¿La idea? La tarea de la clase alta es predicar con el ejemplo, se entiende que de virtud, de tal modo que ésta le sea inculcada a las clases bajas. Si la clase alta únicamente se preocupa por sus propias inquietudes y sus ambiciones personales, creará descontento abajo, la creencia de que no hay valores y de que "nada importa". Así, tal vez Rusia llegó a la terrible situación de la guerra civil -entre 1919 y 1921, aproximadamente- porque la clase alta, completamente despreocupada, no tuvo una "atención paterna adecuada" para educar a los proletarios.
La creencia es que la actual clase alta rusa, además de poner el ejemplo, podría dedicarse aunque sea un poco a la educación de los demás. Todo lo dicho suena interesante. El portal ruso Odnako se ha preguntado sin embargo si había algo en el pasado zarista que empujara al clero, a los militares y a la burocracia zarista a una supuesta "mística de la responsabilidad" que tomara el lugar del régimen de servidumbre. Odnako se burla: educar a los siervos no está ni siquiera en el derecho hereditario de la nobleza, que por lo demás nunca ha sido una "élite santa".
Lo que las últimas realizaciones de Mikhalkov -más allá del patriotismo en el tema de la Gran Guerra Patria y de la capacidad para servirse del teatro en el cine- muestran es que la élite cultural rusa no ha sido capaz de formular una "visión del mundo" para el mandatario ruso Vladimir Putin. Efectivamente, a fuerza de rechazar toda ideología, Rusia no tiene ninguna clara y a lo único a lo que ha llegado es a un zarismo soviétizante, o algo parecido.