El libro La agonía de la democracia, de Julio María Sanguinetti, resume con abundancia de hechos la Historia de Uruguay en diez años que van de 1963 a 1973, aunque tal vez falte un poco de mayor precisión sobre lo que en esos años cambió en la estructura social y economica del país sudamericano, el que alguna vez le atrajo a Costa Gavras.
José Pepe Mujica ha sido el héroe uruguayo en el mundo en los últimos años. Mujica fue guerrillero del MLN (Movimiento de Liberación Nacional). Tupamaros, que se caracterizó por acciones espectaculares. Es el tipo de idealista que gusta en Estados Unidos y en parte en el occidente europeo. Que haya o no fuerza social que haya respaldado el ruido de sables importa menos, o incluso nada.
El libro de Sanguinetti deja en claro que el MLN estuvo bajo influencia del éxito cubano, pero no del comunismo, mucho menos del soviético. El líder histórico comunista uruguayo, Rodney Arismendi, aparece en las páginas de Sanguinetti como alguien reiteradamente renuente a la lucha armada, aunque las bases comunistas, por lo demás con fuerza sindical, tendieran a radicalizarse. Para 1972, cuando el enfrentamiento entre el MLN y las fuerzas armadas se había endurecido, el régimen la emprendió contra comunistas en los sucesos trágicos del 14 de abril de ese año.
El MLN-Tupamaros quedó derrotado en 1972. El Frente Amplio se fundó a principios de 1971. Sanguinetti insiste en un hecho sabido: la dictadura de Juan María Bordaberry se instaló después de la derrota de la guerrilla, lo que pareciera inexplicable. El militar izquierdista Líber Seregni reconoció alguna vez el error que había en ir instalando a la sociedad uruguaya en la dinámica militar, y para 1973 lo reconocían también algunos "Tupamaros" (contra esta dinámica y sus riesgos advirtió Carlos Quijano en el semanario uruguayo Marcha), según lo recoge el libro de Sanguinetti.
Queda la incógnita: ¿Por qué un golpe cuando ya no parecía necesario? Sanguinetti no dice nada al respecto y pareciera quedarse en la tendencia -cierta- del MLN a empujar hacia la polarización.Por el año (1973) y por las circunstancias, el golpe pareciera haber estado dirigido a desarticular las fuerzas progresistas pacíficas, en particular las del Frente Amplio (que iban desde comunistas hasta demócrata-cristianos), buscando evitar un triunfo como el de la Unidad Popular en 1970 en Chile. La radicalización sorda del MLN habría servido como pretexto para que las fuerzas armadas uruguayas golpearan a un conjunto de grupos realmente democráticos (comunistas incluidos) e institucionalistas -incluso antes del golpe se atacó al batllismo- que podían conseguir un cambio mucho más importante que el de la utopía "Tupa", carente, según trasluce en el libro de Sanguinetti, de todo análisis detallado de la situación real y fundamentalmente "antiinstitucional", como Good Dynas y Cebiche -que no encuentran sujetos sociales del cambio serios, no "marginales". Al fin y al cabo "libertario", Mujica soportó por su parte las peores dificultades físicas sin verdadera formación moral (cursilería aparte), según lo prueban las medidas que su gobierno avaló.
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