos y jurídicos.

     No se podía invocar el lado "social" porque lo resolvía mejor el sovietismo, pero ya es otra época. Lo que dice el artículo 25 de dicha Declaración es: "toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad". Puede que lo resuelva la agenda 2030, pero desde 1948 el asunto va lento: hoy, casi la mitad de la población mundial vive en la pobreza.

     El artículo 23 de la misma Declaración reza: "toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo". El 60 por ciento de la población económicamente activa en el mundo, unos dos mil millones de personas, está en el sector informal. El 75 % de la población empleada en el mundo (el 75 % de los trabajadores) carece de un empleo estable: minicontratos, contratos cero hora, trabajos informales. En el "subempleo"o el desempleo disfrazado, o con un mal empleo, siempre con el riesgo de ir a parar en algo peor: la inmensa mayoría de la población económicamente activa no tiene un trabajo satisfactorio. Sólo una cuarta parte de los trabajadores a nivel mundial tiene un contrato que no es temporal o de corta duración.

     Aparte de lo dicho, cualquiera puede hacer lo que le venga en gana: tener libertad de opinión, de expresión, de pensamiento, de reunión, de conciencia, de religión, de circular libremente por el planeta, de presunción de inocencia, a la igualdad ante la ley, de no ser torturado, de no ser sometido a nada ultrajante y, al ritmo que se va, de fornicar con quien le apetezca, ya se sabe, siempre y cuando no se dañe al otro, al menos sin su consentimiento (puesto que el sado-masoquismo ya no es considerado como una enfermedad o un trastorno de la personalidad).

       El artículo 29 se menciona poco: "toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad", suponiendo que aún se trate de ello y no de no quedarse atrás como parte de la enajenación de masas, no vaya a ser que a alguno lo castiguen por sensato.

      Vayamos un poco más lejos. Alrededor de un quinto de la población mundial se lleva el 90 por ciento de la riqueza. Lo que está en boga no es acabar con la extrema riqueza, que ofende muy poco; tampoco terminar con la pobreza -es mucha, la verdad-, y menos aún garantizar trabajos estables (al parecer, vuelven a la gente floja). Se trata de "reducir la desigualdad".

      Pareciera que este discurso destinado a parchar temporalmente las cosas está destinado a una franja muy especial de la población mundial, que podría ser ligeramente mayoritaria. La hipótesis de otros estudiosos es que el 85 % de la población mundial vive en realidad por debajo de la línea de pobreza de los países desarrollados de Europa y Estados Unidos: con 30 dólares al día o menos, en "pobreza moderada" (son alrededor de 12 mil pesos mexicanos al mes). Se puede tomar el asunto como se quiera: o poco más de la mitad de la población es de alguna u otra forma de clase media, o hasta las tres cuartas partes del planeta están en "pobreza moderada". Se trata de un mercado no desdeñable y de una bonita manera de autopercibirse: con la dicha de no residir en India, Nigeria, el Congo, Etiopía o Bangladesh, que concentran la mitad de la pobreza mundial. Si además de ciertas posibilidades de consumo hay "derechos y libertades", pues qué mejor. Que el precio a pagar sea un trabajo de porquería con atrofia de la personalidad y una calidad de vida ni siquiera entendida, tal vez no importe. Dicho de otro modo: en términos de ingresos, siempre hay esperanza, aunque en términos de trabajo, de personalidad y de "nivel de vida adecuado" no haya mayores derechos de nada ni tampoco verdadera libertad, salvo la del precariato generalizado. Todo está permitido, aunque nada sea posible. Hay temas que para los adalides de "los derechos y las libertades", entre quienes se incluye buena parte de la izquierda "derechohumanitaria" (porque no llega a "derechohumanista"), están simplemente en una realidad alternativa, o en India, Nigeria, el Congo, Etiopía y Bangladesh. La izquierda progresista está cumpliendo con los Derechos Humanos, en la medida en que una existencia no muy conforme a la dignidad humana "será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social", según la Declaración. Pero no es un camino que ofrezca alternativas sólidas de trabajo, personalidad y decencia en la calidad de vida, si bien hay líderes conscientes de esta necesidad y que han propuesto, para los de en medio, una "honrada medianía" que no les apetece, por decirlo de algún modo. Prefieren sucedáneos y coinciden todos, eso sí, en la opulencia de los "nuevos derechos".

¿Me entiendes, Méndez? (da click en un botón de reproducción no editado, por favor...)


 


     

     

FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...