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lunes, 6 de julio de 2015

BRASIL: EN APRIETOS

La política que ha seguido el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil no es ninguna novedad en América Latina, donde, como nada se puede empezar desde abajo (ni siquiera un buen robo), todo hay que hacerlo desde arriba (el buen robo incluido), aprovechando el encumbramiento en el gobierno. A lo sumo, Brasil creó una "nueva clase media" sin mayor conciencia de nada, que el día menos pensado se irá tal vez a votar por evangelistas y dejará a la izquierda en la cuneta, si lo que cuenta es estar siempre arriba y nunca abajo.
    Eric Nepomuceno resumía hace poco en Página 12 lo que pasa en Brasil: "El PT, escribía, cambió la discusión política por la discusión de cómo seguir ocupando los puestos que ocupa". Por lo demás, "el despacho presidencial es una desgracia, afirma Nepomuceno. Nadie entra para dar una buena noticia. Todos entran para pedir algo". Así, dice este autor, "el PT se desvirtuó. Hoy, sólo piensa en cargos públicos". El mismo Nepomuceno afirma que no es novedad. El hecho es que la izquierda no se ha diferenciado de la derecha en materia de probidad, y ahí están entre otros los escándalos de Petrobrás -una empresa que va perdiendo sus cadenas productivas- y de constructoras asociadas.
     Estados Unidos cuenta con Brasil -como cuenta con Colombia- para mantener su influencia en Sudamérica. La actual mandataria brasileña, Dilma Rousseff, estuvo recientemente de gira por Estados Unidos, haciendo de todo menos una política antiimperialista (nada tiene que ver la política de Rousseff con algún liderazgo BRICS -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica): es más, Brasil aprobó importantes acuerdos de Defensa con los estadounidenses. Prácticamente se reactivó el Acuerdo de Cooperación en Defensa y se creó un Acuerdo General de Seguridad de Información Militar. Fue Rousseff quien envió estos acuerdos para ratificación en el Congreso brasileño.
     En un país donde, como lo ha reconocido Paul Singer, secretario de Economía Solidaria en el Ministerio del Trabajo, la que fuera la quinta industria del mundo se está encogiendo y no está -agreguemos- lejos de quedar ahorcada (en parte por la competencia china), Rousseff fue a Washington a ofrecerles Brasil a los inversionistas estadounidenses, en particular con el proyecto Brasil Plan de Infraestructuras (66 mil millones de dólares), destinado a construir autopistas, vías férreas, puertos y aeropuertos para intentar reanimar la economía.
     El "modelo" es "a la estadounidense", pero con un fuerte ingrediente de corrupción y de demagogia (en la que Lula es todo un experto), y no aspira más que a un hipotético "capitalismo con rostro humano" (rostro que -se supone- es el de la clase media). Rousseff, asesorada por el Emir del Saber -cuya ley es la del menor esfuerzo mental- y alguna vez compañera de lucha de Theo y Ruy, dos grandes ejemplos de pereza intelectual a la brasileña, no tiene ni idea de dónde está parada: la mandataria celebró el reencuentro Estados Unidos-Cuba con un llamado a "dejar de lado los prejuicios y los antagonismos", "aceptar las enseñanzas de la Historia" y convivir "sin recetas rígidas ni imposiciones", el tipo de palabrería hueca que por igual podría hacer alguien de derecha -o Barack Obama, el presidente estadounidense- y que consiste en parlotear mientras se recrea un capitalismo light,  ni siquiera realmente desarrollado !Cómo se pasa la vida!

A VER A QUÉ HORA

 En un libro reciente, el periodista J.J. Lemus, a partir de una investigación muy exhaustiva, ha demostrado hasta qué punto no existe la me...