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jueves, 18 de noviembre de 2021

CAPITALISMO CON BENDICIÓN

 El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, acusado por su manejo de la epidemia de la Covid-19 de "genocida" por el líder izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, nunca suprimió el programa estrella del segundo, Bolsa Familia, que ayudó a algunos millones de brasileños a salir de la pobreza extrema y la pobreza, y tuvo resultados, no demasiados, en materia de combate a la desnutrición infantil y para la educación. Apenas ahora se planteó cambiar dicho programa por otro, Auxilio Brasil, que durará por lo pronto hasta 2022. Bolsonaro sostenía que Bolsa Familia era, para el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, una manera de comprarse los votos de los pobres. Lo llamativo es que ahora es Bolsonaro quien está acusado exactamente de lo mismo de cara a las elecciones brasileñas de 2022.

     Bolsa Familia es algo que fue celebrado por ejemplo por el Banco Mundial. No falta algún representante del gran capital, como lo es el presidente estadounidense Joseph Biden, que no deje de recurrir a medidas de ayuda para los más pobres. Y a su modo, en síntonía con Biden (quien también propuso cambios en los impuestos), el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador propuso recientemente ante Naciones Unidas este tipo de transferencias a escala planetaria. Lo particular de López Obrador es que aspira a que estas ayudas sociales lleguen a la gente pobre sin que haya intermediarios, de tal forma que se minimice el potencial uso clientelista del dinero.

     Lula hizo las cosas de lo más contradictorias: Bolsa Familia junto con permitir la acelerada desindustrialización de Brasil. López Obrador no es ajeno a contradicciones similares: desde el principio del sexenio ha sido advertido de que las ayudas sociales no resuelven para nada los problemas de fondo de la economía mexicana, aunque hay algo más de novedoso: el dinero sale, en principio, de lo ahorrado en el gobierno al lucharse contra la corrupción, lo que no era el caso de programas sociales de gobiernos anteriores. Es muy pronto para juzgar de los resultados de esta lucha, que también ha emprendido a su modo el presidente salvadoreño Nayib Bukele, expresando que "si nadie roba alcanza para todos". El hecho es que, hasta ahora, en México el programa estrella es el de ayuda para los adultos mayores. No es seguro que otros programas estén funcionando tan bien y entre los peor evaluados están, por cierto, los que tienen que ver con las Universidades del Bienestar Benito Juárez.

     Este tipo de ayudas, como este tipo de insistencia en el "bienestar", no deja de tener un origen keynesiano, aunque el Estado no esté despilfarrando para financiarlas. Esto quiere decir que, de manera indirecta, se trata de evitar que no se caiga el consumo porque se vería perjudicada entonces la iniciativa privada, que no tendría a quién vender. Lo que queda claro, y le ha sido señalado desde el principio a López Obrador, es que estos programas sociales no resuelven ningún problema de fondo, aunque si solventan el consumo en medio de una prolongada crisis capitalista. Como sea, las ayudas tampoco son sensacionales en sus montos, antes al contrario, ni existe orientación clara sobre el modo en que se pueden usar, lo que sí es en cambio el caso de Bolsa Familia, por lo que mejoraron indicadores de nutrición y educación (Bolsa Familia condicionó la ayuda al recibimiento de educación). Pese a la eliminación de intermediarios, las ayudas sociales en México no conllevan ninguna orientación para su uso: un estudiante "becado" puede por igual comprarse libros que gastarse lo recibido en cervezas. No es el caso de El Salvador, dicho sea de paso, donde el gobierno ha estado orientando el gasto hacia infraestructura vial, reparación de escuelas y construcción de hospitales, por ejemplo.

      Jair Bolsonaro llevó a cabo durante un tiempo de la crisis sanitaria la renta básica universal. Esta idea la promueven desde el Foro Económico Mundial de Davos, explícitamente temeroso de protestas sociales, hasta el muy gentilmente caritativo Papa Francisco. No queda muy claro por qué -como sucede con la ayuda a los adultos mayores en México- se universaliza en vez de focalizar, y tampoco está entonces claro por qué se debería restarle a quien lo necesita para darle a quien francamente no lo necesita. La creencia que subyace, "derechohumanitaria" llevada al terreno económico, es que todos los seres humanos son iguales porque toda vida es en sí misma respetable, lo que es jurídicamente cierto, y de manera muy abstracta: no se puede colegir que no haya diferencias de fondo (más allá de las que están de moda: de género, raciales, incluso de ingreso...) que lleven a poder distinguir entre un ser humano realmente humano y otro inhumano, aunque sea por el hecho de llevarse una parte de riqueza que no ha para nada creado y que, en este sentido, no debiera pertenecerle, por el solo hecho de ser propietario privado. Es "el valor de la persona humana" al margen de toda consideración ética, de palabra y sin tomar en cuenta hecho alguno, mucho menos si es social. No cuentan las diferencias basadas en el trabajo, en el esfuerzo, en el mérito, en los valores, etcétera, sino que toda vida es igual a otra por el simple hecho de ser vida, "condición humana", "naturaleza humana": para el caso, se le podría dar la misma ayuda social a un productor que a un parásito, el mismo trato a un verdugo que a su víctima, el mismo gusto a un libertino que a un decente, hasta caer en lo que ya se pregona desde hace rato, contra la posibilidad de hacer juicios de valor: no existe manera de discernir y por este motivo algunos programas de ayuda social e ideas como la de una renta básica universal empujan en el sentido de perder el discernimiento, por la creencia de que fuera de "la vida" en general no existe ningún patrón de medida, mucho menos socialmente establecible, que pueda fijar un "más allá" de cada individuo por separado.

     Hay etapas por las que pueden pasar países subdesarrollados, sin que les hagan mayor mal, pero de lo que se trata es de buscar salvar al capitalismo. Hay que observar quiénes proponen la renta básica universal. Así sea -como debe ser- con bendición papal. !Salud!


 


FANÁTICAMENTE MODERADOS

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