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lunes, 21 de julio de 2025

A VER A QUÉ HORAS...

 El fenómeno de la psicopatía narcisista o del perverso narcisista, como se quiera llamar, no es algo del todo nuevo, pero sí de respuestas novedosas. No se trata de idealizar ningún pasado, mucho menos el patriarcal, como se le ha querido llamar a veces erróneamente. Probablemente cada época tiene sus retos propios, y a cada generación le toca hacer con ellos, aunque sin desvincularse del llamado "enlace de generaciones", que da a los ancianos la facultad de la sabiduría (con frecuencia, no siempre tampoco). Es probable que la Humanidad haya llegado un términos históricamente recientes a una sensación de omnipotencia, en su capacidad para actuar sobre la naturaleza y sobre las condiciones de vida humanas. Por "perverso" se entiende "torcido", no lo que la psiquiatría al uso ha ya normalizado en el sado-masoquismo, etcétera, aunque sí "nocivo" (y no lo que se vulgariza como "tóxico"). La psicopatía tampoco implica forzosamente criminalidad, aunque sí daño. Es posible pensar que estos tipos de personalidad, narcisistas y egocéntricos, hayan ido surgiendo en la segunda posguerra, si no es que un poco antes, reforzados por lo "libertario" de finales de los años '60 y las contradicciones de la crisis posterior, que, pese a ser tal, no ha sido escasa en beneficiarios: no es crisis para todos por igual, ni es tan sencillo como "el uno por ciento contra el 99 %". Hay capas medias, aunque no sean mayoría, privilegios de la llamada "globalización" y la llegada de los consumidores antes que productores, de una u otra manera alejados de lo que transformó al mono en Hombre: el trabajo, más si útil.

         Gracias a las redes sociales, y pese a la ausencia de educación digital mínima, se han creado varios espacios para defenderse de las personalidades antes mencionadas y alejarse o mantenerlas a raya (lo que a veces puede incluir consejos maquiavélicos si se entiende bien a Maquiavelo, y no en sentido peyorativo). Nadie está obligado a aguantar ese tipo de personalidades ni el daño infligido, así se presente al revés, como víctima y culpabilizante, con tal de ser "consecuentado" o quedar "inmune" (e impune). Lo que está claro es que se trata de personas que no cambian, por distintos motivos, incluso aunque tengan uno que otro lado más o menos (no tanto) "bueno". No cambian por atrofia afectiva, así sean personas inteligentes, lo suficiente incluso para "ver" al otro, pero sin empatía. Esta falta de empatía queda de manifiesto en su capacidad -e incluso decisión- de dañar sin reconocer (por omnipotencia) el menor error, porque el aprendizaje afectivo no puede darse, y no pasa del miedo, en última instancia: visto en el otro, para dominarlo y controlarlo, con agudeza, pero "tapado" -al grado del autoengaño- en la viga propia, salvo que se les haga sentir como recordatorio.

       Lo que distintos sitios contribuyen a afirmar es que ningún "interés" justifica aguantarse el daño infligido. Primero: nada de que "la familia", ya que por fin se antepone la integridad individual, así sea duro lograrla y pueda llevar a formas de soledad. Hay valores que están por encima de los lazos de sangre y que permiten tomar distancia de algún familiar si daña y no aprende. Nadie tiene derecho al reclamo "de la sociedad" por encima de la integridad individual. Ni a "echar montón" familiar o socialmente, propio por lo demás de gente cobarde.  Como ya lo estudió hace rato Marie-France Hirigoyen, tampoco en el lugar de trabajo, por formas de acoso (Hirigoyen avanzó sobre el acoso moral y laboral, en su tiempo). Una parte limitada del psicoanálisis lacaniano (Jean-Pierre Lebrun, belga) ha avanzado en la misma dirección, con reflexiones importantes sobre la sociedad actual, que no sanciona e incluso recompensa comportamientos nocivos, para que se cuelen el perverso o psicópata narcisista y encuentren complicidades o contubernios. A su manera, aunque siendo vulgarizado, el neurólogo y psiquiatra francés Boris Cyrulnik (el de la ahora tan llevada y traída "resiliencia") adelantó, por ejemplo sobre sus "patitos feos", el problema de las sociedades que golpean dos veces, una tolerando el daño y otra culpando a la víctima. Después se ha avanzado sobre la descripción del perverso narcisista, en particular con Jean-Charles Bouchoux y algunos pocos más. Todo lo descrito restituye el lugar de la "psicología social" y busca salir del individualismo mal entendido, el del "hazle como puedas, está en tí, "sí se puede" y algo así como el "emprendedurismo" en el que han ido a dar prácticamente todas las corrientes de la psicología y el psicoanálisis, del estilo "no es la realidad que te afecta, sino cómo la interpretas" (el psicópata siempre la interpreta por tí...), para llevar a todo el que se deje ante la charlatanería a interminables juegos mentales sin actos, mientras que lo propio del perverso o psicópata narcisista es que no duda en pasar al acto.

       Gracias a la joven Elizabeth Caplés por, al fin, algo simple: el libro Tú no eres el problema. Gracias a El Wasón, Secretos de la Vida, Latidos del Planeta, Reflexiones y sentimientos, Qué bonita reflexión, Riqueza incalculable,  Carlos Rizo, Reflexiones de la Abuela, Daniela Pol, incluso El Capo Willy´s y a Tony Montana. Gracias a Alto Valor y a Abuso narcisista y Psicopatía. Es asunto de integrar afectos y valores mínimos, y no es fácil, pero también de dejarse de "buenismo" cuando, con fórceps de "optimismo" y "sé positivo" o de "no pasa nada", se trata de negar que sí, la maldad existe, por lo que hay que encontrar cómo hacer con ella. Y no es la maldad al estilo de los espectáculos de terror de Hollywood. La capacidad de discernimiento no es una opción a dejar de lado, como si se pudiera escoger no tener criterio (o no tener escrúpulos). Gracias también a Backdoor por mostrar cómo la época es de cínicos. No se trata de ser "resiliente" por "decir algo", ni de nombrar a cualquiera "un guerrero" al pésimo estilo de Miguel Ruiz, ni de hacer negocio relegando el juicio de realidad y el de valor, para entrar en "narrativas" y otras formas de contarse cuentos: o que se diga entonces en qué centro comercial venden confianza o lealtad, por ejemplo -en verdad, no palabras para "fidelizar a la clientela". Al menos en redes y algunas lecturas ya hay algo más allá de la industria de la "lectura del inconsciente", del formateo de la gente y de la autoayuda. Se trata de otra cosa. Cuando menos, si el mundo imperante es darwinista, de saber cómo hacer con los depredadores. Al menos son útiles para tener la verdadera posibilidad de escoger, como lo quería hace algunos siglos Pico della Mirandola: evadir la decisión, el conocimiento de las opciones y negar la maldad o practicarla son YA una opción, con consecuencias que no tienen por qué pagar otros, ni en familia, ni en sociedad, salvo gran ignorancia, si no es fingida (da click en el botón de reproducción).





LLAMANDO A TORRE DE CONTROL

 En 2021, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, pidió a España que, a su vez, pida perdón por la Conquista. La solicitud, que...