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miércoles, 6 de noviembre de 2024

YA LLEGAMOS A DONDE ÍBAMOS

 Jair Bolsonaro, ex presidente de Brasil, y el mandatario salvadoreño, Nayib Bukele, se equivocaron al felicitar antes de tiempo a Donald J. Trump, triunfante en las elecciones estadounidenses. La elección no ha sido calificada. Se trató de un triunfo que no impide que Estados Unidos sea un país dividido en el voto popular, prácticamente partido a la mitad. La candidata Demócrata, Kamala Harris, pudo haber sido la candidata de los hippies californianos, los cosmopolitas neoyorquinos, los marihuanos de Colorado (estado donde es legal la "plantita") y alguna que otra cosa más. Desde los años '90, salvo en un paréntesis, se ha impuesto la alianza entre los libertarios y los grandes negocios transnacionales contra el Estado y la nación, y es esta ala la que ha terminado por dividir a la gente, no candidatos como Trump. No es propio de la tolerancia llamar "motivo de división" el desacuerdo.

       Lo interesante del triunfo de Trump es que muestra la reacción de un país donde hay gente exhausta por el deterioro moral impuesto por los libertarios y el económico por los grandes negocios transnacionales, que no solo traen "bienestar". No se trata nada más de un asunto antimigrantes, que fue totalmente secundario, antes de que en América Latina se pegue el grito en el cielo; contó más la inflación, que ha afectado a las clases medias y "bajas", en particular suburbanas, y contó también más el tema del aborto (el voto de los hombres "hispanos"/latinos fue más para Trump, habiendo aumentado en general el voto de los "latinos" para Trump, hasta el 41 %). Trump ganó en el "cinturón del óxido" (rust belt) agotado por décadas de crisis de la producción industrial, salvo en parte de la región de los Grandes Lagos. Es de señalar que, salvo en California, Trump se impuso en dos estados de fuerte presencia "hispana", Florida y Texas. En ambos estados, la ventaja de Trump sobre Harris fue importante.. La ventaja notoria para Harris fue en California, un estado que ha impulsado la "moda" a nivel internacional, de armar "guerras culturales", ser "políticamente correcto" y no llamar a las cosas por su nombre, vestirse como si el mundo entero fuera playa de Malibú y ser al mismo tiempo altanero. California, por su riqueza -entre otras cosas, es la sede de Silicon Valley-, es casi un estado en sí mismo, aunque también es el de Estados Unidos que tiene más multimillonarios y altas tasas de pobreza en comparación con otros estados de la Unión Americana. Es el "modelo" global: detrás de la apariencia de igualdad en la ropa playera casi universal están la fuerte desigualdad, importantes bolsones de pobreza y el deseo "cultural" de mandar a la gente a ser a tal punto de mente "abierta" (open minded) que cualquier otra cosa es silenciable, o "fascista".

      Dicho sea de paso, la anterior victoria del presidente saliente, Joseph Biden, fue dudosa y en más de un aspecto fraudulenta. Se atribuye al empresario Elon Musk, quien hace algún tiempo se adueñó de Twitter (ahora, X), de estar entre quienes se las ingeniaron para que los Demócratas no volvieran a trucar los votos. Fue un tema silenciado por los grandes medios de comunicación, que al igual que Twitter le impidieron en las elecciones anteriores hablar a Trump. El "Estado profundo" se ha servido en particular de la Central de Inteligencia Americana (CIA) y de la Oficina Federal de Investigación (FBI) para complicarle las cosas a Trump.

      El actual presidente electo tiene sus últimos cuatro años por delante, ya que no puede volver a postularse. Será de interés ver si, al igual que en el mandato pasado, se impone la paz, ya que Trump no hizo guerras, mientras que, aunque no fuera siempre directamente, los Demócratas impulsaron el conflicto en Ucrania y el de Gaza (Trump solicitó de Israel que le pare a más tardar en enero). Si así fuera, al margen de un conflicto comercial con China, se tendría un mundo en paz, y algún principio de reorientación económica, aunque es probable que el llamado "Estado profundo" le haga la guerra en los medios a Trump, al igual que en el mandato pasado, para impedirle en lo posible gobernar. Es un tiempo muy apretado, y no debe dejarse de lado la división interna en Estados Unidos. Como sea, es un respiro porque, si es posible discrepar, cabe el hartazgo por el estilo californiano y la "libertad" que termina siendo sobre todo la de los grandes negocios, salvo excepciones como Musk. No puede tomarse un desacuerdo por un intento de "dividir y polarizar": si, para variar, se quiere dejar el asunto en cuestión de gustos, la moda californiana no es muy elegante que se diga (aunque sí da la impresión de igualdad en la uniformidad), el tema del aborto se puede debatir y favorecer la producción nacional no es, en rigor, algo "malo" si es de calidad: no es el gusto de algunos que el Sur esté sirviendo para robarse con mano de obra barata empleo que es legítimo crear en los países centrales, salvo que se considere normal vender la patria, en el Sur como en los países centrales. Al menos que no deba quedar más que el negocio. Parece que esta vez los marginales, los arribistas y el gran negocio transnacional no las tuvieron todas consigo. A ver si cesa un poco el surf en las calles del mundo, salvo las chinas. Y Melania Trump tiene más estilo que lo que fue a sacar Biden de la recámara. Mi gusto es. (da click en el botón de reproducción).



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