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miércoles, 21 de septiembre de 2022

RUSIA-UCRANIA: A CADA QUIEN, SEGÚN SUS NECESIDADES

 El presidente ruso, Vladimir Putin, impresiona a muchos, para bien o para mal, pero habla como si lo nacional-popular fuera el resultado decadente de haber pasado por el socialismo de Estado. De aquí que hasta hace algún tiempo, a juzgar por las librerías rusas, más de uno se preguntara por qué el líder soviético Leónid Brézhnev no pudo convertirse en un Putin. La Constitución soviética de los años '70 ya había preparado la adulteración al remplazar el poder de obreros, campesinos y trabajadores intelectuales por algo tan vago como "el pueblo" ("Estado de todo el pueblo"). Así creció Putin. Hoy se lanza a rescatar ni más ni menos que mil 160 años de historia nacional, a discurrir sobre "la riquísima cultura rusa" (como otros no salen de la "grandeza cultural de México") y los valores que hacen del ruso "un gran pueblo único" (!), como si todos los pueblos del mundo no se creyeran únicos. A la hora de abordar el asunto de los valores, Putin menciona la familia (igual que en México, y como si no fuera uno de los grandes valores de la mafia) y se avienta a emular el Código del Constructor del Comunismo: la fidelidad a la verdad y la justicia, la ayuda mutua y el deseo de hacer el bien a los demás, lo que difícilmente se le ocurriría a un habitante de un país capitalista. Es lo que queda del sovetismo, con un pequeño aderezo religioso de misericordia y compasión.

     Lo que tal vez deba tomarse más en serio es la herencia de potencia, construída por el socialismo, aunque se quiera negar. Cuidado: Putin dice "no es bluf" cuando habla de defender los intereses nacionales, y a los occidentales les convendría seguramente no equivocarse sobre este punto, mientras el mandatario ruso sueña con un mundo multipolar inventado por una casa financiera, Goldman Sachs.

      Si la sociedad rusa no va de lo mejor, Occidente tampoco. Después de la desintegración de la Unión Soviética, se empezó a soñar desde los años '90, con la administración Demócrata Clinton, con "reventar" a la Federación Rusa, por lo menos en tres partes, según se le antojaba al fallecido "halcón" Zbigniew Brzezinski. Ahora no faltan quienes buscan que la "implosión" se traduzca por la separación de 20 regiones: Es lo que patrocinan los servicios secretos occidentales en espacios como el "Foro de Pueblos Libres de Rusia", que tuvo lugar en julio en Praga, capital checa. China no es el motivo, sino que lo son las ambiciones del imperialismo sobre las gigantescas riquezas de Rusia y el anhelo de "decapitar" el único poderío nuclear capaz de enfrentar y superar a Estados Unidos, por lo que algunos líderes occidentales no terminan de renunciar al chantaje nuclear contra los rusos. Importa un pepino: la primera ministra británica Liz Truss puede decirse lista para "pulsar el botón nuclear" en medio de la indiferencia total de occidentales convencidos de que "no les tocará". A la dizque "opinión pública" occidental le tiene sin cuidado Ucrania, como lo demuestra la total falta de seguimiento a los inventos de Bucha o Kramatorsk. Lo único que hay que hacer es mostrarse mundano cuando la coyuntura lo amerita y decir algo sobre el "autócrata" Putin. El seguimiento es tan malo que algunos creen llegada "la hora de Ucrania" (como el mexicano Héctor Aguilar Camin, bastante ducho para ostentar su ignorancia). Pese a todo el apoyo occidental, Ucrania perdió ya a la mitad de los dos mil mercenarios en su suelo y las fuerzas armadas ucranianas han tenido 100 mil bajas, de las cuales 61 mil mortales (contra cerca de seis mil rusos). El problema es que el número de bajas representa la mitad de las fuerzas armadas ucranianas . En fin, tal vez sea bajo el mando de Aguilar Camín que la otra mitad de las fuerzas armadas ucranianas pueda hacer algo más serio que contar con grupos neonazis y con la población civil como escudo.

     Considerando los referéndos en Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón para sumarse al territorio ruso, queda la dificultad de "sellar" una larga línea de separación de mil kilómetros y evaluar hasta dónde llegan los ánimos occidentales de provocación, que pueden prolongar las dificultades y obligar a Rusia a medidas más fuertes. Por lo demás, los occidentales desinformados y la izquierda no entienden que Estados Unidos no es un país dirigido por tontos: tuvieron mucho cuidado de no seguir a "Nancy la loca" (Nancy Pelosi) en su aventura por Taiwán y el presidente estadounidense Joseph Biden acaba de reiterar que respeta el principio de "una sola China" China ha entendido muy bien que debe seguir su propio juego, evitando, a diferencia de Putin, nombrar condenándolos los designios imperialistas contra la Federación Rusa. China también calcula, seguramente para admiración de muchos, así sea sin convicciones. Muy glorioso o confiable no es. Algo de jolgorio "totalitario" (da click en el botón de reproducción).



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