Estados Unidos se tomó los sucesos de Kazajistán, en Asia Central, con toda calma, limitándose a decir generalidades. Los había previsto desde diciembre.Si se observa bien, pese a la intervención militar de la OTSC (Organización para el Tratado de Seguridad Colectiva), en la que participa Rusia, en lo inmediato este país no fue amenazado de nada, ni de más sanciones. Kazajistán tiene fuertes vínculos a la vez con Rusia -hay muchos rusos que habitan en el país centroasiático, tres millones sobre un total de 19 millones de habitantes- y con China. Meterse brusca y visiblemente era cohesionar a rusos y chinos, y por si no quedara todavía claro, a reserva de lo que ocurra en el largo plazo Estados Unidos no calcula abrir los dos frentes a la vez.
Y es que, además, el hasta hace poco líder kazajo desde 1991, Nursultán Nazarbayev, ex primer ministro del Kazajistán sovietico y ex primer secretario del partido comunista de Kazajistán, se encargó de tener tan buenas relaciones con Estados Unidos que enviaba anualmente a miles de estudiantes (cinco mil) a estudiar en este país.
No hay casi país de entre las ex repúblicas soviéticas que logre ahorrarse el culto a la personalidad del burócrata ex comunista de turno, al grado que Astaná, la nueva capital de Kazajistán, fue rebautizada Nur-Sultán, y en algo de mal gusto, el partido de Nazarbayev fue llamado Nur- Otan, aunque quiera decir “ luz de la patria”. Nazarbayev tuvo por 30 millones de dólares como asesor al ex primer ministro británico Anthony Blair.
El Asia Central ex soviética, al igual que parte del Caúcaso (notoriamente Azerbaiyán), se precipitaron en un doble movimiento: de "americanización" y refeudalización, hasta donde la Unión Soviética habría logrado erradicar los arcaismos de estos países. No es tan seguro, puesto que eran el epicentro de escándalos de corrupción en la época soviética de Leonid Brezhnev, y Azerbaiyán ya tenía cierta fama por sus mafias, algo que curiosamente no incomodaba demasiado a los soviéticos, a juzgar por su amor a la película "El brazo de brillantes". En Kazajistán habían ocurrido disturbios en 1986 cuando el líder soviético Mijaíl Gorbachov quiso erradicar la corrupción del partido comunista local, que encabezaba el muy popular Dinmujamed Kunaev, gran amigo de Brezhnev. En los disturbios recientes se tenía en la mira la congregación en el monumento Jeltoksan y en el monumento al Holodomor kazajo, de Almaty, ambos de carácter ultranacionalista y antisoviético y basados en mentiras.
Apenas se salvaron del culto a la personalidad Armenia y Georgia, y a Estados Unidos no le incomodó de ninguna manera tratar con los ex burócratas del partido enriquecidos Aliyev, Karimov o Nazarbayev. A ver a qué hora terminan de contar cualquier cosa: si Estados Unidos trató con un Nazarbayev, en el gobierno de 1991 a 2019, también lo hizo en Azerbaiyán con la dinastía Heydar e Ilham Aliyev, padre e hijo, habiendo gobernado papá Heydar de 1969 a 1982, en plena época soviética, para repetir de 1998 a 2003 e irse a morir en Cleveland, Ohio, en Estados Unidos, mientras hijito Ilham se perpetúa de 2003 hasta hoy. Ningún problema: la mejor estación de la Central de Inteligencia Americana (CIA) por el rumbo, y capaz de inmiscuirse en golpes contra el presidente estadounidense Donald Trump, está en la capital azerí, Bakú. Suman 13 años de papá soviético más cinco años de papá antisoviético, 18, más 18 del hijo, totalizando 36 sin que nadie hable de "autocracia" ni de "autoritarismo" ni del exhuberante culto a la personalidad de Heydar Aliyev. El uzbeko Islam Karimov fue presidente de "su" país en tiempos soviéticos, de 1986 a 1991, y luego en tiempos antisoviéticos, de 1990 a 2016, desligándose de Rusia (Uzbekistán no es parte de la OTSC).
Más que en Rusia, los burócratas centroasiáticos del partido dejaron crecer a oligarcas que acabaron ligados al crimen. A Rusia le ocurrió (baste recordar al nefasto Boris Berezovski), pero en buena medida los metió en cintura. A Kazajistán se le escapó uno a delinquir en Francia. Mujtar Ablyazov malversó fondos por siete mil millones de dólares e hizo transferencias de dinero a Estados Unidos gracias a la hermana de aquél, que reside en Fairfax, Virginia. El esquema de lavado de Ablyazov incluía 110 empresas, en Chipre, las Seychelles, las islas Vírgenes y lugares por el estilo. Huyendo de Kazajistán, Ablyazov llegó a Inglaterra y luego a Francia para terminar de "refugiado político" y creando "organismos defensores de los Derechos Humanos" como Open Dialog. Todo viene a cuento porque los disturbios recientes en Kazajistán tenían un número de centro de coordinación en Kíev, capital ucraniana, y en este lugar se encontró a Ablyazov, quien salió al aire en un canal local a llamar al derrocamiento del gobierno kazajo. El lema fue "Shal! ket!", o "!viejo, vete!", en alusión a Nazarbayev, pese a que ya no es presidente. Es Kassym-Jomart Tokayev. Ya entrados a volver a costumbres locales, en las protestas se reivindicó la poligamia y el nacionalismo, contra los rusos.
Hay dos ingredientes más en los disturbios que deben ser mencionados, más allá del hecho de que se habló de disputas entre "clanes" por el poder, lo que ya ha sucedido en otras ex repúblicas soviéticas de Asia Central, como Kirguistán y Tayikistán:
-Algunos policías fueron degollados. Esto se interpretó como un mensaje del islamismo y de terroristas eventualmente procedentes de Afganistán. El islam es la religión predominante en Kazajistán.
Por otra parte, hay empresas estadounidenses como Chevron y Exxon trabajando en Kazajistán, con el control del yacimiento de petróleo más importante (Tengiz) y del oleoducto del Caspio. Las protestas por el alza del precio del gas, retirada, arrancaron en el suroeste del país, justo donde están dichas transnacionales (Janaozen, Aktau, en Mangystau).
En vísperas de encuentros entre Rusia y Occidente para pedirle al segundo que deje de acercarse de manera ofensiva a territorio ruso, por lo visto no se quiso envenenar más el ambiente con denuncias directas contra los involucrados desde el exterior en disturbios que cobraron una forma muy violenta en la antigua capital kazaja, Almaty, ubicada al sureste del país y muy cerca de China. No está de más señalar que en varias de la ex repúblicas soviéticas Estados Unidos -el primer país en reconocer la independencia kazaja en 1991- ya ha ganado el pulso, como ha sucedido en Azerbaiyán, pero también en Ucrania, desde luego, en los países del Báltico y en Georgia. Hace poco, la "revolución de colores" estuvo cerca de repetirse en Belarús, donde Alexander Lukashenko había estado haciendo piruetas algo parecidas a las de Nazarbayev. Cada quien deberá hacer su parte de reflexión, si es posible: Estados Unidos podría estarse equivocando sobre la naturaleza del actual régimen ruso o del bielorruso, como los ex soviéticos no tienen ni la menor idea de cómo se las gasta el imperialismo. Más de uno añora lo que era gratis en la época soviética, y otros creen que meterse en la boca del capitalismo no tiene consecuencias, en lo que Belarús, a diferencia de Rusia, es una excepción. Es de señalarse porque la siguiente es la visión que un estadounidense tiene de un kazajo, y no es broma, puesto que se promocionó la película "Borat" como "historia de un periodista de Kazajistán", donde la población tiende a tener rasgos turco-mongoles: