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domingo, 30 de enero de 2022

GRANDEZA O PEQUEÑEZ

 El abandono de la curiosidad tiene consecuencias en un mundo periodístico que ya difícilmente investiga y que, peor aún, se ha puesto a hablar sin entender claramente lo que dice, con tal de no hacer más que especular y obtener alguna ganancia, traducida en rating.

      Recientemente, en el periódico mexicano Milenio, Rafael Pérez Gay, periodista hermano del extinto José María Pérez Gay, germanófilo de confianza del actual mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador, lamentó (el hermano acostumbraba repetir en las páginas de La Jornada las mentiras en boga sobre Yugoslavia y los serbios): "Echeverría ha cumplido cien años y nadie lo juzgó". Seguramente un apellido permita afirmar cualquier cosa sin consecuencias. El ex presidente Luis Echeverría fue llevado a juicio bajo la presidencia del derechista (Acción Nacional) presidente Vicente Fox: aquél fue detenido por crímenes del pasado, se le dictó auto de formal prisión y estuvo bajo arresto domiciliario. En 2009 fue exonerado de los cargos y recibió la libertad absoluta. Es falso lo que Rafael Pérez Gay escribe, en el sentido de que a Echeverría "nadie lo juzgó".

     En este mismo tenor de linchamiento, ya es costumbre inveterada y casi lugar obligado para los peregrinos decir algo contra Stalin. Siempre en Milenio, Alfredo Villeda escribe "El testamento de Stalin" y, apoyado en "grandes" investigaciones occidentales (y olvidando entre ellas la de Anne Applebaum sobre el gulag), afirma: "Jrushov (sic), Beria, Malenkov, Bulganin, Kaganovich y Ordzhonikidze, o la mayoría de ellos, movieron al viejo líder a un sofá y durante las primeras doce horas lo único que hicieron fue tiempo para velar armas y asegurarse de no ser apuñalados por la espalda". El texto se refiere al momento de la muerte de Stalin, en 1953. Sergó Ordzhonikidze murió en 1937. Al parecer, no importa. En este mismo orden de cosas, para deslindar la ciencia de la ideología, el señor Jean Meyer, amparándose en "don" Antonio Lazcano (!), recuerda el "caso Lysenko" en la Unión Soviética (la "ciencia proletaria" de un genetista) olvidándose de mencionar que científicos con orientaciones contrarias a las de Lysenko pudieron recibir el Premio Stalin.

     De vez en cuando pueden leerse textos más o menos interesantes de Héctor Aguilar Camín. Sin embargo, también es posible constatar que se lanza a hablar de lo que no sabe, y sin tomarse la pena de averiguar. Hace algún tiempo, en las páginas de Milenio, describió a las dictaduras sudamericanas de los '70 apoyadas por Estados Unidos, incluyendo a Perú. Resulta que este país tuvo ciertamente una dictadura militar, la de Juan Velasco Alvarado, pero reformista y antiimperialista, además de algo cercana a la Unión Soviética. Poco importa: el apellido tal vez lo salve todo. A los pocos días, en el mismo periódico, el mismo Aguilar Camín, sumándose al coro de los apologetas del presidente chileno Gabriel Boric, festejó su "claro tránsito hacia el centro" en vez de hacer alianza con los comunistas, aunque en realidad Boric mantuvo esta alianza y nombró en su gabinete a tres comunistas, incluyendo a Camila Vallejo como portavoz de la presidencia, además de Jeannette Jara y Flavio Andrés Salazar (Bienestar y Trabajo y Ciencia y Tecnología). No es tan infrecuente encontrarle errores a Aguilar Camín cuando se pone a hablar de la realidad internacional. La conoce poco, mal y es de lo más provinciano.

     Pasemos sobre la jauría sin representatividad alguna que está terminando de empequeñecerse atacando a López Obrador: este no encabeza más que a "canallas", "miserables" o, como expectoró el cada día peor políticamente escritor Enrique Serna (desconoce de política, salvo para prestar servicios: tal vez necesite el dinero), una "caterva de rufianes". Después llega José Woldenberg y dice que López Obrador los está insultando.

      Es una lástima que la izquierda no se tome el trabajo de debatir con estos "demócratas liberales", aunque una excepción es la del argentino Atilio Borón con el escritor Mario Vargas Llosa en El hechicero de la tribu, más allá de que Borón tenga sus propias formas de desbarrar. No todo es descartable en dichos "demócratas": conocen bien el "sistema", aunque eligieron jugar sus reglas y no el camino de la autonomía profesional. Cada uno a su manera, no están exentos de nepotismo, clientelismo, endogamia y defectos del pasado parecidos. Cuando ya se trata de contradicción, olvidan que, como lo sugiere Jesús Silva Herzog Márquez, la democracia es en principio "la casa de la contradicción", y llegan a la bajeza en la descalificación. Habrá ocasión de verlo, el problema de la intelectualidad de izquierda es similar, y parecida también la manera de anular toda posibilidad de debate. De todos modos, cuando se está en las cercanías de la política y en exceso de los medios de comunicación masiva, no se puede estar en todo y leer e indagar al mismo tiempo. De ahí que lo ofrecido al público, si se trata de éso y no de escribir para quedar bien arriba y ganarse favores, se empobrezca. Lo mismo ocurre cuando Borón se pone al servicio completo de la Revolución Cubana y pasa por la adulación a algunos de sus funcionarios. En todo caso, verdadero debate hay poco, aunque algunos "demócratas liberales" lo han hecho a su modo, incluyendo entre otros a Silva Herzog Márquez, Jorge G. Castañeda, el mismo Enrique Krauze (por ejemplo en Redentores) o Rafael Rojas. No es licencia para decir cualquier cosa, sin mínima relación con la verdad bien entendida. Para estos "demócratas liberales", existía hasta hace poco algo así como "el mejor de los mundos posibles". Ya habrá ocasión de ver cómo la intelectualidad de izquierda le apuesta en cambio al famoso "lo bueno de ésto es lo malo que se está poniendo". A veces la vida no es muy seria en sus cosas, parafraseando a Juan Rulfo.

     La foto no engaña: están también Gabriel García Márquez, Carlos Monsiváis  y Elena Poniatowska.


 


LO QUE HAY QUE TENER (THE RIGHT STUFF)

 La Internacional Progresista (IP) del político Demócrata estadounidense Bernie Sanders se ha tragado a buena parte del progresismo latinoam...