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domingo, 23 de enero de 2022

RUSIA: RESPONSABLE, ¿PERO A CONCIENCIA?

 Seguramente no haya nada más erróneo que creer en la crisis generada alrededor de Rusia que los protagonistas saben exactamente lo que hacen. Estados Unidos y sus "socios y aliados" (no deja de ser llamativa esta manera de hablar de "aliados" cuando no se está en guerra formal con nadie) calculan, pero no forzosamente piensan. La verdad es que todo revela la prevalencia de asuntos de negocios: si Rusia hace tal o cual cosa, "pagará un precio", o tendrá "fuertes costos" (antes al menos se decía: "sufrirá las consecuencias"). No es el caso de Rusia, que ha heredado el universalismo soviético y quiere paz, pero no parece entender con qué clase de gente tiene que vérselas, al pedir garantías que, formalmente al menos, no son todas exigibles. En rigor, las repúblicas ex soviéticas son libres de irse con el "socio y aliado" que mejor les plazca. Rusia no puede pedir que Bulgaria, Rumania o Ucrania decidan como los rusos prefieran. Es como si la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) le dijera a Rusia con quién puede aliarse o no en la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), que incluye también a Belarús, Armenia, Kazajistán, Tayiquistán y Kirguistán

     Dentro de Rusia, no faltan las imprudencias. El Partido Comunista de la Federación Rusa reclamó el reconocimiento de las "repúblicas populares" de Donestk y Lugánsk, en el Este ucraniano, pero sería el preámbulo a la anexión y contravendría en este sentido los Acuerdos de Minsk, a los que por lo pronto se ha aferrado Rusia. Ya ha sido bastante con el paso, atención, legítimo pero ilegal de la anexión de Crimea en 2014. En el fondo llega a aparecer por momentos cierto chovinismo panruso y la idea de resuscitar, a falta de ideología clara, reivindicaciones de siglos como la que hizo el presidente ruso Vladimir Putin sobre el "origen común" de rusos y ucranianos desde tiempos de la Rus de Kíev. El terreno no debería ser el de los vínculos "ancestrales". No debiera tratarse de seguir caminos como los propuestos por un Alexander Duguin, por ejemplo, y resuscitar en el Este y parte de la costa sur de Ucrania la "Nueva Rusia" de tiempos zaristas.

     En la Web con agencias de noticias y medios de comunicación masiva occidentales reina un clima irrespirable. Nadie, por ejemplo, sugiere que Ucrania haga el favor de cumplir con los Acuerdos de Minsk. Cualquiera repite hasta caer rendido que "la amenaza rusa" o que "Putin lo uno y lo otro" sin reparar en que hasta el momento el país que está siendo "invadido" -de armas y entrenadores militares provenientes del exterior - es Ucrania (90 toneladas desde Estados Unidos, más armamento desde los países del Báltico y del Reino Unido), mientras que Rusia no ha hecho más que ejercicios militares dentro de su país. A decir verdad, tal vez no se equivoque Serguei Lavrov, canciller ruso, cuando dice que Occidente practica algo así como un "kamasutra político": ensaya hasta las más extraordinarias posiciones contra Rusia. La suplantación de los valores por el cálculo y la geopolítica en la coyuntura hacen proyectar sobre Putin y los rusos lo que pudiera ser, en realidad, cierta dificultad de los occidentales (a quienes suele sumarse alegremente el primer ministro japonés de turno) para ver más allá de sus narices e intentar comprender lo que tienen enfrente, fuera del análisis costo/beneficio. Todas las "movidas” están contempladas en este kamasutra geopolítico.

    Los anuncios de Putin sobre la superioridad armamentística rusa desde 2018 no parecen ser blofeo, en particular en materia de armas hipersónicas, pese a que Occidente se ha hecho de la vista gorda, e incluso pese a lo que sugiere un militar ruso como Leonid Ivashov, en el sentido de que cualquier "juego nuclear" no conduciría más que al suicidio en el marco del START III. De todos modos, es poco probable que, más allá de recurrentes provocaciones de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), o de las que hay en el Donbás contra la población rusófona (hacia la región se han desplazado miles de efectivos ucranianos y milicias neonazis como las de Sector Derecho), con la eventualidad de lograr un casus belli ("motivo para la guerra"), Occidente le esté apostando a un conflicto armado de gran envergadura. El lapsus del presidente estadounidense Joseph Biden sobre una "incursión menor" rusa (que podría ser, llegado el caso, una provocación de las de "falsa bandera",como se las conoce) para imponerle a Rusia "costos severos" y "daños significativos", dice mucho: lo que se busca es imponer sanciones económicas y financieras, eventualmente con la creencia de que la Federación Rusa puede hacer implosión, el viejo sueño Demócrata desde la época del presidente estadounidense William Clinton. Y de paso, evitar que Rusia y la Unión Europea (UE) estrechen lazos.

     Países de la Unión Europea son los principales socios de Rusia, que les suministra petróleo y gas, lo que Estados Unidos pretende venderles a los europeos de ser necesario. Alemania, Italia y Francia están entre los principales proveedores de Rusia, mientras que Alemania y los Países Bajos son los que más le compran a Rusia, después de China. El 40 % del gas y el 26 % del petróleo importados por la UE provienen de la Federación Rusa. La UE ha mostrado que no tiene tanta prisa como Estados Unidos en cortar todos los lazos con los rusos. Lo que Washington, capital estadounidense, acaricia desde hace décadas, por lo menos desde la administración de Ronald Reagan, es sabotear cualquier acercamiento entre Rusia y la UE, antes Comunidad Económica Europea. Lo que está menos claro es lo que busca Rusia, si acaso todavía buscara separar a europeos de estadounidenses. En todos los casos, los europeos se juegan el pellejo sin mayor conciencia, al parecer: Estados Unidos Unidos pelea hasta el último europeo, y podría ser que más de un país de la UE sea blanco de Rusia. Un conflicto armado en Ucrania metería en aprietos a Europa, suponiéndose que alguien quiera tragarse este país en bancarrota y corrupto. Rusia no, de seguro. Lo único que Moscú, capital rusa, no tiene muchas ganas de ver es misiles a cinco minutos de casa desde territorio ucraniano, colocando en dificultades las defensas antiaéreas rusas.

     Más allá de los errores que pueda cometer Rusia al pedir lo que Occidente no puede darle, o al esperar saltarse también las leyes del capitalismo, llama la atención que los mismos occidentales no tengan capacidad de discernimiento, o parezcan no tenerla, salvo que se les aparezca el "costo" o el "precio a pagar": basta con ver un mapa, suponiendo que algún occidental lo haga, para observar quién amenaza a quién, en algo anhelado desde muy temprano en la época de la Guerra Fría, y bajo el supuesto de que ésta haya concluido en algún momento. Estados Unidos y sus "socios y aliados" de ninguna manera van a soltar lo mucho que han ganado. Al parecer, han estado esperando más, provocando al territorio ruso de Transnistría, colindante con Moldavia, y obligando a tratar de "sellar" la frontera del Asia Central ex soviética con Afganistán.

     Una de las cosas que puede hacer Rusia es dejar de lado su telecracia y ocuparse de restaurar una cohesión social que no va del todo bien, para limitar las posibilidades de implosión. Lo sucedido recientemente en Kazajistán no deja de ser una advertencia. Al mismo tiempo, si no hay indicios contundentes de que Ucrania no será utilizada de plataforma para agredir a Rusia, ésta puede volver a recurrir a lo legítimo pero ilegal e intervenir en el Donbás, o terminar por apuntar armas directamente a Ucrania. Es simpático ver cómo los estadounidenses arriesgan a otros para beneficio propio, trátese de europeos o ucranianos, en medio de la indiferencia de la población del mismo Occidente, incluso convencida de una supuesta invulnerabilidad.

     La propuesta rusa es sencilla, aunque los occidentales no respetan ni el Derecho: o por la ley, porque no hay ninguna y Estados Unidos y sus "socios aliados" desconocen las existentes, o por la fuerza, con múltiples opciones entre las cuales no hay que descartar sorpresas. Rusia no está socialmente de lo mejor, pero tiene para ser autosuficiente, en particular en materia de industria militar, En caso de "sanciones del infierno", Rusia puede absorberlas: cuenta con grandes reservas (las cuartas del mundo) y no depende de inversiones estadounidenses, al estarse deshaciendo desde hace varios años de Bonos del Tesoro estadounidense. La apuesta de que dichas sanciones pudieran debilitar en extremo a Putin no es obvia. Lo que sí puede suceder es alguna fuga de capitales por la cual haya menos estorbos de oligarcas.

     La verdad sea dicha, los occidentales se creen muy ingeniosos: están jugando a "cara, yo gano; cruz, tu pierdes". Pero las fisuras se pueden entrever cuando hablan de "incursión menor", cuando ofrecen "garantías por escrito pero secretas, por favor" o cuando, la verdad sea dicha, no pelearán mayormente sino hasta el último neonazi ucraniano. Queda más ingenio: el de los latinoamericanos que creen que el pleito es con China, apreciando al "tamaño", cuando desde que era vicepresidente Biden lo anunció con Rusia. Si no hay ley posible, se estará más cerca de llegar a las manos. Rusia está haciendo lo que puede con responsabilidad, aunque no equivalga a hacerlas siempre a conciencia. Tal vez haya llegado a su límite el tiempo de los sacrificios, y tampoco se los puede pedir a buena parte de la población rusa para salvar a unos cuantos y su telecracia.Queda el cantante georgiano Vajtang Kikabidze (da click en el botón de reproducción). Con playita del Indico.




 


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