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jueves, 29 de septiembre de 2022

RUSIA-OCCIDENTE: ¿QUÉ HORAS SON, MI CORAZÓN?

 En estos días se acusó al presidente ruso, Vladimir Putin, de amenazar a Occidente con un ataque nuclear, cosa que el mandatario no hizo, sobre todo que su discurso fue sacado de contexto. Las cosas volvieron a calentarse sobre el tema. No se ha hecho notar demasiado lo siguiente. Al principio del ataque a Ucrania, se mostró temor por la central de Chernóbil, pero las tropas rusas, en conjunto con ucranianos, la aseguraron de tal modo que  el tema ni volvió a ser tocado. Luego estuvo el asunto de la gran central nuclear de Zaporiyia, también asegurada por los rusos, en medio de intentos ucranianos por atacarla. Putin autorizó que dicha central fuera inspeccionada por expertos internacionales.

     El asunto puede parecer menor, pero hasta hace cierto tiempo se daba por sentada la llamada Destrucción Mutua Asegurada (MAD, por sus siglas en inglés), lo que implicaba que ninguna de las súperpotencias, Estados Unidos o la entonces Unión Soviética, pudiera ganar una confrontación nuclear. Estados Unidos aprovechó el colapso soviético para establecer otra doctrina, la llamada de "Primacía Nuclear", reservándose el derecho a dar un primer golpe nuclear devastador y esperando no recibir respuesta. En este sentido estaba avanzando el sistema de escudo antimisiles en Polonia y Rumanía. Cuando el hoy extinto Mijaíl Gorbachov todavía estaba al frente de la Unión Soviética, ésta se comprometió a no ser la primera en usar el arma nuclear, compromiso que la contraparte estadounidense no adoptó. Debería ser suficiente para intuir que Estados Unidos no dejó de calcular una "decapitación" nuclear de Rusia. En los últimos tiempos, no han faltado algunos que se pronuncien por un golpe nuclear contra los rusos. La creencia estadounidense en la "Primacía Nuclear" fue introducida desde 2006. Para cerrar el tema, Estados Unidos sabe que no puede contar con este tipo de golpe: el sistema de "manos muertas" ruso lo impide (es un sistema por el cual desde Rusia se lanzarían ataques nucleares contra Estados Unidos de manera automática así estén todos muertos en los centros de mando rusos). Desde este punto de vista, vigente, un ganador no es posible, y Occidente no juega si no es a ganar, porque ningún capitalista le apuesta a perder o a suicidarse.

      En su reciente discurso, Putin se refirió a otra cosa, de manera explícita: la posibilidad de que el territorio ucraniano (sólo el 20 % está hoy ocupado por Rusia) sea utilizado como plataforma para intentar agredir o provocar a Rusia. La doctrina militar rusa contempla todos los recursos de defensa en caso de amenaza a su integridad territorial. Tal vez no llegue a la agresión directa, pero Ucrania puede ser utilizada para instalar armas de largo alcance contra Rusia, incluyendo armas nucleares para chantajear. En este caso, podrían ser atacados o amagados blancos rusos tan cercanos como Crimea o el Donbás y parte de la Novorossiya, que acaban de decidir anexarse a Rusia. Rusia se vería obligada a apuntar a Ucrania o, si Occidente llega muy lejos en el chantaje nuclear, a usar armas nucleares tácticas que alcanzarían puntos clave -Pentágono incluido- sin que los satélites occidentales puedan detener el ataque preventivo, habida cuenta de lo que más de un occidental no quiere considerar, la supremacía militar rusa desde 2018 gracias a las armas hipersónicas. Estados Unidos lo sabe: es por ello que el presidente estadounidense, Joseph Biden, no tuvo mayor cosa que decir al preguntársele sobre un posible ataque nuclear ruso, por lo que es más probable que se siga arriesgando a los ucranianos. Si Estados Unidos no es muy aficionado a ver llegar féretros de soldados a casa, es probable que la perspectiva de ver llegar un bombazo nuclear al Pentágono sea todavía menos graciosa. Putin aseguró no estar fanfarroneando. Biden no. 

     Tal vez buena parte de la población occidental tenga algo que aprender: no es muy válido ni sólido creerse invulnerable a costa de buscar en la indiferencia generalizada -nadie lo denuncia- la extinción de un Estado por agresión. La otra cara de la moneda es que los rusos no parecen terminar de creerse cómo se las gasta un imperialismo que no saben detectar. Al asunto le falta, pero ni será la Tercera Guerra Mundial, ni el fin de la Humanidad, aunque algunos extraviados lo prefieran a tener que aprender un poco o a responder por las consecuencias de sus actos. Ucrania ya prácticamente perdió el Donbás (salvo una parte de la región de Donetsk en disputa) y la Novorrosiya. Putin no parece querer un conflicto con Ucrania, así suene raro, por lo que no ha avanzado a Odessa y hasta el Transdniéster, pese a los acelerados del Este rusófono ex ucraniano y otras mentes calientes en Rusia. Lo que no queda claro es qué fuerza podría llevar a Estados Unidos y sus "socios y aliados" a dejar de alentar las provocaciones ucranianas, que algunos calculan poder llevar hasta el chantaje nuclear contra la Federación Rusa. En fin, algo viejito soviético (da click en el botón de reproducción).



     

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