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viernes, 12 de noviembre de 2021

MÉXICO: QUIÉN CONSTRUYE Y QUIÉN DESTRUYE

 Una de las cosas más sorprendentes de la oposición actual en México es su carencia de ideas, y ni se diga de ideas propositivas o constructivas. No es asunto exclusivo de la oposición: el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador llegó al gobierno en 2018 con un programa en más de un aspecto pobre, muy notoriamente en cultura y educación, temas que distaban de tener alguna importancia. Ese programa había sido coordinado por el empresario Alfonso Romo.

     En el caso de la oposición, ya se ha sugerido que lo suyo es descalificar, en particular al presidente, con un notorio encono, y sin que falte lo rayano en el insulto. No hay en la oposición programa de nada, como por cierto, según lo señaló en su momento el centro izquierdista Cuauhtémoc Cardenas, tampoco destacó el lopezobradorismo por tener proyecto de nación. Esta visión estaba ausente en el programa coordinado por Romo. Es el resultado de un capitalismo que no tiene por objetivo pensar,sino” ganarse a la gente”. Hasta la fecha, no queda claro qué hacen en en el lopezobradorismo Secretarias como la de Educación Publica o la de Cultura, sin ser las únicas ineficaces. Pero si en estos casos impera la inercia, en la oposición se trata de destruir todo si construir nada: absolutamente todo - y a diario- lo que hace López Obrador resulta ser negativo, cuando no la actuación de alguien que, dado por “ fuera de la realidad”, no puede entonces sino representar un peligro. Esta es la forma de hablar de la oposición: junto con descalificarlo todo, ver “ peligro” en todo lo que no sea ella misma, porque fuera de “ la democracia” y “ los derechos y las libertades” no hay más que el camino al Gulag. Llega al grado de que ex priistas ( del Partido Revolucionario Institucional, PRI), como la señora Beatriz Pages Rebollar, u otros inspirados, creen que México está en las garras bolivarianas o en la imitación del llamado “ grotesco” gobernante nicaragüense Daniel Ortega, siendo que en realidad (tal vez bajo la influencia del canciller Marcelo Ebrard) son ya por lo menos dos ocasiones en que Lopez Obrador se acerca, digamos que con total imprudencia, a los Demócratas estadounidenses y su presidente Joseph Biden: con la propuesta de una unión abiertamente panamericana (de todo el continente) ante la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños ( Celac) y con un reciente discurso en Naciones Unidas con creencias similares a las de Biden. Para más señas, los “ bolivarianos” del lopezobradorismo ya se han decantado abiertamente por el estilo californiano de la jefe de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. Si la oposición confunde Berkeley con Caracas, tal vez esté en un problema, y por cierto que no muy distinto del que aqueja a…los propios bolivarianos, a juzgar por su manera de otorgar, salvo excepciones, el Premio Libertador a cuanta moda culturalista se atraviesa.

     La oposición destruye y destruye como si no se hubiera percatado de que no ha gozado del favor popular: actúa como quien no ha perdido el poder -que ciertamente está en disputa-, para lo que se apoya en los medios de comunicación masiva, sobre todo, y en los más recalcitrantes círculos de negocios. Con dicha destruccion, no se trata nada más de “tomarle la medida” al presidente y hacerlo aparecer como “ mandatario de fantasía” ante una opinión pública a fin de cuentas inexistente; se trata de mostrar, puesto que no hay ninguna propuesta alternativa detallada, que no tiene caso buscar luchar contra la corrupción porque, después de todo, “ la corrupción somos todos”, como dijera alguna vez Rius. Es por “ no compartirla” que el presidente mexicano es estigmatizado como alguien extraño, ajeno, con pretensiones de omnipotencia ( nosotros los “ falibles” le entramos, porque es parte de la naturaleza humana o de la condición humana, supuestamente) y de “ moral” (cuando de lo que se trata es de ética). Es necesario destruir para demostrarse a sí mismo que no se han hecho opciones equivocadas ( lo que por lo demás puede sucederle a cualquiera), y para eludir por lo demás el riesgo del criterio propio: no es que “se está conmigo o contra mi”, sino que se persiste en “ se está con nosotros o contra nosotros” repitiendo todos lo mismo en lo que no deja de mostrar el gusto clientelar, ni siquiera mayormente ocultado. Política de grupos y endogamia, pues, como herencia de haber crecido a la sombra del populismo priista. Casi todos en la oposición repiten al unísono, sin que falte quien en el coro parezca tener voz propia, pero nunca realmente con un “ solo”, porque “el que se mueve no sale en la foto”.La diferencia, como quiera, existe, aunque no la noten a veces ni siquiera los mismos izquierdistas: búsquese a quien tiene propuestas constructivas y a quienes tienen la negativa a todo, hasta el encono, lo que crea ambientes patológicos, como si hubiera algo de anormal en el conflicto y todo debiera ser la gran armonía, aunque Lopez Obrador busque supuestamente sembrar la discordia (es posible preguntarse como un escritor como Enrique Serna puede hacer gala de tontería, o de la soberbia intelectual contra la que hizo un libro). A ver si funciona lo que Fernando Benitez mostraba magistralmente en “ El agua envenenada”: en el pueblo se ha lanzado el rumor de que se quiere envenenar a la gente, y se prepara un linchamiento. No es que en el lopezobradorismo todo esté bien: es que la oposición parece salida de Canoa o algún pueblo poblano por el estilo. Se rumora que se quiere envenenar el alma de la gente, y se prepara un linchamiento ritual, sin que importe mayormente quién es quien.




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