Alguna vez, un integrante del hoy casi inexistente PRD (Partido de la Revolución Democrática) señaló que no había mucho motivo para enojarse con una que otra oleada anti-inmigrante en Estados Unidos: lo ideal era que México fuera capaz de darle trabajo a su gente, de tal modo que no tuviera que irse al país vecino. En un sentido similar se pronunció el presidente Andrés Manuel López Obrador, argumentando que quien emigrara debía en todo caso hacerlo por gusto y no por necesidad. Algunas personas en México creen que con la migración se está "recuperando" lo perdido en territorio durante el siglo XIX, aunque es darle a la población de origen mexicano en Estados Unidos más importancia de la que realmente tiene, aunque esté muy presente en estados como California o Texas. Para la actual presidentA de México, Claudia Sheinbaum, los mexicanos en Estados Unidos debieran ser considerados "héroes": lo cierto es que, a diferencia del pasado, las remesas contribuyen en mucho a la economía mexicana.
En México, en distintos sectores sociales, en particular de clases medias, llegó a haber hace ya un tiempo gran simpatía por la Demócrata Hillary Clinton. Ahora es menos por Kamala Harris, pero sigue cundiendo la animadversión por Donald J. Trump.| No es un secreto que éste no es favorable a la inmigración, y se ganó mala reputación en el Sur desde su idea del "muro" para contener a los migrantes en la frontera. Por si fuera poco, en el pasado Trump llegó a decir que la frontera servía para que la cruzaran "asesinos" , lo que provocó indignación. Alguna gente, incluida de izquierda, considera de lo más natural un supuesto "derecho" a instalarse en Estados Unidos, llegando hasta "el derecho a migrar". Teóricamente, sí: es otra "libertad". Ahora bien, nunca ha sido un secreto que los inmigrantes sirven en Estados Unidos para presionar salarios, a la baja, y en más de una ocasión en trabajos que no se acompañan de prestaciones, porque no las puede tener un ilegal. Es lo mismo con los inmigrantes en algunos países europeos, por lo que, cuando los sindicatos eran fuertes, se sabía que inmigración y patronal iban de la mano para presionar a la baja los salarios, incluso bajo el supuesto de que los inmigrantes harían trabajos que ni los locales quieren ("ni los negros", según otro de los desafortunados comentarios del presidente mexicano Vicente Fox). Hay grandes magnates, como el estadounidense de origen húngaro, George Soros, que fomentan corrientes migratorias a Estados Unidos (lo hizo cuando Trump era presidente) o a Europa (lo hizo a partir de la guerra en Siria, y llevando a Alemania a admitir cualquier cantidad de sirios). Cierto que los migrantes arriesgan mucho y trabajan muy duro, pero no es falso que hagan competencia a la población local, siendo ilegales o estando dispuestos a aceptar condiciones con menos derechos. Quiebran la capacidad de negociación salarial de los locales, sin que sea claro por qué debe aceptarse que sea así. El argumento del antiguo colonialismo, en algunos casos, tampoco es claro, como si se tratara de algún "derecho a la revancha", cuando lo que muestra la migración es que por algún motivo la gente no lucha ni se organiza en el país de origen. Encima, tampoco está ya para hacerlo en el país de acogida: nadie, ni siquiera quien habla de los migrantes como "héroes", se detiene a hablar aunque sea un momento de los esfuerzos de los inmigrantes mexicanos en el pasado para organizarse, como ocurriera con César Chávez o Reies López Tijerina. De lo que se trata hoy no es de organización ninguna: ni en el país de origen, un fiasco, y ya tampoco en el país de acogida, a diferencia de antes. Se trata más bien de una parte de la fuerza de trabajo que arriesga, pero que no lucha, sino que en vez de enfrentar se encuentra una escapatoria. Por lo demás, las remesas suelen ser un vehículo de extranjerización del país de recepción.
Hay cosas peores, puesto que es en Estados Unidos que se aprende el pandillerismo que luego se traslada al país de origen, como se nota en el atuendo y en el vocabulario, hasta provocar tragedias como la que tuvo lugar en el pasado en El Salvador con las maras. No es todo. Los migrantes sirven a veces al crimen organizado, de diferentes formas. Incluso sucede que el narco enganche a albañiles, carpinteros, jardineros o soldadores, por ejemplo, por unos 25 mil pesos, según el periódico mexicano Milenio para que bajo cubierto de visas temporales se "cuele" gente del crimen organizado, aprovechando cierto laxismo de visas y reclutadores en Estados Unidos. El hecho de que Estados Unidos no haga nada para frenar la distribución de droga en su territorio no exime a traficantes mexicanos u otros de América Latina de ser más o menos lo que dice Trump, para evitarse el fariseísmo de moda, desde que, por decirlo de alguna manera, hace pocas décadas soltaron a Barrabás, y la multitud, feliz de preferir a un delincuente que a un inocente, porque, a diferencia del segundo, que no a a ninguna parte, el primero "sí sabe cómo hacerlo". Lo volvió a publicar recientemente el periódico mexicano La razón: en México, a la vista, se enrola a los migrantes, incluso en caravanas, para trata y sicariato, lo que en el pasado llevó a una tragedia en San Fernando, Tamaulipas, o para meter droga en Estados Unidos. Tan no es secreto que hay películas que han exhibido lo que ocurre. Significa que, a falta de Estado capaz, lo que resulta organizado es el crimen. No queda claro en qué miente Trump. De distintas maneras, sea a través de pandillas, de remesas, de tráficos de distinta índole -de personas y de droga-, y de aceptación de cualquier riesgo, el mundo migrante ha tendido a tocar a la marginalidad: desde luego, para atracción universitaria, puesto que parte de la universidad pública va hacia el lumpen (como lo previera el estudioso Marcos Kaplan), pero también para descontento de sindicatos y luchadores sociales. Por más que arriesgue y que trabaje duro, una parte de la migración puede actuar como disolvente social, tanto en el país de acogida como en el de origen, mientras el universitario resulta ser el que cree sin saberlo que el cártel de Sinaloa le va a devolver Colorado, Utah y más a México. Fariseísmo es decir "ay, Dios mío, nos dijo asesinos" o ""ay Dios mío, quiere crear un muro", en vez de hacer o pensar algo para que la gente no tenga que migrar o delinquir. Si es "el derecho a migrar" y "la libertad de migrar", téngase por seguro que el crimen organizado sabe muy bien servirse de todas estas tolerancias. Hasta por casualidad puede saberse por ejemplo en dónde, con toda libertad y como si fuera un derecho, está instalado tal o cual cártel en el desierto para meter a la vez migrantes y droga a Estados Unidos. No significa ningún pacto en el que haya entrado Alfonso Durazo, gobernador de Sonora. Es nada más que, como para otras actividades, incluidas las que involucran al turismo, se considera "socialmente" que está "prohibido prohibir" (!qué buen lema para los negocios!) y que, así, hay zonas de tolerancia. Disminuirla ya es ser "autoritario" (da click en el botón de reproducción).