Parte de un discurso de moda hace rato, cuando menos desde los años '80, dice que "no hay verdad absoluta" y agrega que, a final de cuentas, cada uno tiene "su" verdad. En este sentido, cada uno puede sostener lo que sea y, por lo demás, no ha faltado en la ciencia social, también desde hace mucho, lo suficiente para sugerir que, después de todo, no se puede conocer "la" verdad. No está mal: esto le da el derecho y la libertad a cualquiera de creer que lo que tiene en mente es verdad porque es "su" verdad, porque así lo desea y porque se vale la fantasía. Como se trata de "tolerarse" y no de debatir, por lo que hay "conversación" pero no debate o discusión, al grado que algunos hablan de "la conversación pública", hay gente lo suficientemente hábil para, como se dice coloquialmente en México, "marear el punto": sin este punto, ya no se trata de descubrir o saber nada, sino de ingeniárselas para salirse con la suya, así sea a costa del otro, con tal de no reconocer un error, que puede ser grave. Alguien que está en una fantasía o una ilusión y que se mueve por "el objeto causa del deseo" puede llevar lo suficiente para no PODER reconocer, porque es grave para la personalidad propia, un error, sus consecuencias y, por ejemplo, el arrepentimiento (de lo más infrecuente) y no la petición del perdón, sino la reparación del daño. Se puede desplegar una gran inteligencia y hasta lucidez, porque, como se dice también coloquialmente en México, "el miedo no anda en burro", en este caso el miedo a reconocer un error o más, a dejar de creer que la humildad es una forma de servidumbre. Pasado cierto umbral, es un tipo de personalidad con la que no se puede hacer nada, salvo cuidarse.
La actual encargada de la Inteligencia estadounidense, Tulsi Gabbard, alguien a quien no se ha puesto suficiente atención, puso sobre el tapete documentos desclasificados, transmitidos al Departamento de Justicia y al FBI (Agencia Federal de Investigación) de que el presidente Barack Obama armó un equipo de Inteligencia para fabricar en el pasado contra Donald J. Trump, hoy presidente de Estados Unidos, una campaña haciéndolo aparecer como "candidato de Rusia". Ya es sabido y ha sido mencionado que la historia del "servidor Demócrata" fue lo que se conoce como un "trabajo interno". Si hay consecuencias legales, la honestidad supondría negar lo ocurrido ."nunca haría algo así", por ejemplo- o esperar al curso de algún proceso, haciendo uso de la presunción de inocencia ("que lo decida la ley"). En vez de lo sugerido, Obama procede de otro modo: mientras su equipo indica que "no hay evidencia suficiente", lo que corresponde a la Justicia, el hoy ex presidente se apresura a descalificar a Trump: no contesta sobre el punto, sino que, como la personalidad de la época, para salirse con la suya "gira la tortilla" o "le da la vuelta a la tortilla" (dicho sea en términos españoles o mexicanos) para culpar al actual presidente, que estaría usando un "distractor" por el caso Jeffrey Epstein. Ya no se está hablando de Obama, sino culpando a Trump y descalificándolo. ¿El punto? Se desplazó: no es si Obama o no Obama, sino que Trump es un mentiroso, alguien que "desplaza el punto"(vaya), que es Epstein (a reserva de que le toque a Trump hacer con el caso) y que hay un culpable, Trump, que algo esconde (Epstein). Absolutamente nadie va a decir que Obama practica la denegación (no entrada al punto), el desplazamiento (hacia otro punto) y la inversión (de culpable a víctima): la apuesta malvada de Obama es invitación a linchar a Trump, aprovechar las preferencias del testigo (mediático, en este caso) y a destruir un valor, el de Tulsi Gabbard. La verdad aparente es entonces la cantinela sobre las extravagancias de Trump, Epstein incluido. Igual de penoso que no entender por qué Trump puso en su gabinete a Robert Kennedy Jr. y por qué a estas alturas es mezcla de ignorancia y mala fe decir que "nunca se sabrá lo que pasó con John F. Kennedy". Aunque ya se sepa. Encima, Obama se aparece a repetir lo mismo que el "progretariado" mundial y los "demócratas liberales": "lo que pasa es que" con gente como Trump la democracia "está en peligro" y se va a la "autocracia". Si hay alguna supuesta verdad, se confundirá con lo que parezca verosímil (vero-símil), por lo mediático, que buscará usurpar el lugar de la Justicia -o influir lo suficiente sobre ella. ¿Obama SI o NO armó un operativo de inteligencia contra Trump, con ayuda del director de la Central de Inteligencia Americana (CIA), John Brennan,, se secretario de Estado, John Kerry, la asesora de Seguridad Nacional, Susan Rice y otros? "Eso" es lo que se buscará que no sea debatido. Como el alud de tonterías sobre "la mano de Putin" que dijo haber visto hasta Pepe Meade, contrincante de "Andrés Manuelovich" López Obrador en 2018.
Obama y la señora Hillary Clinton, demostradamente una criminal de guerra (en Yugoslavia, Libia y Siria), han sido objeto de predilección, incluida América Latina, por identificación primitiva de raza y género, al margen de los hechos (Obama se pasó su tiempo en guerras, entre otras cosas). Cayeron en este asunto de señuelos desde universitarios "progres" hasta gente que se apareció por ejemplo en la Cámara de Diputados mexicana haciendo propaganda abierta para la señora, en pleno error de país. Cuando se vive en la fantasía y la ilusión, se cree en imágenes y en publicidad, y se confunde deseo e interés, deseando lo que no es de interés propio. No es cuestión de abrazos con Trump, pero sí de un poco de discernimiento. Cuando cayó Siria, Trump dijo que Estados Unidos no debía meterse, y fue un golpe armado por los Demócratas, en el último tramo de la administración de Joseph Biden, y fue también cuando Israel se arrancó en Gaza.
Por cierto, cuando se desclasifican documentos, ¿valen o no? Porque también se desclasificaron documentos sobre Martin Luther King Jr. Fue amenazado, pero no parece forzosamente que haya sido siempre ejemplar y no más bien, en parte al menos, mitificado (por lo demás se llamaba Michael King), para servirse de los Derechos Civiles, felicidad Demócrata para dividir a la gente. Y éso que, desclasificación tras desclasificación, Trump ha buscado mantener a raya al llamado "Estado profundo". La pena es por el "progretariado" que se niega a hablar de valores, a diferencia de una parte de la derecha, y que prefiere fantasías e ilusiones de inclusión, así haya que renunciar a toda alternativa y, de paso, a un mínimo de verdad, por dolorosa que sea. Decirla resulta ahora "discriminación" - ah, es porque soy mujer, soy afrodescendiente, tengo "otra preferencia", etcétera-y como máximo "fascismo". Trump es "facho" y discrimina a Obama(da click en el botón de reproducción)